lunes, 11 de marzo de 2013

“Los Muertos Vivientes 17: Algo que temer”, de Robert Kirkman y Charlie Adlard.


Y llegó por fin el esperado decimoséptimo tomo de “Los Muertos Vivientes” en el que se recogía el tan aclamado número 100 en el que Kirkman se iba a sacar un nuevo giro argumental que, aparte de sobrecogernos, iba a otorgarle un nuevo impulso a la serie para mantenerse al menos otros cien números más. Y sin embargo, el nuevo arco que se desarrolla de los números 97 a 102 de la numeración norteamericana, está simplemente bien y es cierto que en el mismo Kirkman se desprende de dos personajes de peso, uno de los cuáles era uno de los personajes más antiguos y queridos de la serie, pero no deja de ser síntoma del desgaste de la serie que toda su truculencia y dramatismo no haya logrado ni de lejos calarme para alcanzar la trascendencia y el impacto pretendido por el guionista.

Rick y los suyos han llegado a un acuerdo con la comunidad de La Cima para otorgarles protección y librarles del grupo de Negan y sus secuaces a cambio de suministros y colaboración. Sin embargo, Rick ha cometido un error fatal subestimando a Negan y sus fuerzas, y pronto descubrirá a costa de la vida de algunos de sus mejores amigos lo vengativo, implacable y destructivo que su nuevo enemigo puede llegar a ser.

A más de uno sospecho que le va a decepcionar un tanto este nuevo arco argumental que tantas expectativas generó al coincidir con el numero cien de la serie. Y, en el fondo, no es que la historia esté mal y Kirkman administra como pocos los tiempos para que la muerte de uno de los más queridos personajes de la serie resulte sobrecogedora y terrible, los cliffhangers y los diálogos son frescos y excelentes y todo el arco está resuelto con acierto. Pero, sin embargo, por otro lado, la sensación general que deja el tomo es que no aporta nada novedoso a lo que ya se desarrolló en otras ocasiones y que Negan y su monólogo sociópata se asemeja demasiado a la locura del Gobernador y sus secuaces. 

Eso sí, el arco argumental refuerza algunas de las constantes filosóficas de la serie mostrando como en este nuevo mundo en el que los zombis cada vez tienen menos más importancia en las relaciones entre los  humanos supervivientes impera la ley del más fuerte y la necesidad de adaptación a las nuevas circunstancias  se convierte en la clave para sobrevivir. Y es que, a pesar de ello, uno no puede dejar de percibir la sensación de agotamiento tanto en las ideas desarrolladas y las fórmulas planteadas como en el agotamiento de los propios personajes, algunos de los cuáles como Rick parecen incapaces de dar más de sí.

Lo peor con todo, sigue siendo el dibujo de Charlie Adlard cada vez abusando más de la repetición de viñetas y la ausencia de fondos y escondiendo cada vez menos sus evidentes carencias (¿Os habéis fijado lo raro que cogen todos los personajes las armas de fuego?). Adlard es desde hace algunos arcos la gran rémora de la serie y lleva tiempo pidiendo un relevo que no parece que se vaya a producir.

En fin, sin ser tan sobrecogedor como se esperaba “Algo que temer” es un arco correcto con el que esta estupenda y mediática serie sobrepasa el centenar de números a la espera –salvo sorpresa mayúscula- del final digno que ya va reclamando. Y es que no lo hemos pasado tan bien durante todo este tiempo sería una pena que Kirkman, por cuestiones extrínsecas a la propia historia (ventas, televisión, etc…), no diese a la serie el gran final que “Los Muertos Vivientes” merece y la dejase languidecer hasta el agotamiento. En los próximos meses lo comprobaremos.