viernes, 22 de julio de 2011

“Fire: Una Historia de Espías”, de Brian Michael Bendis.


Sí, amigos míos, es cierto que todo el mundo tiene un pasado. Y el de Brian Michael Bendis, más odiado que amado tras los últimos años como capo di capi de Marvel, fue el de un joven y prometedor autor que quería especializarse en el género negro que dejó para el recuerdo unas cuántas prometedoras aportaciones a ese género en pequeñas editoriales como Caliber e Image. La primera de esas historias, publicada inicialmente como una miniserie de dos comic books por Caliber y posteriormente revisada y corregida por el autor para su edición en un formato unitario por Image, fue Fire: Una Historia de Espías”, que publicase hace unos años en España Planeta.


Tomando como partida supuestos hechos reales ocurridos durante la administración Reagan, Bendis nos cuenta en primera persona la experiencia como agente de la CIA de Benjamín, desde su reclutamiento como agente del Proyecto Fire hasta sus sucias misiones, que le llevarán a plantearse la dimisión. Pero, claro, ya se sabe que de la Compañía no resulta fácil salir.


Fire: Una Historia de Espías” es la carta de presentación de un bisoño Bendis como autor completo quién a partir de una trama trillada y excesivamente convencional trata de sorprender al lector a través de un planteamiento formal atrevido, con una arriesgada y artificiosa elipsis inicial resuelta con habilidad con la repetición de las páginas iniciales en el tramo final de la historia y su innato talento para concatenar diálogos atractivos con los que engatusar al lector aun cuando en ocasiones, abuse de ellos. Sin embargo, más allá de estos prometedores inicios, se trata de un cómic lleno de tópicos que adolece de ritmo y falta de desarrollo con un elenco de personajes poco creíbles que se deja leer sin entusiasmar en exceso.


En el aspecto gráfico, Bendis se muestra como un dibujante discreto al que la pobre reproducción –y eso que en el epílogo de la historia explica que para esa edición retocó casi todos los dibujos y la rotulación- de la historia quizás incluso favorezca, bastante influido en su estilo sombrío y sucio, con sugerentes composiciones de página y un buen manejo de las onomatopeyas, por autores como Howard Chaykin y Frank Miller, aunque no llegue a la altura de ninguno de ellos.


En definitiva, en “Fire: Una Historia de Espías” se pueden encontrar latentes las principales características sobre las que Bendis erigió su existosa carrera posterior y ha convertido casi en su seña de identidad, el artificio y la falta de originalidad (el descompressive storytelling llegaría un poco más tarde). Al parecer hay proyecto de adaptación cinematográfica. Yo no digo más.