martes, 8 de febrero de 2011

“Noches de cocaína”, de J.G. Ballard.

Completando las lecturas de la obra de uno de los últimos verdaderamente grandes auores de Ciencia Ficción, J.G. Ballard, he terminado este fin de semana de leer “Noches de Cocaína”, una de sus últimas obras, la cuál nada tiene de ciencia y poco de ficción en lo que es una curiosa incursión del maestro inglés en el género negro.

Charles Prentice es un ocupado cronista de viaje que se ve obligado a viajar hasta Estrella de Mar, un pueblecito malagueño convertido en elitista centro de retiro de las clases altas europeas en búsqueda de intimidad y buen tiempo, cuando su hermano Frank, director del centro recreativo de Estela de Mar, es detenido acusado de provocar varias muertes en la mansión de los Hollinger perteneciente a una de las familias más influyentes de la comunidad de desocupados. Charles se queda atónito cuando descubre Frank asume la responsabilidad de las muertes e iniciará su propia investigación para demostrar su inocencia profundizando en la telaraña social de una Estrella de Mar en la que aparentemente todo está permitido y el carismático Bobby Crawford, el animador de la urbanización, ejerce como su particular mesias.

Ballard se sirve de una estructura típica de género negro para ofrecernos una nueva denuncia del nihilismo y la falta de objetivos a las que se enfrenta el hombre sometido a los opresivos modelos sociales contemporáneos, localizando su historia con acierto en el presente de un imaginado pueblo de la Costa de Sol al que se retiran los jubilados anglosajones a pasar sus últimos años y no en un catastrófico futuro hipotético como nos ha acostumbrado en otras obras. Esa cercanía en el tiempo conlleva que a pocos años de la publicación de “Noches de Cocaína” la realidad nos haya atropellado y hayamos asistido con estupefacción a la certificación en las noticias que buena parte de la pesimista tesis de Ballard en esta novela no andaba desencaminada, convertida la Costa del Sol en el refugio ideal en el que los más renombrados criminales –legales e ilegales- de Europa campan a sus anchas.

Más allá del atractivo desarrollo del posexistencialismo ballardiano que plantea en esta ocasión el crimen como motor vital de todo un grupo social, la trama sobre la que se asienta la novela se ve afectada por la necesidad de ceñirse a las convenciones del género negro por el que el autor ha optado obligando a su protagonista, un Charles Prentice en cuya biografía se aprecian guiños a la del propio autor, a asumir decisiones aparentemente contradictorias con el planteamiento inicial para poder el autor exponer mejor sus tesis. Con todo, Ballard reconduce la situación en el último tramo de la historia ofreciendo una explicación que deja atados todos los cabos una vez logrado su objetivo principal de exponer sus planteamientos y contentará a los lectores más exigentes.

Probablemente, “Noches de Cocaína” no sea de las más celebradas obras de Ballard pero aun siendo una obra menor dentro de su producción es un acertado y claro reflejo deformado de nosotros mismos y el modelo de mundo en que hemos elegido vivir llamado a zarandear nuestras adormecidas conciencias en lo que no deja de ser una extraña manifestación del mito de Casandra. Muy recomendable para lectores despiertos.

Reivindicando a Julio Verne.

Los de Google han tenido un buen detalle conmemorando el aniversario del nacimiento de Julio Verne, un autor al que hay que tener siempre en mente porque pocos han tenido tanta trascendencia en la literatura posterior –e incluso en la cultura y la ciencia posterior- como este francés visionario.

Y es un detalle al que tendríamos que sumarnos porque igual que en nuestra infancia no hubo niño al que no le regalasen alguna –o muchas- de sus novelas me da la sensación que las nuevas generaciones no lo tienen tan presente.

¿Y por qué es tan importante Julio Verne? Pues por obras como estas y unas cuantas más que a buen seguro se me han pasado (impagable la labor de Tebeosfera recuperando las portadas , la mayoría de Antonio Bernal, de estas obras publicadas en las legendarias "Joyas Literarias Juveniles").