martes, 23 de julio de 2013

“Star Trek: En la Oscuridad”, de J.J. Abrams.



Tras la excelente impresión que me produjo la primera revisión de J.J. Abrams en el universo de Star Trek, de la que ya escribí por aquí, tenía muchas esperanzas puestas en esta secuela en la que el director prometía indagar en las relaciones y personalidad de los personajes. Sin embargo, “Star Trek: En la Oscuridad”, a pesar de su buena factura y la espectacularidad de los efectos especiales (que practicamente se le presupone a cualquier película de Ciencia Ficción actual), me ha decepcionado totalmente, pues toda esa imagineria se desilfarra en una historia tópica, aburrida y desnortada  y unos actores que sorprendentemente no están a la altura.

La tripulación del “Enterprise”, que ya acumula la experiencia de diversas misiones a sus espaldas, ha de atrapar  a un implacable terrorista que ha asesinado a un alto mando de la Confederación y huido al planeta natal de los Klingon amenazando con provocar una crisis interplanetaria de impredecibles consecuencias. Sin embargo, nada es lo que parece y el capitán Kirk y Cia descubrirán que tras el ataque del terrorista hay una tupida red de intereses creados y alianzas quebradizas que llevará al límite la amistad y habilidades de los exploradores del espacio.

El casi siempre solvente J.J. Abrams en esta ocasión no ha hecho los deberes y tras el esmerado cuidado puesto en la anterior película para encontrar un acercamiento propio a los personajes creados por Gene Roddenberry contándonos el origen de su amistad , en esta segunda parece haberse quedado sin ideas, construyendo -a partir de un discreto guión  ¿pero de verdad son estos Alex Kurtzman y Roberto Orci los mismos guionistas que la primera?- que a costurones adapta historias y momentos memorables de la serie y las películas clásicas como si de un suelo de baldosas desparejadas se tratase.

Tomando sin rubor como guía la estupenda “La ira de Khan”, Abrams va dando bandazos en el desarrollo de una historia que poco a poco solo sirve para concatenar una secuencia de acción tras otra, a cuál más espectacular eso sí, y mostrar efectos especiales y localizaciones más grandiosas merced a la tecnología MAXr y 3D, pero dejando al espectador con la irritante sensación que tras tanta parafernalia hay muy poca chicha que cortar.

Precisamente la mayor decepción y que acaba de sentenciar la película en mi opinión es la actuación de un reparto que repetía de la primera entrega y por tanto se presupoonía más experto pero que parece haber dado un paso atrás respecto a la primera entrega. Especialmente se nota en la falta de química en el dúo protagonista formado por Chris Pine (Krik) y Zachary Quinto (Spock) quienes en ningún momento parecen sentirse cómodos en unos papeles que esta vez les quedan demasiado grandes, saliendo bastante mal parados en la comparación con el clásico referente de la pareja formada por William Shatner y Leonard Nimoy. Solo la presencia testimonial de  secundarios solventes como Carl Urban o Simon Pegg con sus contrapuntos cómicos y  las espectaculares bellezas de Zoe Saldana y, sobre todo, la despampanante Alice Eve que alegran la vista nos salvan un poco del bochorno. Para ser justo también me gustaría destacar a un notable Benedict Cunnenbach, que lejos de intentar imitar al inolvidable Ricardo Montalban y su Khan original, logra construir un villano con una personalidad propia que acaba comiéndose en pantalla a los discretos protagonistas.

En fin, “Star Trek: En la Oscuridad” es capaz de provocar un verdadero apagón en las mentes de todos aquellos que amamos la serie original. Vaya fiasco de peli.