jueves, 25 de agosto de 2011

“Thorgal: La Batalla de Asgard”, de Rosinski y Sente.

Se ha hecho esperar un poco pero por fin Norma se ha animado a publicar la última entrega de “Thorgal” (trigésimo segunda de la serie y tercera desde que Van Hamme le dió el relevo a Sente) pero al fin está aquí. Y, aunque hace tiempo que ya no sea esa serie ilusionante que devoraba sigue siendo un tebeo digno que justifica álbum a álbum la fidelidad a la serie. Este nuevo álbum sigue la pauta.

Mientras Thorgal siguiendo a los secuestradores de Aniel llega a un alejado enclave norteño en el que encontrará nuevos aliados con los que proseguir una persecución que cada vez le lleva más al Este, Jolan continua sus peripecias al servicio del semidiós Manthor quién esta vez le encomienda una vez robado el escudo de Thor dirigirse a Asgard liderando un peculiar ejército para hacerse contra la voluntad de Odin con una de las manzanas doradas de Idún que aseguren la inmortalidad de su madre. Para cumplir su misión, Jolan se enfrentará a la perfidia de Loki y su ejército de gigantes y la ira de Thor y Odin perdiendo algo que nunca llegó a imaginarse.

Sigue Sente con las dos tramas que lleva desarrollando desde su llegada a la serie y, mientras la protagonizada por Thorgal no se aparta del tema más elemental de Van Hamme – Thorgal vagabundeando por el mundo buscando a su hijo, ¿os suena?- a la espera de noticias, la de Jolan avanza a buen ritmo, rebañando Sente la única fuente –la mitología nórdica y dando la espalda por completo a la Ciencia Ficción. Sniff... - que Van Hamme desarrolló menos, en un álbum en el que el hijo de Thorgal interactúa con todo el panteón de dioses nórdicos al que algunos, gracias a los cómics Marvel, le tenemos tanto cariño. Sente desarrolla en “La Batalla de Asgard” un tebeo bastante entretenido al que se le puede achacar que está plagado de acontecimientos trascendentes que despacha con toda ligereza, mostrando su oficio para mantener entretenido al lector sin profundizar demasiado en la personalidad ni el retrato de los personajes perdiendo de este modo buena parte del potencial que conlleva que un adolescente sea el protagonista de la mayor parte del tebeo e infantilizándolo peligrosamente.

En el aspecto gráfico, seguimos disfrutando del Rosinski pintor que a mí en “Thorgal” me gusta menos que el Rosinski dibujante ya que a pesar de la belleza de sus acuarelas su dibujo pierde fuerza y dinamismo en comparación con las tintas. Eso sí, de un modo u otro, Rosinski sigue mostrando su calidad, deleitándonos con espectaculares viñetas de paisajes e interiores en las que juega con los efectos lumínicos o las condiciones atmosféricas, al mismo tiempo que realiza una descripción bastante documentada a como habrían sido los dioses nórdicos y Asgard que la kirbiana.

En definitiva, Sente sigue realizando tebeos bastante correctos, que invitan a continuar la serie y nos reencuentran con los protagonistas a los que los que seguimos la serie de antiguo tenemos tanto cariño sin provocarnos urticaria. No es poca cosa para una serie europea tan longeva.

La edición más que correcta –soy un clásico y a mí la Colección Pandora me gusta- y el precio también. Esperemos que los de Norma se animen a publicar antes de fin de año el spin off de Kriss de Valnor que le tengo ganas.