miércoles, 2 de octubre de 2013

“Yo, Vampiro: La orden de los Van Helsing”, de Joshua Hale Fialkov y Andrea Sorrentino.




ECC Ediciones retomó la serie del NUDCYo, Vampiro” con este segundo tomo, que recoge los números 9 a 12 de la serie norteamericana, con un salto de tres números respecto a la edición original que han sido publicados en la cabecera de “La Liga de la Justicia Oscura” para publicar unitariamente el crossover de “La ascensión de los vampiros”, que afectó a las dos series y del que escribí aquí y aquí. El resultado de esta decisión es que si algún despistado no se ha leído esos números va a encontrarse bastante perdido al inicio de esta entrega.

Tras “El Alzamiento de los Vampiros”, Andrew Bennett se ha convertido en una de las criaturas mágicas más poderosas del Universo y en el Rey de los Vampiros, reuniendo a buena parte de sus súbditos chupasangre en el desierto de Utah y ordenándoles que dejen de beber sangre humana, lo que despierta sus resquemores. Mientras un discutido Andrew Bennett mantiene a raya en los EEUU a los cada vez más sedientos y díscolos vampiros encabezados por su amada Mary, envía a sus aliados humanos como embajada ante la Orden de los Van Helsing, una antigua orden de cazadores de vampiros, para intentar firmar la paz. Sin embargo, los Van Helsing tienen sus propios planes que en su obsesión por acabar con los vampiros pueden provocar la destrucción de todo el planeta.
Es una pena que por decisiones editoriales Fialkov haya tenido que hacer hueco en su historia a diversos personajes y eventos –en estos mismos números aparecen los Stormwatch - que realmente no han aportado gran cosa a la historia que viene desarrollando. Y es que más allá de esa irritante presencia de personajes que pasaban por allí, Hale Fialkov demuestra que es un autor que tiene clara la historia que quiere contar y la desarrolla con habilidad construyendo un relato de vampiros poco convencional y dotando a Andrew Bennett, el mesias vampírico al que a pesar de sus buenas intenciones todo le sale mal, de un carisma del que había carecido en sus anteriores apariciones en el universo DC.

El competente Hale Fialkov desarrolla una historia de vampiros moderna, más cercana a las películas de  Blade o los libros de Anne Rice que a las últimas novelas de adolescentes que han desvirtuado la esencia del vampiro. Los vampiros de Hale Fialkov son monstruos y muerden y eso ya de por sí es un excelente punto de partida sobre el que construye una buena historia de perdición y amores imposibles, con rocambolescas y delirantes aportaciones como la Liga de los Van Helsing, que de momento se lee con gusto a pesar de las injerencias y que promete un buen final en la próxima entrega que coincidirá con el final de la serie en EEUU.
Hale Fialkov también ha sabido ensalzar en el aspecto gráfico los puntos fuertes de Andrea Sorrentino, un dibujante competente tributario del perfeccionismo hierático de Jae Lee y cuyas figuras y composiciones fotográficas, frías y distantes,  casan con la caracterización inhumana que los vampiros siempre deberían tener. Mención destacada merece además el color desvaído y  fantasmal logrado por Marcelo Maiolo que ayuda a aumentar la atmósfera sobrenatural de la serie.

En fin, “Yo, vampiro” es una serie interesante, repleta de buenos personajes y correctamente desarrollada que a la espera de su conclusión deparará buenos momentos al lector aficionado al género de terror más allá de las excesivas apariciones superheroicas que por momentos la deslucen. Ojalá la conclusión merezca la pena.