lunes, 16 de julio de 2012

“Halcyon”, de Marc Guggenheim, Tara Butters, Ryan Bodenheim y Mark Englert.


 
De la madurez –aunque a veces nos cueste creerlo- del género de superhéroes da buena cuenta la proliferación de obras que, con mayor o menor fortuna, van más allá de las propuestas más convencionales para intentar indagar en torno al concepto de superhéroe y sus consecuencias desde distintas perspectivas.

Toda una generación de autores diversos que incluye nombres tan diversos como Morrison, Ellis, Miller, Milligan, Millar, Kirkman o Busiek por nombrar unos cuantos de los guionistas más destacados de los que me vienen ahora mismo a la cabeza han contribuido a ello con más o menos fortuna consiguiendo el respaldo habitualmente de los aficionados. Sin embargo, en pocas ocasiones han sido capaces en sus creaciones de escapar de  la alargada sombra de la obra cumbre del género crisol de ideas que con mayor o menor fortuna han pretendido explorar y de la que todavía actualmente se nutre el género en lo que es la demostración más palpable de su maestría y en parte fracaso de los autores posteriores. Me estoy refiriendo, claro,  al  “Watchmen”, de Moore y Gibbons. El penúltimo en intentar unirse a ese selecto club de autores ha sido Marc Guggenheim con lsu  miniserie de cinco números “Halcyon”, editada por Image y que acaba de publicar en España en un tomo unitario Planeta.
La premisa de Halcyon es bastante sencilla. Cuando en el mundo empiezan a desaparecer paulatinamente los instintos violentos en la especie humana se alcanza una utópica paz universal que provoca que repentinamente los superhéroes carezcan de sentido y dejen de ser necesarios. Los distintos miembros del supergrupo Halcyon intentan adaptarse a la nueva situación de la mejor manera posible. Sin embargo, hay un héroe – Sabre, un justiciero urbano, rebelde y solitario- que no acepta la nueva Edad Dorada a la que se dirige la Humanidad y empieza a investigar. El resultado de la investigación colocará a los superhéroes ante un dilema crucial.

En el prólogo de la obra Guggenheim señala su admiración por “Watchmen” y como tras ver la adaptación cinematográfica de la serie se le ocurrió la idea sobre la que orbita “Halcyon”, explorar como reaccionarían los superhéroes en un mundo donde ya no tuvieran razón de ser. Resulta honrado por parte de Guggenheim reconocer esa influencia -aunque interponga por medio la más discutible película- pues a lo largo de la lectura de “Halcyon” cualquier que haya leído "Watchmen" no podrá sustraerse a su sombra, pero un poco más tranposillo es que no reconozca los guiños evidentes a la obra de  algunos de los autores mencionados más arriba de los que toma prestados conceptos, situaciones e ideas.

Desmontada por tanto la originalidad de la premisa inicial, “Alcyon” no deja de ser  un tebeo correcto y entretenido pero que conforme va avanzando va perdiendo fuelle y hubiera precisado de algo más de extensión para desarrollar plenamente su potencial inicial, explicando situaciones apenas referenciadas y  dotando  de  máyor  profundidad y compejidad a unos personajes principales excesivamente esquemáticos y con los que resulta difícil empatizar al lector. Guggenheim –que curiosamente forma equipo creativo con su mujer, Tara Butters, guionista de televisión- establece un elenco de personajes protagonistas demasiado plano y tributario a los principales perfiles de los superhéroes icónicos con lo que se ahorra la caracterización al tiempo que abusa de la referencia siendo excesivamente sencillo para cualquiera mínimamente familiarizado con el género reconocer en ellos a otros personajes más famosos buscando centrarse exclusivamente en el desarrollo de la trama  principal. Sin embargo, resulta lastimoso comprobar como a pesar de ello  finalmente la conclusión resulta tan pobre,  anticlimática y confusa, resolviéndose precipitadamente una idea que podría haber dado mucho más de sí.

Poco ayuda de todos modos a Guggenheim el grafismo de Ryan Bodenheim, un dibujante bastante impersonal y plano en la estela del peor Steve Dillon. Bodenheim es un correcto narrador pero su trabajo es frío y da la sensación que no se acaba de creerse la historia ni los personajes que maneja que en definitiva no dejan de ser ecos y homenajes de creaciones de otros que carecen de toda originalidad aun cuando en el material complementario del tomo los autores expliquen el origen de sus diseños.

En "Halcyon", Guggenheim tuvo una  idea  inspirada pero le faltó talento, tiempo o ganas para desarrollarla correctamente, ajustándose finalmente a modelos y convenciones típicas del género que lastran en exceso la historia y esbozando pobremente una historia que podría haber dado algo más de sí con un mejor desarrollo. Un tebeo que gustará más cuanto menos se sepa del género superheroico, sus posibilidades y sus limitaciones.