miércoles, 15 de enero de 2014

“El hombre que ríe”, de Fernando del Felipe.




Hay autores que a pesar de su calidad incuestionable han ido desapareciendo de las librerías sin saber muy bien el motivo para ser prácticamente desconocidos para las nuevas generaciones de lectores. Uno de estos nombres que merecen ser rescatados del olvido y reivindicados siempre, es el zaragozano Fernando de Felipe, quién tras la crisis de las revistas y la desaparición de Toutain aparcó prácticamente su faceta de autor de cómics para volcarse practicamente en la docencia y el mundo del cine, quedando como un autor a (re)descubrir por los jóvenes aficionados a partir del puñado de obras que publicó. Por todo ello, no está  de más reivindicar que alguna editorial apueste por la reedición de sus obras, especialmente de  “El Hombre que Ríe”, la adaptación al cómic de la novela homónima de Víctor Hugo en la que  de Felipe desplegó todo su potencial como autor completo.

Una noche de tormenta, a la puerta de Ursus, un viejo y solitario saltimbanqui que vive aislado con la única compañía de su perro Homo, llama Gwyn, un famélico niño que cubre su rostro terriblemente desfigurado en una sonrisa forzosa  que ha rescatado de brazos de su madre muerta a Dea, un pequeño bebé. Ursus decide salvar a los chicos y adoptarlos, llevando durante años los cuatro una vida sencilla y miserable con su espectáculo ambulante hasta que Gwyn, apodado El Hombre que Ríe, descubre su origen oculto. El descubrimiento que debería suponer la garantía de la felicidad de la familia acabará convirtiéndose en la causa de su perdición.
Fernando de Felipe realizó una adaptación libre pero esencialmente fiel de la obra original, plasmando toda la fuerza dramática del original en una narración fatalista, primaria y esencial que recuerda los libretos operísticos de Wagner o las obras de teatro de Shakespeare por su crudeza y ausencia de concesiones al lector. Una crudeza que se plasma especialmente en el apartado gráfico donde el autor realiza un espectacular acabado pictórico para describir con expresionista densidad todo el drama de la obra original mediante un dibujo sobrecogedor, intenso y expresivo que recuerda en ocasiones las obras a color del gran Alberto Breccia. Mención especial merece el tratamiento del color en el que priman los fuertes contrastes y que dotan a la obra de un acabado intenso y apasionado que se convierte en un elemento imprescindible para la ambientación de la historia y acaba calando en el sobrecogido lector.

“El Hombre que Ríe” de Fernando de Felipe trasciende la condición de mera adaptación y  a partir de la interpretación de la obra original Fernando de Felipe creó un cómic con una personalidad propia que no merece ser olvidado. Esperemos que algún editor se digne reeditarlo y que sirva para que el propio autor nos sorprenda en el futuro con nuevas delicatessen.