martes, 10 de diciembre de 2013

“Green Arrow: La máquina de matar”, de Andrea Sorrentino, Jeff Lemire, Ann Nocenti, Judd Winnick y Freddy Williams II.





No suele ser un buen réclamo para una serie  de cómics el constante cambio de equipos creativos. Más, si como en el caso del “Green Arrow” del NUDC, la serie y el personaje protagonista cuentan con la ventaja añadida de poder beneficiarse del tirón mediático que la exitosa versión televisiva “Arrow”  le proporcionan y aún así los autores de los cómics no son capaces de sacar provecho del mismo. 
Y es que hasta que han desembarcado en la serie el actual apagafuegos de DC Jeff Lemire y el dibujante italiano Andrea Sorrentino para enderezar una serie que deambulaba sin rumbo la cosa no ha empezado a funcionar y resultar interesante. En este segundo tomo de la serie publicado por ECC EdicionesGreen Arrow: La máquina de matar” se recogen el número cero (en el que se incide en el origen del personaje, guionizado por Judd Winnick, en su versión NUDC), y los números 15 a 21 de la serie regular con el traspaso de poderes de los discretísimos Ann Nocenti y Freddy Williams II al nuevo equipo creativo.

Oliver Queen es un joven multimillonario que ha heredado un inmenso emporio económico pero además es Green Arrow un superheroico arquero dispuesto a desfacer entuertos gracias a su excelente puntería entrenada durante sus años de naufrago solitario en una isla repleta de peligros. Green Arrow ya es una figura popular en Seattle, sin embargo su encauzada doble vida se va a romper en pedazos cuando entra en escena Komodo, un arquero incluso más habilidoso que él y parece conocer todos sus secretos y el de su padre. Komodo parece dispuesto a acabar  con todo lo que le importa a Green Arrow, desde sus negocios hasta sus ayudantes, y para frenarle GA solo cuenta con la crítpica ayuda del misterioso Magus.
Mira que me sabe mal que una guionista del talento de Ann Nocenti se haya se haya despedido con unos números tan olvidables como los que ha publicado en la actual etapa de  “Green Arrow”, pero no puedo dejar de alegrarme del cambio de equipo creativo porque en este primer arco argumental Lemire ha sabido reconducir la situación con acierto para ofrecer algo ilusionante, que no habíamos atisbado en todos los números precedentes: una historia interesante y un proyecto aparentemente a largo plazo para seguir desarrollando la nueva versión de Green Arrow. 

No se puede decir que  Jeff Lemire  haya  sido muy original en su planteamientol pero ha desarrollado con oficio una versión del personaje que recuerda por momentos al “Daredevil” milleriano para convertir al protagonista en la diana de una serie de fuerzas que no comprende y de Komodo, un archienemigo a medio camino entre Kingpin y Bullseye, dispuesto a exigirle en todo momento el máximo. Por otro lado, se agradece además que Lemire se haya alejado en lo posible del tono de la serie televisiva implantando con éxito un nuevo enfoque que de momento resulta esperanzador.

En el aspecto gráfico, también hemos salido ganando con el cambio ya que el discretísimo Freddy Williams II ha sido sustituido por el interesante Andrea Sorrentino del que ya veníamos disfrutando en las páginas de “Yo, vampiro".

En “Green Arrow”, Sorrentino amplía sus registros y se quita un poco de encima el rígido corsé fotorrealista inspirado en Jae Lee que tanto se ha asociado a su estilo hasta ahora, para ofrecer un dibujo más fluido y rico en lo en lo compositivo, interpretando hábilmente algunos de los espectaculares recursos que Aja ha presentado en la serie del arquero de la competencia, Hawkeye”. Sorrentino realiza un estupendo trabajo en este arco argumental y  parece entenderse de maravilla con Lemire por lo que espero que el equipo  se consolide.

En fin, “Green Arrow: La máquina de matar” es un TPB que ofrece en perspectiva lo mejor y lo peor de lo que ha sido la trayectoria del arquero esmeralda en el NUDC y supone un punto de inflexión en la serie, proponiendo el nuevo equipo creativo un un proyecto a largo plazo esperanzador, siempre y cuando desde la editorial les dejen desarrollarlo. Esperemos que así sea.

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