domingo, 24 de marzo de 2013

No matemos al mensajero o la crisis infinita de la industria del Cómic en España.



Suponíamos que íbamos a pasar una tarde de sábado tranquila más cuando Antonio Martín, veterano y experimentado editor de cómics en España, nos avisaba desde las redes sociales (El texto se puede leer aquí) de lo mal que anda la industria del cómic en España, dejando caer incluso una pullita a los defensores de la novela gráfica que hizo que algunos de estos contestaran por el mismo canal enquistándose de nuevo un debate que podría haber sido constructivo y del que podían surgir ideas para contrarrestar en la medida de lo posible la crisis del sector y del medio.

Más allá de lo de la lucha en torno a novela gráfica, sí o novela gráfica, no, que se ha convertido en los últimos años en una especie de guerra teológica en la que autores, editores, teóricos, críticos, divulgadores y aficionados que tengo por inteligentes se enrocan en torno a agravios reales o imaginados en un debate que no va a ninguna parte, el señor Martin avisa de una situación desesperada de algunas editoriales, en particular, y de la Industria, en general,  a la que todos los que de algún modo u otro amamos los tebeos, cómics, novelas graficas y demás denominaciones deberíamos prestar oídos para aportar ideas constructivas.

La crisis de la industria del Cómic en España, que nunca ha sido excesivamente boyante por  lo que la histórica opacidad en torno a sus cifras deja intuir,  en esta ocasión está intrínsecamente relacionada con la galopante crisis nacional e internacional que padecemos y que lleva según la prensa a que uno de cada cuatro españoles sea pobre…Y los pobres ni van al cine, ni van al fútbol, ni mucho menos compran tebeos o novelas gráficas que a la fuerza se han ido encareciendo para convertirse en un producto de lujo alejado cada vez más de los formatos populares que florecieron en sus mejores épocas. De ese modo difícilmente la innegable calidad media de los cómics contemporáneos llega realmente a la gente. En ese sentido, no deja de ser curioso que la industria del cómic se formó precisamente en las décadas posteriores al Crack del 29.

La industria del Cómic patria ha tenido su propia burbuja en los años previos y ahora como tantas otras ha estallado debido a su propia precariedad y al exceso de oferta y diversidad autoral frente a una demanda de unos pocos ¿cientos? de abnegados y fieles aficionados que no pueden absorber tanto título y menos en un panorama de depresión económica como la actual. La solución no es sencilla pero en todo caso pasará por ganar lectores de los que compran tebeos y no solo los leen lo que ha de suponer un replanteo de los modelos editoriales actuales que pase por la divulgación y el abaratamiento de los formatos.

Es cierto que las noticias de Antonio Martín no son nuevas ni sorprendentes pero es un mal comienzo matar al mensajero y confundir el debate que propone con otras cuestiones bizarras de forma que hasta el momento no han hecho más que enquistar el mundillo de la viñeta porque más allá de las cuestiones de estilo en el fondo están en juego puestos de trabajo y  pequeños negocios.

En este caso las gentes de las viñetas deberían remar todas en la misma dirección, opino. Ahora que cada cuál haga lo que quiera o lo que pueda.