viernes, 1 de junio de 2012

“Criminal 6: El último de los inocentes”, de Ed Brubaker y Sean Phillips.


Llevaba denunciando en las últimas entradas dedicadas a “Criminal”, la serie hard boiled realizada por Ed Brubaker y Sean Phillips, un preocupante acomodamiento que hacia la serie predecible y sin chispa. No es que las nuevas historias hilvanadas por Bru y dibujadas con primor por Phillips adolecieran de graves defectos, al contrario eran canónicas en su ortodoxa traslación de las convenciones del género, pero sí habían perdido  la frescura y la expectación que las primeras  ofrecieron. Y, con este panorama desalentador,  llegamos a la sexta entrega de la serie que acaba de publicar Panini, "El último de los inocentes", sorprendiéndonos los autores con la que es la mejor historia de la serie, no solo por su excelente guión sino por su atrevimiento a la hora de aportar novedades gráficas que replantean las posibilidades del género en el medio homenajeando al mismo tiempo dversas publicaciones clásicas del cómic norteamericano.

El último de los inocentes” desarrolla un tema clásico dentro del género negro, el del marido que planea matar a su esposa, a través de la primorosa caracterización del protagonista Riley Richards, el aparentemente perfecto triunfador que tanto idealiza la sociedad norteamericana que, en realidad,  bajo su estudiada puesta en escena  esconde a un tipo siniestro y cerebral dispuesto a conseguir sus objetivos a cualquier precio. De este modo,  a pesar de casarse con la bella hija del hombre más rico de su pueblo en el pasado, el descontento Richards, de regreso a este a raíz de la enfermedad de su padre se reencontrará con sus antiguos amigos y rememorará su pasado ideando un astuto plan para acabar con su esposa sin perder su herencia.
Brubaker ha desarrollado en “El último de los inocentes” una absorbente historia de personajes oscuros y autocomplacientes aprovechando los flashbacks de los idealizados recuerdos del protagonista para ofrecer una visión ácida y descreída del edulcorado sueño de la juventud americana de los años sesenta. El guionista, como ya nos tiene acostumbrados en esta serie, demuestra su amplio conocimiento del género usando como inspiración más que evidente en ocasiones a James Ellroy y construye una trama sólida en la que se entrecruzan marginalmente algunos de los protagonistas de anteriores arcos que contentará a los lectores más conservadores.


Sin embargo, es en los detalles y en el acabado gráfico donde se nota la ambición del equipo creativo, que  ha dado un paso adelante homenajeando de manera más o menos evidente algunas de las principales publicaciones de cómics de los años sesenta. Por un lado, con la relectura del protagonista de un número de “Crime don’t pay”, la clásica publicación de género negro  que sirve de inspiración a sus planes y, por otro, con  la plasmación de los recuerdos idealizados de los protagonistas  imitando la estética naif de Bob Montana, padre gráfico de la revista "Archie", cómic  romántico sobre antonomasia protagonizado por una panda de chavales adolescentes, en un guiño a dos de las grandes corrientes temáticas de los comics books de los sesenta. Esa introducción de una nueva estética aporta al lector una mayor riqueza de matices aprovechando Phillips magistralmente las posibilidades únicas del medio a la hora de trasladar al lector más medios para entender la compleja psicología del personaje protagonista contrastando fuertemente el dibujo amable a imitación del de Montana de los recuerdos idealizados del protagonista tanto con la crudeza de los hechos narrados, impensables en la publicación original como con la sobriedad del estilo realista y expresionista habitual que Phillips utiliza para narrar la historia en el presente.



No creo que me equivoque mucho en considerar “El último de los inocentes” el mejor trabajo de Phillips y Brubaker hasta la fecha y todo un sopapo a aquellos que considerábamos que “Criminal” era una serie que empezaba a acusar cierto agotamiento, dando sus autores toda una lección de cómo renovar el interés de su propuesta manteniéndose absolutamente fieles a sus principios a través de uno de los mejores tebeos que he leído a lo largo del año y poniendo el listón muy alto para las próximas entregas. Habrá que ver si son capaces de superarse. Yo ya no lo dudo.