jueves, 27 de enero de 2011

Mujeres de papel: Elektra de Bill Sienkiewicz

Elekta es uno de los personajes femeninos más fascinantes que ha dado el género superheroico en particular y el cómic norteamericano en general.

Creada por Frank Miller hace aproximadamente 30 años como secundaria de Daredevil (su primera aparición es de Enero de 1981, en el número 168 de la edición norteamericana) pronto fue un personaje que debido a su compleja personalidad eclipsaría al mansurrón del cuernitos en una imposilble relación de la que treinta años después no se ha recuperado.

En muchos detalles Elektra Natchios encarna el ideal femenino para muchos hombres, una mujer araña, vulnerable y mortífera que nos conquista con sus inseguridades y nos arrebata con su desparpajo en las más oscuras artes ninjas.

Frank Miller la otorgó una buena muerte y una mejor resurrección. Pero, en el aspecto gráfico el que ha captado como nadie toda la fatalidad letal de esta compleja e inalcanzable vestal griega no ha sido otro que el por siempre genial Bill Sienkiewicz en obras tan recomendable comoElektra Assassin” y “Elektra: Love and War”.






Apagando la cerillita.


Estaba yo tan feliz ayer comiendo en casa de mis padres en la acostumbrada visita semanal cuando desde el Telediario la siempre correcta y neutra Ana Blanco dio la noticia que llevaba intentando esquivar desde hacia unos días ante la indiferencia familiar más preocupada con razón en preocupaciones más terrenas como la subida de la luz o la fatalmente rutinaria noticia de violencia doméstica. Y aunque me fastidie que con esta entrada contribuya a la publicidad viral y gratuita buscada con un anuncio que realmnte me la trae al pairo tampoco quiero quedarme con las ganas de desahogarme en estas líneas:

¡¡ Johnny Storm, la Antorcha Humana morirá, los Cuatro F serán Tres y el Universo Marvel no volverá a ser lo mismo!! Miedo, pavor, conmoción de un marvelita de pro…No, nada de eso. Solo hastío y un poco de vergüenza ajena ante las maniobras de una editorial desnortada incapaz de cuidar su principal patrimonio –sus personajes- sacrificándolos un año sí y otro también en pos de lograr cinco minutos de publicidad gratuita anual fuera de los circuitos habituales mediante una técnica de marketing facilona y amarillista que por machaconamente repetida – Ana también fue la hermosa heraldo de las muertes de Superman y del Capi- cada vez debería causar menos efecto incluso entre los no aficionados.

Las muertes superheroicas siempre han sido baratas pero en otros tiempos eran gloriosas quizás porque sus ejecutores eran los creadores de los personajes o tipos que habían sido monaguillos antes que frailes y crecieron devorando cómics sabiendo de primera mano que no está bien el tomar el pelo a la parroquia. Muertes como las de los Stacy, la del Espadachín, Flash, Supergirl, Fénix o Marvel nos sobrecogían y se convertían en tebeos míticos que releíamos y comentábamos porque eran maravillosas historias….Muertes fraguadas en otros tiempos en que los editores en lugar de ejecutivos al servicio de las corporaciones que se hicieron con las editoriales pendientes simplemente de aumentar los beneficios se preocupaban no solo de vender humo sino además de contar una historia acorde que al menos mereciese la pena ser recordada y los artistas no se limitaban a repetir formulas anquilosadas con unos personajes por los que no sienten ni padecen pero que les dan de vivir. La muerte de un superhéroe es un suceso cada vez más anecdótico que solo sirve de excusa para su resurrección al poco tiempo en una historia tan ñoña como la anterior.

Nadie va a llorar a Johnny Storm ni se rasgará las vestiduras porque dentro de cinco años nadie se acordará de su muerte entre otras cosas porque ya llevará tres resucitado. Y esa indiferencia que con sus decisiones los editores nos han provocado a los aficionados sí que sea un pago demasiado triste para los que en otros tiempos fueron nuestros héroes.