jueves, 24 de febrero de 2011

“Young Liars”, de David Lapham.

Cuando David Lapham se dio a conocer con “Balas Perdidas”, su renovadora revisión del género negro, parecía que iba a comerse la industria del cómic a dentelladas desde una pequeña editorial independiente. Sin embargo, poco a poco su figura se fue difuminando y su carrera ha ido dando bandanzos bajo la creciente sospecha tras la desilusión de cada nuevo trabajo alimenticio para las grandes editoriales que estábamos ante un autor de una sola obra incapaz de superarse a sí mismo. “Young Liars”, la serie del sello Vertigo cuyos dieciocho números acaba de publicar recientemente Planeta en un único tomo, no nos va a resolver esa persistente duda tras su precipitada conclusión (es lo que tiene trabajar para las grandes editoriales como DC que por mucho sello Vertigo que quieran vendernos si la serie no vende no hay segundas oportunidades…) al menos sí nos ofrece a un Lapham motivado y ambicioso capaz de realizar todavía propuestas sorprendentes y diferentes que, en otros tiempos, habrían servido como mínimo para que la serie hubiera continuado en función a su calidad y no primando exclusivamente criterios comerciales.

Young Liars” gira en torno al entramado de mentiras montado por Danny, un chaval que sueña en convertirse en estrella del punk, y Sadie, la desequilibrada y desinhibida hija de un pervertido millonario dueño de la principal cadena de supermercados de Estados Unidos, de la que está perdidamente pillado y la panda de freaks e inadaptados a la que llaman amigos. Danny y Sadie han huido a Nueva York sin saber que son perseguidos por los Pinkerton, los letales secuaces del padre de la chica que harán lo necesario para devolvérsela intacta a su papaíto.

Young Liars” es un tebeo excesivo, loco y difícil en el que Lapham no realiza ninguna concesión al lector incapaz de discernir la verdad de la mentira, lo real de lo imaginado, en la esquizofrénica narración planteada en torno a la red de mentiras creada por los extraños personajes ideados por el autor. Ese planteamiento incómodo es quizás el que llevó a la cancelación de la serie, sin embargo, una vez que se asume el control de Lapham sobre su creación y los sorprendentes giros de la historia podemos disfrutar del sarcástico y alucinado recorrido que realiza el autor por buena parte de la cultura popular de finales los noventa que presenta a través de abundantes referencias que enriquecen la obra y que van desde la música punk hasta el cine freaks de David Lynch, David Cronemberg o incluso Todd Browning hasta los maestros del propio Lapham en la escena del cómic independiente como Charles Burns, Jaime Hernández y en otro orden un vitriólico Garth Ennis. Sin embargo, el principal eco que planea sobre “Young Liars” es el de propio Lapham encontrándose en esta obra presentadas de un modo diferente constantes características de su obra (personajes femeninos de fuerte personalidad frente a la inseguridad de los masculinos, el uso y abuso de la elipsis y el flashbacks y la mezcla constantes entre el plano onírico y el real para mantener en vilo al lector) que si en otras obras aparecen contenidas como meros recursos para el desarrollo de la historia en “Young Liars” se presentan retorcidas hasta el extremo, convertidas en la verdadera razón de ser del cómic frente una trama que nunca acaba de estar del todo clara y solo se sostienen en base al talento de prestidigistador de un narrador sobresaliente.

No sé si un tebeo tan inclasificable como “Young Liars” está llamada a convertirse en un nuevo cómic “de culto” para minorías. Quizás llegue un poco tarde y el tiempo y el gusto por este tipo de historias haya pasado no ajustándose al gusto del público actual como demuestra la cancelación de la serie en Estados Unidos pero sin duda estamos ante la obra de un autor notable del que todavía podemos esperar grandes cosas dentro del amplio abanico de posibilidades que se abre entre la concisión de “Balas Perdidas” y el frenesí de “Young Liars”. Quizás en ese punto medio se encuentre la definitiva obra de madurez de un autor diferente. Yo estaré pendiente mientras releo y redescubro obras como "Balas Perdidas" y "Young Liars".