jueves, 23 de mayo de 2013

“Invictus: Cosntantino, el emperador guerrero”, de Simone Sarasso.

Acabo de terminar esta novela histórica, editada por Planeta,  que el italiano Simone Sarasso ha realizado en torno a la vida del emperador Constantino el Grande, el último gran emperador romano y me ha gustado por diversos motivos. Os cuento.

Sarasso ha tenido buen ojo a la hora de elegir como protagonista de su novela al emperador Constantino El Grande, una de las figuras más influyentes y carismáticas del Imperio Romano, todavía virgen dentro del género histórico, aproximando al gran público su vida sin caer en la hagiografía o la mera sucesión de batallitas. No, Sarasso antepone a la persona -o el personaje- a la figura histórica y antes de caer en la mera novelización de hechos históricos, opta por el acercamiento introspectivo y subjetivo describiéndolo con sus luces y sombras mediante un estilo directo, moderno y conciso, poco habitual en los cultivadores del género histórico y que se acerca más al reporterismo gonzo al  incorporar el narrador su propio punto de vista subjetivo cargado de humor e ironía .

De este modo, y de una manera fluida, las poco más de seiscientas páginas de la novela se convierten en una amena lectura en la que se nos narrará  la vida de Constantino desde su nacimiento hasta su muerte, una vida en la que el emperador fue protagonista de un tiempo turbulento y trascendental en el que volvió a unificar el Imperio bajo su mando hasta alcanzar su máxima extensión territorial y legalizó y protegió el Cristianismo con el famoso Edicto de Milán, como grandes logros históricos aun cuando para ello tuviera que guerrear, conspirar y sacrificar a sus seres queridos.

Sarasso realiza un documentado recorrido de la vida del hombre centrando la novela en el desarrollo introspectivo del personaje para que, a lo largo de la novela, asistamos a su evolución desde sus inseguridades infantiles como hijo de Helena, una stabularia, y Constancio Cloro, un César ausente, a los que abandona para ser tutelado por el todopoderos Diocleciano y convertirse en un soldado hasta su conversión en un solitario y amargado todopoderoso Emperador anciano. Sarasso rellena con sus propios comentarios subjetivos, en ocasiones sardónicos, los huecos que los cronistas dejaron en la vida –sobre todo íntima del emperador- logrando en conjunto que los hechos históricos probados y su opinión de los mismos vertebren una narración entretenida.

En fin, “Invictus: Cosntantino, el emperador guerrero” es una más que notable novela histórica, bastante por encima de la media de los peplums que periódicamente aparecen en el género, y Sarasso se presenta como un interesante autor a seguir. Una novela llamada a convertirse con los años en la continuación natural y contemporánea de los “Yo, Claudio”, Anibal (el bueno, el de Gisbert Haefs) y “Memorias de Adriano” y conocer un poco mejor la imprescindible civilización romana de un modo ameno y entretenido.