viernes, 25 de mayo de 2012

Estrella del Norte se casa….¿Y?


Pues eso, que estoy muy aburrido del tema este de que casen al díscolo quebequés Jean Paul Beauvier y el revuelo mediático en torno a la “primera boda gay” de los cómics de superhéroes.

Ni es la primera boda entre superhéroes homosexuales y ni siquiera es el único superhéroe homosexual de la Casa de las Ideas, pero más allá de la inevitable poca documentación de los medios generalistas y el predecible veto de los fundamentalistas de turno que a buen seguro ayudarán a subir las ventas aunque solo sea por llevarles la contraria, poco podemos esperar si entre los propios especialistas lo poco que se destaca a estas alturas de la fiesta es que un muchacho se casa con otro muchacho y su repercusión en los medios sin contextualizar la noticia.

Es estupendo que los cómics de superhéroes estén abiertos a la sociedad y el mundo mostrando la pluralidad humana pero eso no es noticia. De hecho, la homosexualidad en los cómics de superhéroes –por no hablar del Cómic en general- no es noticia y, de hecho, sin tanto marketing pero con mayores posibilidades creativas ha estado presente, ciñéndonos únicamente al género superheróico, desde que a principios de los años ochenta del siglo pasado John Byrne lo introdujera en una serie marginal (pero de culto de las de verdad) como fue “Alpha Flight” al caracterizar a Estrella del Norte (como lo conocemos en España desde hace treinta años cuando empezó a publicar la serie Comics Forum y no Northstar como ahora parece que se empeñan en llamarle). O cuando, en la inevitable “Watchmen” de Moore y Gibbons, pocos años más tarde, volvía a tocarse el tema de pasada al hacerse alguna inteligencia velada a la sexualidad de uno de los personajes secundarios. Por tanto, que no nos descubran el mundo: hace más de treinta años sí que era rompedor y valiente presentar a superhéroes abiertamente –bueno, no tan abiertamente- gays. Pero ello, hoy por hoy no debería ser noticia y que lo sea es señal de lo poco que ha evolucionado el género en estas décadas.

Para mí lo interesante de la boda de Estrella del Norte consiste en que me contesten a estas preguntas…¿Es una buena historia?¿Evoluciona el personaje?¿Evoluciona el género?¿O simplemente estamos ante la penúltima maniobra chusca para, aprovechando los elementos más anecdóticos del evento,  vender más tebeos malos como parece ser, teniendo en cuenta que la competencia ahora se descuelga con la rocambolesca idea de hacer cambiar la identidad sexual de uno de sus personajes emblemáticos?. Si solo estamos ante  este último caso, mi  enhorabuena a los ejecutivos que han sabido buscarse el hueco en los medios para publicitar su producto y mi condolencia a los que comparten como yo la idea que el género superheróico puede dar mucho más de sí. Solo una última consideración a esos visionarios: para que los potenciales lectores que hayan ganado se mantengan tras esta brillante operación comercial hay que dejar que los guionistas y los dibujantes cuenten con la libertad creativa para usar el potencial del género para construir utopías originales y novedosas que nos inspiren y no cíclicos infantilismos huecos protagonizados por personajes planos. Historias como las que hace treinta años sin apoyo de prensa, televisión ni Internet se atrevieron a escribir los señores Byrne y Moore y engancharon para bien o para mal a toda una generación de chavales – y no tan chavales- entre los que me hallé con ideas y conceptos  de los que las grandes editoriales y muchos de sus guionistas siguen viviendo.

De otro modo, esta boda gay no deja de ser una anécdota destinada al olvido tras, como decía Warhol, sus cinco mínutos de gloria.