jueves, 19 de enero de 2012

“Long John Silver: El Laberinto Esmeralda”, de Lauffray y Dorison.



Tercera entrega de las nuevas aventuras del inmortal pirata de Stevenson Long John Silver de la mano de los competentes Xavier Dorison y Laurent Lauffray. Un álbum editado por Norma Editorial gráficamente impecable pero que argumentalmente deja bastante que desear al no pasar nada especialmente reseñable tras las dos entretenidas entregas anteriores y limitándose a preparar el terreno para la conclusión que tendrá lugar en un cuarto álbum que se está demorando demasiado (aquí y en Francia).

Tras hacerse con el Neptune, Silver y los amotinados se dirigen a la ciudad de donde esperan hacerse con el tesoro perdido de Guayanacapac. Sin embargo, el mapa se ha perdido y solo cuentan para llegar a su destino con la guía del poco fiable Moc. En un ambiente enrarecido por las disensiones internas, los piratas se adentran en los meandros del Amazonas a través de un paso secreto y descubren lo que queda del barco de Lord Hastings y los primeros indicios de la ciudad perdida cuando misteriosamente empiezan a desaparecer miembros de la tripulación.



Como decía, lo cierto es que a este correcto álbum le falta algún elemento impactante que llame la atención. Dorison se limita a desarrollar dignamente las incidencias del viaje de los amotinados hacia la Ciudad Perdida, reflejar la tensión que crece entre la tripulación y el ambiente que les rodea dejando todo preparadito para desvelar todos los misterios en el álbum que cerrará la serie, siendo lo más atractivo de este tercer álbum el tratamiento de los personajes, ahondando en las personalidades de dos de los principales protagonistas, los ambiguos Long John y Vivien Hastings.Mucho más destacable es el apartado gráfico en el que Lauffray sigue brillando a gran nivel y convirtiendo cada viñeta en un deleite para los sentidos. Si ya habíamos comprobado su virtuosismo no exento de modernidad para describir distintos ambientes de época urbanos en el primer álbum y eminentemente marinos en el segundo, en este tercero se recrea con los magníficos paisajes selváticos y los manglares por los que avanza el Neptune y las colosales figuras de la civilización perdida. Lauffray se encarga de documentarse hasta el último detalle y el poder evocador de sus dibujos enorme sin descuidar por ello la fluidez de la narración.


"El laberinto esmeralda” cumple su función sobradamente que es dejar al lector con ganas de saber qué va a pasar a continuación y comprobar como los autores concluirán esta más que correcta aventura de piratas en la que nos han embarcado. Esperemos que a lo largo de este año podamos descubrirlo.