jueves, 22 de noviembre de 2012

“El Universo DC de Alan Moore (2): Las Historias de Superman”, de Alan Moore y VVAA.





Siguiendo con el repaso  iniciado ayer del volumen “El Universo DC de Alan Moore” toca comentar las tres historias de Superman realizadas por Moore que se me antojan tienen una importancia capital en la evolución posterior del personaje ya que Moore, de forma decidida, se dedicó a humanizar al hasta el momento todopoderoso Superman de la Edad de Plata mostrando sus debilidades.

En esta terna de historias Moore plantó la semilla al Superman moderno que se desarrollaría a lo largo de las décadas posteriores y que parte de la concepción de Superman como un Dios que se esfuerza por ser un hombre a pesar de su inhumanidad, ideas que el mismo ya había planteado en “Marvelman” (“Miracleman”) y que en cierto modo continuaría desarrollando en “Watchmen” y “Supreme”. Moore estructura las historias de un modo muy convencional aprovechándose de las desgastadas convenciones sobre el personaje para incorporar sus novedosos planteamientos.
 De este modo, en “Para el hombre que lo tenía todo” realizada junto a Dave Gibbons y publicada originalmente en “Superman Annual 11” en 1985,  el día de su cumpleaños Superman es víctima de una planta parasitaria extraterrestre que tiene la propiedad de mostrar lo más deseado por el huésped, la piedad negra, y le deja en un estado catatónico hasta provocar su muerte por inanición. Mientras Superman vive en su mente prisionero de una fantasía acerca de cómo sería su vida en Krypton, en la Fortaleza de la Soledad, Batman, Robin y Wonder Woman intentan sacar a Superman de un letargo que le llevará a la muerte. El éxito de la historia radica en el distanciamiento socarrón con el que Moore se toma la inteligente trama repleta de bromas jugando a ironizar sobre los tópicos pueriles de la Silver Age  - no deja de ser conmovedor ver a los superhéroes acudir a celebrar el cumpleaños de Batman como si de niños se tratasen- al tiempo que plantea con coherencia los anhelos ocultos de Superman, un desterrado en la Tierra, de  llevar una vida convencional en el paraíso perdido de Krypton, aun cuando este no fuese precisamente su soñado mundo ideal y acabara comprobando que tampoco encajaría allí. 
Moore desarrolla “Para el hombre que lo tenía todo la historia en un inteligente planteamiento en paralelo entre las fantasías provocadas por la planta y la realidad naif hasta desembocar en un desenlace convencional en el que Superman es liberado y se enfrenta furioso al supervillano que urdió el plan y le manipuló. Moore juega, durante buena parte de la historia,  a contrastar la "realidad" naif de los superhéroes de la Edad de Plata frente a la dureza del tratamiento de las fantasías de un Kal El convencional que asiste impotente a como en Krypton su propio padre apoya la implantación de un régimen totalitario claramente inspirado en el nacional socialismo alemán.  Las bromas se suceden ante los ojos del lector de la época que veía fascinado al otrora invencible y conervador Superman colocado a su pesar mediante una planta parásita a medio camino de los ultracuerpos de Kauffman y los alien de Ridiley Scott que a su pesar le abre otro plano de conciencia  y veía como  la broma final consistía en que la clave de la victoria de los héroes más carismáticos del panteón de DC  radicaba en el joven e inexperto Jason Todd, por entonces el nuevo Robin, con lo que en cierto modo Moore estaba ya denunciando la ingenuidad de las historias que se venían planteando en décadas anteriores, usando las mismas convenciones que se habían sobreexplotado en años previos. El dibujo de Dave Gibbons es brillante y la compenetración con Moore absoluta con lo que no es de extrañar que fuese el elegido por este para dibujar “Watchmen”. En cierto modo, “Para el hombre que lo tenía todo” supone una auténtica revolución silenciosa en el modo de entender a Superman y uno de los precedentes directos de lo que luego sería “Watchmen”.

La segunda historia es “Los Confines de la Jungla”, publicado en “DC Comics Presents #85”, de ese mismo año, dibujado por Rick Veitch y entintado soberbiamente por el gran Al Williamson. Una historia en la que Moore vuelve a tomar como referente las clásicas historias de EC para presentar a un moribundo Clark Kent que huye al volante sin destino. Conforme avanza la historia, por inteligentes flashbacks, iremos descubriendo que Clark/Superman se ha visto infectado por una planta alienígena procedente de Krypton que llegó en un meteorito y tras provocarle el perder el control de sus poderes lo matará inevitablemente. 

Desesperado, Superman huye en coche para acabar teniendo un accidente en el borde del pantano que habita La Cosa del Pantano quién curará al superhéroe. En esta dramática historia, Moore plantea por primera vez la posibilidad de la mortalidad del todopoderoso Superman por algo tan vulgar como una infección y vemos por primera vez la desesperación del siempre impertérrito personaje ante su segura muerte. No es que la idea sea especialmente original ya que tres años antes Jim Starlin ya había matado al Capitán Marvel de cáncer en la fantástica “La muerte del Capitán Marvel”, sin embargo, la historia atrapa al comprobar lo humanas que son las reacciones de Superman enfrentado realmente por primera vez a su propia muerte. El duo Veitch/Williamson realizan un magnífico trabajo.

La última de las historias de “Superman” de Moore es “¿Qué fue del hombre del mañana?”, publicada originalmente en “Action Comics #583” y “Superman #423” en 1986, en la que esta vez Moore enfrentaba a Superman al mayor de sus miedos, que sus enemigos descubrieran su identidad y le atacasen a través de sus seres queridos. Ideada para ser la última historia de Superman precrisis realmente Moore estaba dando carpetazo a toda una época más ingenua de entender el cómic antes de abrir de una patada la puerta a lo que Grant Morrison ha llamado en “Supergods” la Edad Oscura de los superhéroes. Inteligentemente planteada a través de la narración interpuesta de una Lois Lane madura que explica a un periodista el último combate de Superman antes de morir del que fue la única testigo. Sin embargo, el lector poco a poco,  va comprobando por indicios y la propia narración que los rumores sobre la muerte de Superman eran infundados y Lois no le cuenta todo al periodista ya que Superman mediante un subterfugio ha decidido renunciar a su vida de superhéroe tras haber roto con su regla básica de no matar y llevar una vida ordinaria como un ciudadano anónimo del Medio Oeste norteamericano. En esta historia, Moore acaba de humanizar por completo a Superman haciendo que renuncie a su autoimpuesta obligación de erigirse en paladín de la Tierra abriendo las posibilidades a que en el futuro otros tomasen el relevo y mostrándolo como un ser falible incapaz de mantener su rígido código de conducta. La histora en dos partes fue dibujada magistralmente por Curt Swan apoyado primorosamente por George Perez y concede a Superman y Lois un "happy end"·a la altura de los servicios prestados en épocas anteriores cerrando mediante un hábil recurso de cuarta pared la Edad de Plata de Superman.

En fin, estas tres historias de “Superman” tienen una importancia radical para entender la evolución posterior del concepto de Superman y fueron el broche de oro a la Edad de Plata de los superhéroes. Sin duda, lo mejor estaba todavía por llegar.

Más sobre El Universo DC de Alan Moore, aquí y aquí.