miércoles, 11 de abril de 2012

“Apocalipsis Z: La ira de los Justos”, de Manel Loureiro.

Algunos escritores buscan el éxito desesperadamente sin lograrlo toda una vida y a otros  les avasalla casi por casualidad. Esto es lo que le pasó al gallego Manel Loureiro con su trilogía de terror Apocalipsis Z”. Lo que empezó siendo un blog para cuatro amigos acabó convirtiéndose merced al renacimiento de lo zombi –no, no es un juego de palabras- de hace unos años y a la originalidad de la propuesta del autor en el embrión de una primera novela publicada que sorprendió por su calidad a propios y extraños en un país en el que el terror –y más el terror zombi- tiene tan poco seguimiento. Subido al carro de las trilogías casi por accidente, Loureiro tuvo que aprender el oficio de escritor a marchas forzadas lo que acabó notándose en exceso en su segunda entrega de su “Apocalipsis Z”. Con cambio de editorial por medio, el año pasado apareció la conclusión de su “Apocalipsis Z”, “La ira de los Justos”, una novela en la que el gallego debía de refrendar que era algo más que un aficionado con suerte.

En esta última entrega, los tres supervivientes protagonistas (cuatro contando al gato) son recogidos en medio del mar por un petrolero. Lo que en principio parece que va a ser el principio del fin de todas sus penalidades al encontrar la única ciudad norteamericana que ha resistido a la plaga de los No Muertos. Sin embargo, pronto los amigos descubrirán que la nueva Gulfport y sus dirigentes pueden ser un lugar y unos monstruos peores que los zombis.

En “La ira de los Justos”, Loureiro parece haber tomado buena nota de algunas de las debilidades de “Los días oscuros”, su segunda novela –en realidad, por estructura, primera- sin renunciar por ello a la agilidad narrativa, la documentación en torno a las localizaciones y herramientas y las constantes sorpresas en la trama que eran sus principales puntos fuertes. Es cierto que Loureiro transita por lugares comunes al género fantástico y que en el fondo ninguna de sus aportaciones resulta excesivamente original, pero el escritor gallego tiene la suficiente habilidad para jugar con todos esos estereotipos que toma de aquí y allá logrando que su última novela resulte más sólida y entretenida que la inmediatamente anterior evitando, eso sí, cualquier atisbo de complejidad que la trama y los nuevos personajes podrían haber posibilitado y optando por no alejarse de las formulas del agradecido best-seller ideado para un público mayoritario. No es Cormac McCarthy pero cumple honradamente.

La ira de los Justos” es una más que correcta conclusión para la trilogía y libera a Loureiro para que, ya con más rodaje y oficio, emprenda nuevas y más ambiciosas aventuras literarias. De él depende.