domingo, 4 de noviembre de 2012

“Capitán América: American Dreamers”, de Ed Brubaker y Steve McNiven.




¿Cuántos relanzamientos ha visto la serie del “Capitán América” desde que Ed Brubaker se ha hecho cargo de los guiones? ¿Dos?¿Tres? Sí, creo que tres pero lo mismo son cuatro…Resulta curioso de cómo está el patio que hasta una etapa unánimemente alabada se haya visto tan afectada por los intereses editoriales. El último, que no ha afectado –con buen criterio- a la numeración del actual volumen que viene publicando Panini, tuvo como excusa captar nuevos lectores que se enganchasen a un nuevo número uno coincidiendo con el estreno de la película de “Capitán América”. Si esa fue la estrategia, espero que la magia del número uno haya persistido intacta porque ante la alucinógena historia que montó Brubaker en “American Dreamers” –recogida en los números 14 a 17 de la edición española- los chavales no creo que se hayan atrevido a probar con el anodino dos.

El Capitán América, Nick Furia, Sharon Carter y Bum Bum Dugan acuden al funeral de la antigua novia del Capitán América y tía –ahora que antes era hermana-  de Sharon, Peggy Carter en París. En el funeral son atacados por una nueva célula de Hydra liderada por Bravo, un antiguo camarada al que dejaron tirado en un mundo alternativo en la II Guerra Mundial cuando al chaval que hacía de portal le dejaron en coma. A lo largo de los distintos números, el capi y sus colegas irán descubriendo los misterios que encierra la vuelta de Bravo en una historia en la que también se las verán con amenazas del calibre de Zemo o la nueva Hydra y el tamaño del…¿Ameridroide?.

Ya podían tener los planes de relanzamiento que tuviesen los jerifaltes marvelitas que Brubaker pasó ampliamente del tema y para este relanzamiento concibió una historia que para un neófito en el Capitán América le parecería chino si solo contaba con la referencia de la película. Otra cosa  que cabría preguntarse a los esforzados que seguimos la serie desde más o menos siempre es que se había fumado Brubaker cuando concibió esta historia en la que mezcla un tema habitual de la serie –la del Capitán como un hombre prisionero en una época que no es la suya- con un refrito blockbuster de “Little Nemo” como es el personaje este de Jimmy Júpiter, rescatado del Olvido de la añeja Golden Age por un guionista siempre dado a la arqueología.

Brubaker vuelve a repetir el truco que le hizo famoso y que tantas alabanzas le ha proporcionado al recuperar personajes marginales de la rica trayectoria del Capitán América. El problema es que cada vez Brubaker tiene que hilar más fino y rebuscar hasta encontrar personajes como Jimmy Júpiter o el Ameridroide que en esta época volcada hacia un supuesto realismo que limita al personaje no acaban de encajar bien. A pesar de ello, el arco se deja leer y deja abiertas interesantes incógnitas en torno a la nueva Hydra, Zemo y Bravo que a Brubaker –o sus sucesores- podrán darle juego en el futuro.

Buena culpa de la irregularidad del arco  se debe al errático trabajo de un Steve McNiven que fue incapaz dada su lentitud de terminar la historia completando la última entrega Giuseppe Camuncoli. Un McNiven implicado era una buena opción para el relanzamiento y es cierto que le da un aire renovador y moderno a la serie  tras el oficio y esforzado clasicismo de Butch Guice pero solo en contadas ocasiones es capaz de conjugar espectacularidad con sentido narrativo, llegando a caer en ocasiones en viñetas de lo más absurdas (en más de una ocasión parece que los personajes están volando antes que saltando), aparte que el acabado no es todo lo detallado que nos tenía acostumbrados en sus anteriores trabajos para Marvel ("Civil War" y "El viejo Logan") y se acerca más a la simplicidad de "Némesis". Lo suyo es darle a este hombre su tiempo, confianza  y una tila si se quiere que haga un trabajo a la altura de su talento y no que ponga poco más que la firma.

En fin, “American Dreamers” es un arco extraño que conjuga tantos aciertos como errores y en el que se intuyen los síntomas que anunciaban el hartazgo de Brubaker. Su agotamiento tras tantos años en la misma serie y los mismos personajes ya venía siendo evidente desde tiempo antes. Para redondear la experiencia alucinógena recomiendo leerlo escuchando “American Pie” en versión Ska.