lunes, 30 de septiembre de 2013

“Pepe 3”, de Carlos Giménez.



Panini acaba de publicar la tercera parte – de las anteriores ya escribí aquí y aquí- de las cinco programadas por Carlos Giménez para rendir homenaje a su amigo y colega, el historietista Pepe González intentando dar a conocer las luces y sombras en torno a un artista dotado de un talento descomunal que, aparentemente, desperdició en aras a su compleja personalidad.

La biografía de Pepe González aborda en este tercer volumen los años de esplendor del artista  a finales de los setenta y principios de los ochenta haciendo hincapié en cómo a pesar de ser un artista en plena madurez creativa, ampliamente reconocido en el extranjero, su personalidad y actitud vital le llevó a dejar pasar una tras otra las diversas oportunidades que se le fueron presentando ante la desazón de sus amigos y colegas incapaces de llevar por el buen camino al pasota de Pepe.

Pocas novedades en este nuevo tomo en el que Giménez sigue desarrollando con mano experta, oficio y su desenvoltura narrativa habitual la compleja biografía del artista para  acercar al lector a través de la sucesión de anécdotas enlazadas, que describe a partir de recuerdos propios y las entrevistas con diversos amigos que le trataron, en tono amable y desenfadado la personalidad inconstante y el lado oscuro de uno de los mayores talentos de su generación.

A lo largo del álbum –y de la serie- Giménez está sabiendo mantener el equilibrio para no caer en la idealización excesiva del amigo ni en el amarillismo que podría molestar a terceros, pero dejando entrever, al tiempo que guardando elegantemente, los episodios más escabrosos de la vida de Pepe, un lado oscuro que deja intuir pero sobre el que guarda un respetuoso silencio.

Es cierto que Giménez vuelve una y otra vez sobre la cuestión de lo que podría haber sido la obra de Pepe González si su personalidad hubiera sido distinta, sin pararse a pensar quizás en que de haber sido de otro modo probablemente no habría sido un artista único ni hubiera marcado a los que le conocieron de la misma manera. Giménez. insinuando esa crítica constante. adopta una posición valiente, que incluso puede llegar a ser mal entendida, al tiempo que distancia la obra de la mera hagiografía y le da un tono más personal e íntimo. planteando una pregunta sin respuesta que todos los que han perdido a un ser querido nos hemos planteado alguna vez y no deja de ser un mecanismo para afrontar la fatalidad.

En fin, “Pepe” es sobre todo un hermoso homenaje desde la amistad y la admiración a un artista que, como señala Giménez. seguramente mereció en vida mayor relevancia y aplauso. No será el primero ni el último.