jueves, 4 de julio de 2013

“Superman: Tierra Uno”, de J. Michael Straczynski y Shane Davis.




Al hilo de la reciente película “El Hombre de Acero” de la que ya he comentado algo por aquí, no está de más recordar el cómic sobre el que se basa argumentalmente buena parte de  la película recientemente reeditado por ECC Ediciones. Me estoy refiriendo claro está al “Superman: Tierra Uno”, de J. Michael Straczynski y Shane Davis.

En esta miniserie, JMS nos ofrece una versión remozada del origen de Superman en la que un joven Clark Kent se busca a sí mismo hasta que ha de afrontar su destino como Superman al aparecer un misterioso  y poderoso extraterrestre llamado Tyrell que amenaza con destruir el planeta si el último hijo de Krypton no aparece. El resto, por supuesto, es historia.

Straczynski, tras una exitosa aunque discutida trayectoria en Marvel, llegó a DC y a  Superman en 2010 con el objetivo de repetir la jugada que a mediado de los ochenta había llevado a cabo John Byrne, modernizando el icono para adaptarlo a los gustos de una nueva generación de lectores. Sin embargo, la cosa no acabó bien y JMS no acabó de cuajar en la serie ni en el personaje básicamente debido, desde mi punto de vista, al error en que cayó el guionista al intentar reescribir el origen del personaje en esta miniserie que Zinder y Nolan prácticamente han fusilado en la película, sustituyendo a Tyrell, el fallido villano  introducido por JMS, por el clásico y más carismático Zod.

“Superman: Tierra Uno” es un cómic bien planteado y que se deja de leer hasta que JMS empieza a introducir conceptos que se alejan del origen oficial ideado por Siegel y Shuster  difícilmente asumibles por los aficionados. Nolan y Snyder lo han entendido así y toman la primera parte del cómic en el que un confundido y mesiánico Clark Kent intenta evitar su destino – y con un claro trasfondo bíblico inspirado en la vigilia  de Cristo en el Jardín de los Olivos- en el que JMS describió con buen pulso narrativo, a pesar de ciertas concesiones a la lógica, las debilidades “humanas” del personaje. Sin embargo, es a partir de la segunda parte de la historia, cuando JMS enfrenta a Superman con su antítesis Tyrell  y desvela este su origen cuando la cosa acaba fallando al introducir el guionista una serie de modificaciones en torno a las causas de la destrucción de Krypton que contradicen y no mejoran las convenciones comúnmente aceptadas.

En el aspecto gráfico, Shane Davis realiza un gran trabajo dando sostén a la historia ideada por JMS y mostrando la plasticidad de un estilo realista en el que es capaz de conjugar la espectacularidad que precisa el género superheroico al tiempo que cuida los detalles al dotar de expresividad a Clark/Superman y los personajes de su entorno.

En fin, “Superman: Tierra Uno” es un cómic al que no se le ha hecho excesiva justicia,  minusvalorado y excesivamente criticado por sus evidentes defectos al caer JMS en la tentación de rescribir el origen de Superman y no simplemente modernizarlo o recontarlo desde su perspectiva, ensombreciendo el conjunto de una historia excesivamente simple el potencial y los aciertos que su representación del personaje tenía. Snyder y Nolan sí que han sabido reconocer los hallazgos de JMS y sacarles partido para conseguir algunos de los mejores momentos de una película en la que corrigen los peores errores de "Superman: Tierra Uno" aunque finalmente la película resulte, aunque por otros motivos, tan discutida como el cómic en que se inspiró.