viernes, 15 de abril de 2011

“Starman”, de James Robinson y Tony Harris.

He leído despacito los diecisiete números que componen el primer tomo (de seis anunciados) de la recopilación que Planeta está realizando de “Starman”, una de las series más interesantes de los noventa, realizada por James Robinson y Tony Harris. Tengo que confesar que hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un tebeo de superhéroes y no me extraña que la serie haya adquirido la consideración de tebeo “de culto” ,consecuencia no solo de su dispersa, incompleta y mínima publicación anterior en España sino también de una incontestable calidad.

Básicamente, “Starman” se centra en explicar como Jack Knight, el hijo pequeño del Starman original, asume progresivamente el legado superheroico de su padre como defensor de la ciudad de Opal City al tiempo que intenta seguir adelante con su vida “normal”. Tampoco os voy a contar mucho más.

Starman” es un tebeo que sobresale respecto a la media por muchos motivos. Por un lado, por la habilidad con que el guionista británico James Robinson amalgama en pocos números toda la idiosincrasia del Starman de la Golden Age –o las diversas reencarnaciones de Starman siendo más correcto- con una nueva y renovada versión que le permite explorar conceptos interesantes como el deber, la responsabilidad, la confrontación entre lo nuevo y lo viejo o las complejas relaciones familiares en unas tramas inteligentes, imaginativas, cultas y cargadas de humor que dan un lavado de cara a los tópicos del género. Por otro lado, en la frescura y profundidad con que Robinson presenta una galería de personajes realmente atractiva para el lector que, más allá de sus extraordinarias habilidades, derrochan naturalidad y humanidad, gracias en buena parte a unos naturales diálogos no exentos de humor y el carácter coral de la serie, que alcanza su máxima expresión en el arco “Los pecados del Hijo”, protagonizado cada uno de los capítulos por un personaje diferente, que le permite al autor abrir completamente el abanico de posibilidades para contar historias situadas en cualquier tiempo o lugar sin que el peso recaíga necesariamente en el personaje protagonista. Aparte de estos elementos, “Starman” es rico en referencias aprovechando la profesión –una especie de chamarilero- del protagonista principal pero que, además, acaban incorporadas a las mismas de un modo directo como es el caso del universo freak de Todd Browning o al mismísimo Oscar Wilde.

En el aspecto gráfico, Tony Harris realiza una excelente labor, con un trazo quizás menos depurado que en otras series posteriores donde me ha gustado menos, como “Ex Machina”. Harris en "Starman" es menos rígido, lo que dota de mayor expresividad a los personajes al tiempo que acierta con la caracterización de los personajes y las localizaciones con un aire entre retro y gótico bastante logrado que da a la serie una uniformidad característica a la que se adapta Teddy Kristiansen en los episodios en los que suple a Harris.

Starman”, a pesar de la edición en tomo (que a mí me parece bastante buena), es una serie que gana en una lectura reposada y a ratitos para dejarse llevar por la excelente planificación de un Robinson con bastante libertad para hacer lo que le da la gana, aprovechándose para ofrecernos un tebeo que nunca debería pasar desapercibido frente a mediocridades que no hacen más que repetir fórmulas anquilosadas.