viernes, 31 de agosto de 2012

“El poder de las tinieblas”, de John Connolly.

Ya comenté por aquí que me había gustado “Todo lo que muere”, la primera de las novelas  protagonizadas por el atormentado detective Charlie Parker y escritas por el  irlandés John Connolly, así que, tras un tiempo prudencial para airearme con otras lecturas, he retomado la serie con “El poder de las tinieblas”, la segunda entrega de la serie.


Uno año después de los hechos narrados en la primera entrega, nos encontramos con un Charlie Parker que intenta rehacer su vida volviendo a la casa de su juventud en los bosques de Maine. Sin embargo, Parker no encontrará la paz que ansía y se verá envuelto en nuevos peligros cuando una transacción entre mafiosos sale mal y el suicidio de una aterrorizad anciana se conectan para enfrentarle a antiguos asesinos escondidos en los profundos bosques de Maine y en su pasado.

 
El poder de las tinieblas” es una novela absorbente, que no desmerece todo lo positivo ofrecido en la primera entrega. Connolly ofrece una evolución lógica a los principales personajes que orbitan en torno al atormentado Charlie Parker y desarrolla con éxito una trama compleja y absorbente en la que, de nuevo, los sanguinarios serial killers y los ambiciosos mafiosos se convierten en sus principales antagonistas.

 
La trama detectivesca está resuelta con oficio, aplicando una fórmula en la que Connolly incorpora a la base de la trama de intriga dosis de terror psicológico y elementos sobrenaturales que ponen en tela de juicio la cordura del protagonista. Es precisamente esos momentos que podríamos llamar oníricos los que suponen el mayor lastre de una historia, por otro lado, de nuevo bien documentada y en la que el autor  recrea para nosotros el profundo Maine con un dominio apabullante que a veces durante la lectura  me ha hecho preguntarme si a Connolly no  habrá usado de negro al mismísimo Stephen King.

Tras acabar “El poder de las tinieblas me queda la duda sobre hasta cuándo Connolly será capaz de aplicar la fórmula de éxito que ha encontrado sin acusar desgaste. Según parece, la cosa debe seguir funcionándole bastante bien porque la serie ya va por la duodécima entrega. Si acaso cuando pruebe con la tercera ya os cuento si me sigue convenciendo.

jueves, 30 de agosto de 2012

“Green Manor”, de Fabien Vehlmann y Denis Bodart.



Otro de esos tebeos intersantes que se publican al otro lado de los Pirineos y que cuando aparecen aquí  parecen pasar con más pena que gloria ha sido “Green Manor”, publicado por Dibbuks hace unos meses en una bonita edición a la que el único pero que podría ponérsele es su reducido tamaño de reproducción que asemejaba las formas de un libro antiguo en el que se recopilan los tres álbumes que originalmente componían la serie de Fabien Vehlmann y Denis Bodart.
En el Londres victoriano, un alienista acude a un manicomio para entrevistarse con un antiguo mayordomo del exclusivo club Green Manor. El criado ha enloquecido como consecuencia de los años pasados trabajando en el club, donde fue testigo mudo de las historias de asesinatos y estafas que sus miembros compartían en las tertulias de sus salones y que relatará a su médico.
A partir de esta entradilla, Vehlmann desarrollará dieciséis historias de una extensión aproximada de siete páginas inicialmente publicadas en la revista “Spirou” en las que homenajea e autores de la talla de Conan Doyle, London, Poe o Leroux y evoca los inicios del género de intriga y el pastiche decimonónico. Vehlman, uno de los guionistas jóvenes –bueno, ya no tanto- más talentosos de la BD comercial desarrolla con eficacia intrigantes y entretenidas tramas, alguna de las cuáles podrían incluso haber merecido una mayor extensión, cuya única coincidencia es su inicio en los salones de Green Manor sin guardar ninguna otra conexión entre sí.
En el aspecto gráfico, el dibujante belga Denis Bodart realiza un maravilloso trabajo a la hora de reflejar con todo detalle las distintas localizaciones en las que se desarrollan estas historias con un estilo evolucionado a partir de las premisas de la Escuela de Marcinelle (Franquin, Le Gall, Conrad…) que desarrolla con eficacia y dinamismo
En fin, “Green Manor” es uno de esos hermosos y honrados trabajos de género que no mercería caer en el olvido. Que tome nota al que interese.

miércoles, 29 de agosto de 2012

“El Fantasma de Hoppers”, de Jaime Hernández.


La verdad es que cada vez me sorprende más lo del paso del tiempo. Y ya no es que necesite días de 28 horas para conciliar trabajo, vida personal y aficiones, sino que, además, para cuando quiero darme cuenta una lectura que creía pendiente desde hace solo un par de meses la tengo aparcada desde hace ocho. Esto me ha pasado con el último recopilatorio publicado por La Cúpula de las “Locas” de Jaime Hernández, “El Fantasma de Hoppers”, que pensaba que llevaba menos tiempo entre los pendientes y ya llevaba acumulando polvo desde finales del año pasado.
A Jaime Hernández y sus creaciones no le debe pasar lo mismo que a mí, ya que a pesar de los obstáculos que pone La Cúpula para leer con continuidad lo que se supone que es una novela-río – el material de este tomo publicado originalmente en el primer lustro del 2000 y se situaría entre “Penny Century” y “La Educación de Hopey Glass” ya publicados en España y que dejaría solo pendiente de publicación el material de el segundo volumen de “Love and Rockets”- construida por multitud de personajes interrelacionados vertebrados a través de tres principales- Hopey, Maggie y Penny- solo falta sumergirse en sus primeras páginas para reintegrarnos en ese hermoso universo paralelo que el tiempo no desgasta y la calidad de sus historias se mantiene inalterable año a año y década a década.
Esta ¿nueva? entrega se centra en uno de los personajes principales de la serie, la rellenita Maggie Chascarrillo, que intenta rehacer su vida como gerente de unos apartamentos habitados por particulares inquilinos, alejada de Hoppers, la barriada de emigrantes en la que se crió y de su añorada Hopey con la que sigue manteniendo una inclasificable relación sentimental. Maggie iniciará una amistad con Vivian, una voluptuosa azafata de televisión, que la traerá más de un problema y la enfrentará directamente con los fantasmas de su pasado.

 


Como digo, “El fantasma de Hoppers” quizás no sea el mejor tomo para iniciarse en el particular universo de ficción ideado por Jaime Hernández pero es un tomo tan bueno como cualquier otro para apreciar la calidad de uno de los mejores narradores gráficos en activo. Jaime, bajo la aparente sencillez de su trazo y sus planos medios, amalgama con maestría una compleja historia en la que coquetea con distintos géneros –del slice of life al thriller psicológico o el enredo- y que se mantiene gracias a la profundidad y coherencia de unos personajes soberbios que se convierten en tan cercanos y lúcidos para el lector que este olvida constantemente las contradicciones del fantasioso imaginario al que pertenecen, síntesis fluida entre el arrabal mexicano y la cultura pop norteamericana en una construcción tan genuina, inimitable y personal que rechinaría imitada por cualquier otro.


El Fantasma de Hoppers” es una pieza más del original rompecabezas que es la serie de Jaime Hernández en la que nos revela una pizca más de su inigualable talento para las viñetas y la ecléctica personalidad que se esconde tras las misteriosas miradas con las que nos retan sus mujeres. Que nos dure muchos años.

martes, 28 de agosto de 2012

“Polina”, de Bastien Vivès.


Uno de los tebeos más fascinantes de los últimos tiempos ha sido “Polina”, publicado en España por Diábolo Ediciones y que confirmó si todavía alguien lo dudaba el descomunal talento de su autor el francés Bastien Vivès.
La historia se define en su título. Se trata de la biografía de una bailarina de ballet clásico, Polina, desde su ingreso en su niñez en una reputada academia dirigida por un exigente profesor, su progresión hasta convertirse en una reputada bailarina aunque para ello tenga que abandonar su país y alejarse de la sombra de su tutor para, pasados los años, reencontrarse con él.



Polina” es un tebeo sutil y contenido que muchos se pasan una carrera intentando contar y no lo logran por eso resulta tan llamativo que un autor tan joven como Vivès haya sido capaz de llevarlo a buen fin. Vivès sorprende no solo ya por acercar a un medio que en muchos casos abusa del efectismo y la espectacularidad como es el Cómic un mundo tan alejado y ajeno como el de la danza clásica para localizar una historia que es tan vieja como la vida y que marca buena parte de la obra del francés y que en este mundo acelerado en el que vivimos tendemos a olvidar, la del crecimiento y el paso de la infancia a la madurez a través del aprendizaje y la superación de los maestros.


Pero “Polina” no es una obra que sorprenda tan solo por la profundidad del tema propuesto ni su localización en el sacrificado mundo de la danza sino por la sobriedad y mesura con que Vivès narra la historia y construye los personajes optando siempre por la opción más directa y simple sin perderse en detalles superfluos que puedan distraer al lector para centrarse no solo en lo que narra a partir de sus dibujos sino lo que espera trascienda más allá de la historia. Esa economía se refleja incluso en la limitación del diálogo entre los personajes al máximo para centrarse en la comunicación no verbal de sus silencios,  gestos y  miradas, detalles y momentos que un observador minucioso como es el francés captura para desarrollar una historia con una técnica que recuerda a pintores impresionistas como Degas. Quizás la única licencia que Vivès se permite es el homenaje a Audrey Hepburn en el parecido de la protagonista.

Ese gusto por la contención y el minimalismo narrativo, Vivès ya lo había mostrado en obras como “El gusto del cloro” o “Amistad Estrecha” pero, sin embargo, en “Polina” va un paso más allá optando incluso por renunciar al uso del color por un bitono que se convierte en un instrumento eficaz  para reforzar aún más la contención de la historia. Una contención y un ritmo pausado que hace que la historia fluya sin que el lector perciba el paso del tiempo salvo mínimamente en los cambios físicos y las reacciones de Polina pero que Vivès devuelve en toda su crudeza a los lectores en el momento más climático de la historia, el reencuentro entre alumna y profesor. Es en ese estudiado momento, además, en el que Vivès se permite introducir magistralmente una de las preocupaciones que marcan su obra y que ya veíamos presente en otra obra sobre como “Hollywood Jan” la de hacer confluir la subjetividad de la mirada del protagonista y su mundo interior con las convenciones del mundo externo.

Polina” es el trabajo más ambicioso y logrado de Vivès, una rara perla de sensibilidad e inteligencia dentro de un medio al que en ocasiones le falta sutileza y que esta obra ayudará a crecer. “Polina” es una obra atemporal llamada a convertirse en un clásico.

lunes, 27 de agosto de 2012

“Siempre Vengadores: La guerra del destino”, de Kurt Busiek, Carlos Pacheco y Jesús Merino.


Otro de los tebeos noventeros marvelitas repasados estas vacaciones gracias a su reedición en la Colección Extra Superheroes de Panini, ha sido “Siempre Vengadores: La Guerra del destino”, obra de Kurt Busiek y Carlos Pacheco. Si “Tierra X” ya dije que se me hizo durito, “Siempre Vengadores” me lo ventilé en un suspiro y me dejó con una sonrisa en la cara que me duró una semana. ¿Por qué dos tebeos publicados más o menos en la misma época y que comparten algunas premisas argumentales parecidas pueden causar dos reacciones tan antagónicas? Fácil, el matiz principal para mí está en el tratamiento. Donde “Tierra X” es un tebeo pesimista, hueco y pretencioso que pretende señalar el ocaso de los superhéroes remarcando sus inseguridades y cuyo éxito estriba, en mi opinión, en que su publicación está próxima a uno de los momentos más precarios en la historia del género, “Siempre Vengadores: La guerra del destino” es una reivindicación optimista y sin complejos de los tebeos de superhéroes de la Silver Age que mantiene la esencia de lo que siempre fueron “Los Vengadores” y nunca deberían dejar de ser.

 
Cuando el villano Inmortus intenta asesinar a Rick Jones, poseedor de una misteriosa energía que le está matando pero podría convertirle en el ser más poderoso del Universo, este convoca a través del tiempo y el espacio un variopinto grupo de Vengadores tomados de distintos momentos de la historia del grupo para que luchen a su lado. En la Odisea vengadora que se desarrolla a lo largo de todo el torrente temporal, los Vengadores irán descubriendo que de los complejos planes de Inmortus pende el destino de la especie humana y en su enfrentamiento encontrarán aliados tan poco fiables como la Inteligencia Suprema kree, Libra o Kang, el Conquistador, una versión joven y salvaje del propio Inmortus.
Como casi todos los tebeos de superhéroes, “Siempre Vengadores” es una historia que constantemente oscila por irse por el sumidero del absurdo y, sin embargo, una y otra vez se salva con una nueva y más arriesgada huida hacia delante, gracias al profundo conocimiento que Kurt Busiek demuestra de los personajes que maneja, de sus historias individuales o como miembros de “Los Vengadores” y de la evolución de sus respectivas personalidades, pero sobre todo, de los recursos, los ritmos y los modos aprendidos en la construcción de las historias de los guionistas que a lo largo de las décadas anteriores hicieron grande al grupo de los héroes más poderosos de la Tierra que reinterpreta con un dominio y maestría propios del que quizás sea el último gran maestro de este modo de entender el cómic de superheroes.
En ese sentido se puede considerar la historia el summum de su aprendizaje a lo largo de años y años de lecturas continuadas durante la Edad Dorada de los cómics Mavel, pero Busiek –y Pacheco que también parece tuvo su aquél en la elaboración de la historia- no se limita a gestionar con oficio una mera trama melancólica y evocadora a base de flashbacks de los viejos buenos tiempos sino que optó por crear algo nuevo y original a partir de los elementos que estaban plantados esperando que alguien los reinterpretara, regalando a los resabiados, desengañados y hastiados marvelitas de los finales de los noventa una nueva porción viva y vibrante de esos buenos y viejos tiempos añorados mediante una historia que a la que no podían ponerle ninguna objeción y que directamente conectaba con el espíritu de las que los Lee y Kirby, los Buscema y Thomas, ofrecieron mes a mes durante años y sobre las que se forjó todo lo que habría por llegar posteriormente.
A pesar de sus innegables cualidades, “Siempre Vengadores” no es un tebeo a recomendar al chaval que quiere probar con eso de los cómics tras ver la película de Whedom. Es una historia compleja y referencial que se aprecia en su justa medida cuanto mayor es el bagaje de lecturas previas sobre los personajes que la protagonizan y las historias a las que incluye guiños y referencias se tienen, por lo que a un lector novel quizás puede llegar a apabullar con sus paradojas y piruetas, dotada de una lógica interna –o una ausencia de la misma- solo entendible por aquellos que han mamado muchos tebeos previos. “Siempre Vengadores”, como los buenos vinos, ha de catarse tras haber educado el gusto con otros muchos cómics previos.
En el aspecto gráfico, Carlos Pachecho, bellamente entintado por Jesús Merino, realiza uno de sus mejores trabajos dotando a la enorme historia de Busiek de toda la espectacularidad y grandeza que precisaba y, no contento con ello, potenciándola al máximo gracias a sus documentadas versiones de los personajes clásicos sino a los coherentes rediseños que introduce y que resultan lógicos y asumibles para los lectores veteranos. Pero, además, Pacheco hace suya la trama para narrar con lógica, claridad y pulcritud la compleja historia repleta de saltos temporales y multitud de personajes ideada junto a Busiek con el que forma uno de los mejores equipos que ha dado la industría.

En definitiva, “Siempre Vengadores” es por derecho propio una de las mejores historias de “Los Vengadores” de todos los tiempos aun cuando originalmente se publicase fuera de la serie regular como maxiserie de doce números. Un tebeo que para mí supone el canto del cisne de un modo épico, grandioso y espectacular de entender el género de superhéroes que no ha encontrado dentro de Marvel continuidad. Y es que, aunque sea un tópico,  ya no se hacen tebeos así y así nos va.

domingo, 26 de agosto de 2012

“Embryo 2” ya disponible.

El más completo e-zine centrado en la figura de Alan Moore alcanza su segundo número con interesantes contenidos. Os lo podéis descargar desde aquí gratuitamente que merece la pena.

sábado, 25 de agosto de 2012

Los nominados de los Premios de la Critica 2012


Buff…Como me alegro de no tener que elegir porque viendo la calidad de las obras y los autores seleccionados en esta edición de los premios organizados por Dolmen, la cosa está realmente difícil.  Felicidades a todos los nominados.

MEJOR DIBUJANTE EXTRANJERO
Edmond Baudoin por El vendedor de estropajos
Gary Frank por Superman
R. M. Guera por Scalped
Jaime Hernandez por El fantasma de Hoppers
Bastian Vivès por Polina

MEJOR DIBUJANTE NACIONAL
Paco Roca por Memorias de un hombre en pijama
Enrique Corominas por Dorian Gray
José Domingo por Aventuras de un oficinista japonés
Bartolomé Seguí por Historias de barrio
Sergio Bleda por Dolls Killer

MEJOR GUIONISTA EXTRANJERO
Jason Aaron por Scalped
Jeff Lemire por Animal Man
Jaime Hernandez por El fantasma de Hoppers
Bastian Vivès por Polina
Chester Brown por Pagando por ello

MEJOR GUIONISTA NACIONAL
Paco Roca por Memorias de un hombre en pijama
Gabi Beltrán por Historias de barrio
Eduardo González por Dentro de la noche
Juan Díaz Canales por Fraternity
Cristina Durán y M. A. Giner por La máquina de Efrén

MEJOR OBRA INTERNACIONAL
Polina
Scalped
Arzak, el vigilante
Pagando por ello
El fantasma de Hoppers

MEJOR OBRA NACIONAL
Memorias de un hombre en pijama
Historias de barrio
La protectora
Aventuras de un oficinista japonés
La máquina de efrén

MEJOR OBRA TEÓRICA
Antes de la novela gráfica de José Manuel Trabado
El gran Vázquez de J. J. Vargas y otros
El Antifaz del Guerrero por Mariano Bayona y Diego Matos
Enciclopedia de Mazinger Z por J. Aurelio Sanz
1001 cómics que hay que leer antes de morir de Paul Gravett y otros
Del tebeo al manga 9 de Toni Guiral y otros

TODA UNA CARRERA AUTOR EXTRANJERO
Richard Corben
Milo Manara
Hermann
Alan Moore
Jiro Taniguchi

TODA UNA CARRERA AUTOR NACIONAL
Rubén Pellejero
Jan
José María Beá
Miguel Calatayud

viernes, 24 de agosto de 2012

“Tierra X”, de Alex Ross, Jim Krueger y John Paul Leon.


Entre los tebeos que me he repasado estas vacaciones se encontraba la recopilación que Panini publicó en su colección Extra Superhéroes hace unos meses de esta “Tierra X”, maxiserie de catorce números –curiosamente numerada del cero al trece- ideada por el afamado dibujante/pintor/ilustrador Alex Ross pero dibujada por John Paul Leon y guionizada por Jim Krueger. El volumen de Panini incluye además un número complementario “Earth X, ½” insertado en medio de la maxiserie para respetar su cronología.
La historia es una distopía fatalista sobre el destino final de los superhéroes Marvel en una Tierra esquilmada desde el momento en que toda la población del planeta adquirió poderes. A través de los ojos del Hombre Máquina que está siendo formado por un mermado Uatu para convertirse en el nuevo Vigilante, se presenta el destino de una Humanidad predestinada a un fin celestial desde sus orígenes al tiempo que vemos como los superhéroes que quedan afrontan su papel en un mundo que parece no necesitarlos.
Entiendo los méritos que pueden encontrarle a algunos a haber montado esta historia por parte de Ross y Krueger, que para su construcción se han dado un buen repaso a toda la mitología marvelita, pero su visión oscura, negativa y pesimista del panteon Marvel me repele. Al parecer la cosa nació a raíz de unas decadentes versiones de encargo que realizó Ross de distintos superhéroes y a partir de ahí, junto a Krueger, desarrolló una idea que parece en parte inspirada en “La Torre Oscura” de Stephen King y contó con el OK de una confusa Marvel que a finales de los noventa todavía no había encontrado el Norte tras los desastres de los “Heroes Reborn”.


Krueger insufla al tebeo una épica cósmica oscura y densa potenciada por el dibujo y la narrativa oscura y densa de un John Paul Leon, que ya he comentado en alguna ocasión que no es santo de mi devoción y menos para el género de superhéroes pero cuyo estilo se ajusta como un guante al enfoque ideado por Ross y Krueger. Mas allá de los soporíferos diálogos que se cascan Uatu y el Hombre Máquina (terribles los textos complementarios que cierran cada capítulo), hay algunas ideas curiosas – la inclusión de los asgardianos y lo del Doctor Extraño - y la cosa podría ponerse más interesante en la parte de la trama en que el Capi reúne fuerzas para enfrentarse al nuevo Cráneo, pero Leon deja patente su incapacidad para reflejar con claridad las escenas con múltiples personajes e insuflar emoción a las –escasas- secuencias de acción que incluye la historia bastante mal resueltas.

 Además, la confusión del tebeo crece conforme la historia avanza porque la capacidad para hilvanar la compleja historia y todo lo que quieren incorporar es menor que el talento narrativo de sus autores y, además, concluye con una de las idas de olla más grandes que se ha visto en esto de los superhéroes.  Lo mejor en el aspecto gráfico de la serie son las portadas de Alex Ross.
En fin, “Tierra X” es un batiburrillo de buenas ideas torpemente plasmadas. Quizás con un planteamiento menos ambicioso – o si Ross le hubiera pedido ayuda a Jim Starlin, a Rafa Marín o a Kurt Busiek en lugar de a Leon y a Krueger - la historia habría dado mucho más de sí, pero el Universo Marvel que a mí me gusta está bastante alejado del confuso oscurantismo de esta “Tierra X”. Que cada cuál saque sus conclusiones (y, si quiere, hasta las comparta).

jueves, 23 de agosto de 2012

”Colección Dumbo 1: Las Minas del Rey Salomón”, de Carl Barks y otros.

Salvat inaugura la temporada de coleccionables por entregas apelando a la nostalgia con este coleccionable que está previsto conste de dieciséis entregas en el que recupera parte de la mítica “Colección Dumbo”, en la que se publicó lo más granado de los cómics de la Disney en España por primera vez en los años sesenta por Ediciones Recreativas. Una buena noticia para los aficionados a este material para acceder a  material inencontrable a precios razonables  de autores de la talla de Carl Barks... si no fuese por la deficiente reproducción que ha omitido cualquier intento de restauración y parece directamente escanear los ejemplares de hace cuarenta años.
En esta primera entrega se reúnen cinco historia: Tres historias patunas de Carl Barks en la que destaca la que da título al tomo, una protagonizada por Lobito realizada por Gil Turner y otra de Supergoofy de Paul Murry.

A estas alturas todos sabemos, por poco familiarizados que se esté con este material, que tras la marca Disney trabajaron grandes artistas como Floyd Gottfredson o el propio Carl Barks que desarrollaron durante décadas las aventuras de los personajes de la compañía en los cómics y todo buen aficionado al cómic debería poder valorar. Por eso la idea d,el coleccionable, en las primeras entregas al menos, con un precio realmente popular, sobre todo si se compara con el último intento de publicar la obra de Barks realizado por Planeta, no me parece  mala. Sin embargo, creo que se ha perdido una magnífica oportunidad de hacer mejor las cosas con una edición algo más cuidada que al menos incorporara textos introductorios para contextualizar las obras o un simple índice en que acreditara a los autores en vez de mantener incluso los fallos de reproducción de la edición original, la antediluviana rotulación mecánica y la  publicidad que aparecía en  los originales, detalles que quizás gusten a los viejos lectores pero  que a la mayoría que no cuentan -contamos- con ese bagaje  nos hace descartar directamente este materia ya que por bueno que sea el contenido hay que cuidar mínimamente el continente.

No sé qué planteamientos se habrán hecho en Salvat más allá de captar el target de los cincuentones y los padres despistados, pero con haber mejorado solo un poco la reproducción, corrigiendo manchurrones y la rotulación seguramente habrían mejorado mucho sus posibilidades de venta. Lástima de oportunidad perdida. Y van…

miércoles, 22 de agosto de 2012

Sergio Toppi (1932-2012).



No recuperados todavía del impacto de la noticia del fallecimiento de Joe Kubert –por no hablar ya en otros ámbitos ajenos al Cómic de las de Sancho Gracia o Tony Scott- ayer nos sorprendía desde las redes sociales el anuncio del fallecimiento de uno de los autores mayúsculos del cómic europeo, el italiano Sergio Toppi a los 79 años.

De formación autodidacta, Toppi se convirtió en un autor distintivo y fácilmente reconocible no solo por su perfecto dominio de los clarosocuros y las manchas de tinta siendo considerado un maestro del blanco y negro sino también por ser uno de los primeros autores en romper con la esquemática división de página en viñetas para dar agilidad a su narrativa y sacar partido a su dibujo virtuoso y elegantes composiciones. Más allá de su virtuosismo, creo que su principal virtud fue su capacidad para trasladar al papel  una mirada original  que hacía que sus obras tuviesen matices únicos y hacían su estilo perfectamente identificable.

Entre sus obras fundamentales destaca sobre todo la onírica “Sharazad” pero tampoco hay que olvidar trabajos como “Il Colezionista” o sus álbumes de la serie “El último hombre”, así como puntuales colaboraciones especiales con títulos de la Editorial Bonelli en series como “Ken Parker” o “Julia”.
Por desgracia, la mayor parte de la obra de Toppi salvo “Sharazad” no ha sido reeditada en España en décadas (hubo un anuncio fantasma de publicación de  nuevas obras que al parecer se perdió en el limbo) y  los mejores medios que tienen actualmente los aficionados españoles para acercarse a este autor sea a través de la correcta monografía de YexusSergio Toppi: Un visionario entre dos mundos” publicada hace unos años por Dolmen o pasarse por el blog “Desde el Nibelheim” desde donde su autor Alberich El Negro lleva años reivindicando y difundiendo su persona y obra.


Tras la muerte de Moebius y Joe Kubert este es un nuevo golpe terrible para el cómic ya que se pierden en el mismo año tres de las personalidades que más han contribuido al desarrollo de su potencial.

D.E.P.


 

martes, 21 de agosto de 2012

“All Star Batman”, de Frank Miller y Jim Lee.




El que sepa un poco de la vida sabe que en eso de las parejas hay de todo. Hay parejas por amor que están a partir un piñón (expresión tonta donde las haya de uso universal), parejas desgastadas que se aguantan por los años, los niños o los créditos e incluso parejas de conveniencia que ni se gustan ni nada pero que se alían para conseguir algún fin material común. En los equipos creativos de los cómics de supehéroes formados por guionista y dibujante esta teoría mía de las parejas también se aplica y, de este modo, podemos encontrar equipos que están a partir a un piñon – Bru/Phillips, por ejemplo-, parejas desgastadas –Lee/Kirby sería el ejemplo paradigmático- y parejas de conveniencia y circunstancias que por estas cosas modernas del marketing editorial se unen para sacar un proyecto “profesionalmente” adelante, como fue el caso de la puntual pareja formada por Frank Miller y Jim Lee en su “All Star Batman”, una maxiserie de diez números publicada sin periodicidad a lo largo de la anterior década, que ahora ha reunido ECC Ediciones en una cuidada edición, y en la que DC logró juntar al guionista más influyente del Hombre Murciélago en los últimos treinta años y al dibujante más molón del momento.



Como “All Star Batman” se podría calificar de blockbuster comiquero todo estaba pensado al dedillo para que la cosa fuese un éxito de ventas (y de hecho lo fue) así que en vez de optar por una historia original se aseguraron el interés de la muchachada escarbando en el acervo del Hombre Murciélago para volver  a (re)contar una historia tan manida como la del origen del primer Robin, Dick Grayson, actualizándola a los tiempos actuales y con bastantes voitudes para el lucimiento tanto del guionista como el dibujante.
El resultado es un tebeo sorprendente y desconcertante, que atrae al mismo tiempo que repele, que reune a dos talentos poco afines que a pesar de ello intentan y en ocasiones logran complementarse. Resulta evidente que Miller no estaba ya en su mejor momento y se toma el tratamiento de la historia casi como una caricaturización del justiciero que canonizó en sus obras cumbres protagonizadas por “Batman”, “Año Uno” y “The return of The Dark Knight”. Hay momentos brillantes y resulta entretenido en su salvajismo, pero el desarrollo de la trama es confuso e improvisado quedando incluso la historia inconclusa, aunque parece ser que esto no es achacable tanto a Miller como a ese peligro andante llamado Jim Lee.


En mi opinión, en “All Star Batman&Robin” quizás Lee realiza su mejor trabajo hasta la fecha. Su estilo es más detallista, espectacular y lucido que nunca aunque tanta brillantez esté alejado de cualquier atisbo de realismo o dramatismo, pero se le agradece el esfuerzo que en ocasiones realiza en su narrativa básica y cinematográfica a base de splash page por otorgar ciertos espacios para que Miller desarrolle la historia, los personajes y sus conflictos resultando interesante como se adapta a las necesidades del guionista con lo que consigue que el tebeo sea más sólido que su famoso “Silencio”.
Es una pena que la historia no tenga continuidad de momento porque a pesar de su carácter de blockbuster, o precisamente por tenerlo tan asumido, la historia cafre ideada por esta extraña pareja resultaba tan divertida y desvergonzada en su frivolidad que resulta refrescante comprobar el modo en que se pasaban las cacareadas convenciones, continuidades y demás por el forro. Que lo aprovechen ellos que pueden.

lunes, 20 de agosto de 2012

“Neandertal”, de Roudier.


Norma Editorial en cuanto a su sección de Cómic Europeo parece apostar sobre seguro por los títulos –nuevos o pendientes- de autores contrastados o por series abiertas que cuenten con seguidores fieles. Como política comercial tiene su lógica, aunque eso conlleva que los nuevos títulos comerciales de calidad realizados por nuevos autores apenas lleguen al aficionado español. Por ese motivo, no deja de ser una buena noticia –a pesar del tamaño por el tamaño que se ha optado- que la editorial haya apostado por la edición integral de Neandertal”, la trilogía que el prometedor Enmanuele Roudier realizó en torno a esa enigmática especie de hombres prehistóricos inteligentes extinguida hace miles de años y de la que tan poco se sabe.



Hace 50.000 años transcurre la historia de Laghu, un joven neandertal cojo que sobrevive dentro de su clan gracias a su habilidad como tallador de herramientas. Cuando su padre y jefe del clan, herido por el legendario bisonte Barbalarga, ordena en su agonía a sus hijos que venguen su muerte acabando con el bicho, Laghu, ansioso por ser útil, seguirá a sus ruines hermanos en la nueva partida de caza. A escondidas, contemplará lo traicionero de sus hermanos pero incapaz de hacerles frente en ese momento, abandonará la relativa seguridad del clan para buscar una dura y mítica a piedra que le permita tallar una punta de lanza con la que acabar con Barbalarga y enfrentarse a sus sanguinarios hermanos. En su peligroso vagar por un mundo en evolución, Laghu se irá fortaleciendo al tiempo que conoce nuevas tribús de neandertales y vive peligrosas aventuras.
Roudier, gran aficionado a la arqueología y que tiene en curso en Francia una serie del mismo corte “Vo’ hounâ”, en “Neandertal” da lo mejor de sí mismo en una obra que tiene como principales referentes la saga de novelas del “El Clan del Oso Cavernario” de Jean M. Auel y la película  “En busca del fuego”, de Jean-Jacques Annaud . Roudier, a pesar de haberse documentado bastante sobre el tema se permite bastantes licencias -que los personajes se comuniquen como los cromagnones contemporáneos me parece un acierto- para construir una efectiva historia de venganza entre unos hombres no tan primitivos como podría pensarse.

Si la historia está bien elaborada y entretiene, es en el aspecto gráfico donde alcanza su máxima expresión con las espectaculares viñetas en las que el artista recrea ese mundo primitivo y hostil en el que sus neandertales a pesar de sus peligros viven en armonía con la naturaleza. Roudier muestra con gran habilidad y detalle tanto en la descripción de sus neandertales, sus usos y costumbres, como de los animales con lo que convivían, con lo que a partir de un exquisito trabajo gráfico la obra crece y adquiere un mayor realce.

La edición es bastante correcta más allá del deslucimiento que conlleva toda reducción. Esperemos que Norma siga apostando por este tipo de nuevas obras de género y talentosos autores en el futuro pero, a poder ser, a su tamaño original.