miércoles, 30 de noviembre de 2011

“Billy Bat 2”, de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki.

Ejem, ejem…Mira que algunos me lo habíais advertido por aquí, pero no hice caso y mira…. La segunda entrega de “Billy Bat” no puede despertar más recelos respecto a los derroteros que puede tomar la serie, porque frente a las interesantes expectativas y el comedimiento de la primera entrega en esta nos encontramos con el Urasawa más delirante desatado, osease el peor Urasawa, que por momentos amenaza con ir más allá lejos que en sus peores momentos en “20th Century Boys”. Os cuento.

Kevin se encuentra refugiado entre los brazos de una prostituta y de momento se siente a salvo. Al menos lo suficiente como para volver a plantearse continuar las aventuras de su “Billy Bat”. Sin embargo, cuando la chica que le ha dado cobijo muere entre sus brazos, Kevin asume que ha de tomar una decisión y descubrir el misterio tras los murciélagos del manga y hacer caso a los que le instan a continuar la historia. Mientras tanto, descubrimos atónitos que las conspiraciones de los vampiros nipones se remontan a la muerte de Jesucristo y en el Japón feudal unos ninjas antiguos amigos de la infancia se desafían a muerte por hacerse con un misterioso manuscrito, en Estados Unidos un taxista aficionado al tebeo de Kevin se encuentra con la situación más rara de su vida.

La ambición de Urasawa no tiene límites y en este “Billy Bat” parece que se atreve con todo introduciendo una serie de subtramas completamente alejadas en el tiempo y el espacio que no tienen ninguna relación entre sí. Es tal la ambición de Urasawa que imitando las peores maneras de Dan Brown introduce con calzador una delirante teoría conspiranoica que relaciona la muerte de Cristo con la historia de Billy Bat. Si digo que la cosa queda forzada me quedo corto, pero le daré un voto de confianza a un Urasawa que en este volumen siembra desconcierto en sus lectores incapaces de prever por donde va a salir.

La verdad es que tengo curiosidad por ver por donde sale en la próxima entrega y tengo que comerme mis palabras pero, parafraseando a Kerouac, no tengo nada que destacar de esta segunda entrega más allá de mi propia confusión, fruto del sádico placer de Urasawa por liar una historia que ya de por sí no era sencilla. Ya si acaso lo comentamos cuando lea la tercera entrega pero, de momento, “Billy Bat” es una serie bajo sospecha y mucho va a tener que demostrar el japonés para mantener el interés.

martes, 29 de noviembre de 2011

“Starman 3”, de James Robinson, Tony Harris y VVAA.

La excelente edición de Planeta de la serie “Starman”, de la que ya comenté aquí y aquí, es como el caviar. Hay que paladearla despacito porque, más allá de su precio, es una delicatessen que hay que saborear de a poquitos.

Y es que esta serie responde a lahistoria de siempre mil veces repetida en el género de superhéroes: personaje perdido en el limbo de las malas ventas, editor avispado (en este caso uno de los más avispados, Archie Goodwin) que selecciona a James Robinson, un joven guionista con talento al que da manga ancha, y a Tony Harris, un dibujante hiperrealista que se ajusta como un guante a su estilo, y como resultado, "Starman", una de las series más originales, imaginativas e innovadoras del género en los noventa que no solo redefine con respeto el personaje clásico en que se inspira sino muestra una vez más que la única limitación del género superheroico la establece solamente el talento de sus autores y la miopía de sus editores.

En este tercer tomo de la notable edición de Planeta, se recogen los números 30 a 38 de la serie regular, el segundo anual, la serie limitada de cuatro números protagonizada por The Shade y un número de Secret Origins. Quizás lo más destacable dentro de la continuidad de la serie sea “Artefactos Infernales” el arco de la serie regular en el que Robinson presenta al Pirata Negro y “mata” a Solomon Grundy, redefiniendo de paso toda la idiosincrasia del personaje y explicando eficazmente el rol bueno de su versión, o el episodio en el que la nueva Niebla acaba sin esfuerzo con la mayor parte de los miembros de la LJE, sin desmerecer la entretenida miniserie de The Shade en la que el antiguo villano se va enfrentando a lo largo del tiempo con las distintas generaciones de una misma familia que han jurado eliminarle Sin embargo y, a pesar de lo buenos que son estos tebeos, creo que Robinson donde más brilla es en los episodios autoconclusivos en las que aparentemente no pasa nada, pero de las que se sirve el guionista para profundizar en la personalidad de los personajes y en su propia concepción del superhéroe, aparte de ir preparando la entrada a nuevas tramas. Tebeos como “Charla con David: Año 97” en las que en una animada cena con distintos superhéroes muertos de la Golden Age, Robinson deja constancia de su profundo conocimiento del Universo DC y de paso homenajea a Norman Rockwell, o el anual 2 que sirve de recapitulación de todo lo que se lleva publicado al tiempo que profundiza en las relaciones amorosas de los distintos personajes.

En el aspecto gráfico, Tony Harris firma algunas de sus mejores páginas, especialmente en el mencionado “Charla con David: Año 97 pero la dificultad de mantener la regularidad obliga a Robinson a buscar nuevos dibujantes que le suplan, algunos excelentes, como Mark Buckingham o Richard Pace, y otros, como Steve Yeowell o Dusty Abell, más discretos pero cumplidores. No son los únicos dibujantes que realizan una labor meritoria y destacable en el presente volumen, en la miniserie de “The Shade” cada número de los cuatro que los componen está realizado por un dibujante diferente de gran nivel (Gene Ha, J.H. Williams III, Brett Blevins y Michael Zulli) restando uniformidad al conjunto pero sorprendiendo con las diferentes versiones y perspectivas que cada uno de los dibujantes aporta al ambiguo The Shade.

En “Starman”, Robinson creó un tebeo de superhéroes culto, anticlimático y referencial que nada tiene que envidar a las creaciones de culto de Moore y Gaiman, un tebeo que se aleja de los cánones más trillados del género para encontrar nuevas vías al mismo. Lástima que los derroteros del mainstream parezcan ir por otras vías.

Seguiré informando conforme vaya leyendo el resto de los volúmenes

lunes, 28 de noviembre de 2011

“Incógnito: Malas Influencias”, de Ed Brubaker y Sean Phillips.


Panini publica un nuevo arco argumental de “Incógnito”, la serie protagonizada por Zack Overkill, supervillano metido a superhéroe contra su voluntad, en la que Brubaker y Phillips continúan preguntándose en torno a sus recurrentes temas favoritos y claves del género superheroico, la identidad y la ambigua moralidad de los seres con poderes extraordinarios, en clave de intriga y espionaje.

En este nuevo arco argumental, Zoe Zeppelin encarga una nueva misión de infiltración a Overkill tras haber metido a su antiguo jefe Muerte Negra entre rejas. Tras un año en el programa de protección de testigos, Overkill debe volver a asumir su identidad supervillana para infiltrarse en Nivel 9 y contactar con otro agente doble del SOE, Simon Matanza, que parece descontrolado. Overkill deberá convencer a sus antiguos socios que ha vuelto al lado oscuro mientras un nuevo justiciero que ha asumido la identidad de Lázaro, un antiguo superhéroe del que Overkill es un doble genético, se dedica a acabar con todo aquel con el que se cruza y parece ir tras los protagonistas.

A lo largo de su carrera, Brubaker siempre ha mostrado su interés por el tema de la ambigüedad moral que existe entre superhéroes y supervillanos, hermanados más allá de sus diferencias éticas por unas habilidades extraordinarias que acaban situando a unos y a otros por encima de los ciudadanos de a pie a los que nos les importa sacrificar en sus particulares guerras. Esta idea que iguala a superhéroes y supervillanos y ya aparecía en la magnífica “Sleeper” aparece de nuevo desarrollada en “Incógnito”, una serie que es una especie de reflejo negativo de aquella.

Y es que “Sleeper” e “Incógnito” comparten el mismo estilo de thriller de espionaje variando exclusivamente el rol de los protagonistas. Los que en la primera eran héroes en la segunda son villanos para acabar llegando a similares conclusiones a través de unas tramas de espionaje que Brubaker desarrolla con oficio pero sin la intensidad de antaño.

Todo ello se plasma en este “Malas influencias” en el que Brubaker estira la premisa del anterior arco, infiltrando al protagonista en un nuevo grupo de villanos y paseándole por unos bajos fondos supervillanos que recordarán mucho a los de “Sleeper”. La historia un tanto artificiosa y forzada pero, a pesar de ello, entretenida está orquestada por Brubaker para enfrentar al protagonista con Simon Matanza, un personaje que es el contrapunto de Overkill y trasunto del Carver desquicidado de “Sleeper”, un personaje interesanteeste Simon Matanza porque en su nihilismo destructivo y aparente locura es el único con la lucidez suficiente como para ver que ambos bandos no dejan de ser la misma cosa.

En el aspecto gráfico, el efecto reflejo negativo con “Sleeper se refuerza al contar de nuevo Bru con su habitual Sean Phillips que también se encargó de aquella serie. Phillips es un excelente narrador pero un pésimo dibujante de acción con lo que las escenas de lucha que aparecen en el cómic quedan confusas abusando en ocasiones de los fondos neutros aunque siempre cuente con la justificación de su estilo sombrío.

Al menos, Brubaker ha tenido la previsión de dejar montado un interesante cliffhanger carcelario para la siguiente entrega que ya veremos como desarrolla. Eso sí, que nadie espere excesiva originalidad visto lo que ha sido “Incógnito” hasta ahora, aunque a falta de brillantez sí un oficio que asegurará pasar un buen rato.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Jaime Hernández y Flaming Burnout!

En Enero de 1997, los almacenes de la discográfica independiente Estrus Records ardieron hasta los cimientos. Para contribuir a su reconstrucción treinta bandas de grunge, garage y punk entre las que se encontraban Satan’s Pilgrim, The Criminal, Mono Men, the Makers o Southern Culture of The Skinds, cedieron una de sus canciones para la recopilación “Flaming Burnout!: An Estrus Benefit”. Jaime Hernandez fue el encargado de diseñar la portada, una espectacular pin up que con una flamífera bandera daba la señal de salida hacia una nueva era. Una portada efectiva, simple y potente como solo Jaime es capaz de concebir.

Una de las canciones incluidas en el disco, “Behind Bars”, de Mono Men:

viernes, 25 de noviembre de 2011

“Chew: Gusto internacional”, de John Layman y Rob Guillory.

Segunda entrega de “Chew”, la distópica serie de Image protagonizada por policías con extraños poderes sazonada de humor negro, escatológicos guiños gastronómicos y acción, de la que Planeta ha publicado tres tomos siendo este el segundo que recoge los números seis a diez de la serie regular.

Tras el rastro de una extraña planta, el detective Chu junto a su irritable hermano viaja a una isla tropical de Yamapalu en la que no está prohibida todavía la cata de pollo y han montado una rica industria en torno al turismo para comer tan rica ave atrayendo de un modo u otro a los principales cocineros del mundo. Lo que Chu no sabe es que se está entrometiendo en una investigación internacional de una agencia paralela. Cuando la agente encubierta Lin Sae Woo es asesinada cuando iba a reunirse con Chu, el detective cibópata se convierte en el principal sospechoso. Chu tendrá que demostrar su inocencia y detener al misterioso vampiro que está sembrando el terror en el antaño pacífico paraíso culinario mientras su antiguo compañero de la policía John Colby, reasignado con un nuevo rostro biónico a la FDA, investiga la aparición de un cuerpo congelado con signos de mordeduras y se lo monta con...¿¡ Applebee!?.

Layman y Guillory montan una ecléctica, inclasificable y entretenida historia de intriga internacional en la que tiene cabida cualquier loca y exagerada idea que se les pase por la cabeza. A pesar del aparente descuido con que se despliega la trama ante el lector, Layman parece tener muy claro lo que busca y la historia funciona una vez que el lector acepta el todo vale propuesto por los autores, con lo que una vez avisado tras la primera entrega este segundo arco argumental se disfruta más comprobando como Layman va mostrando sus cartas y número a número nos sorprende con sus ocurrencias.

Sin desmerecer la curiosa trama orquestada por Layman hay que destacar el talento gráfico de Rob Guillory, talentoso dibujante con un estilo propio tributario del cartoon en principio poco propicio para una serie de intriga, pero que acaba funcionando a la perfección precisamente por tratarse de una serie poco convencional.




Guillory es un dibujante muy completo que desarrolla recursos narrativos muy interesantes y que, más allá de lo exagerado y caricaturesco de sus personajes, muestra un perfecto conocimiento de la figura humana que utiliza para el desarrollo de espectaculares escenas de lucha.

Si tenía dudas tras haber leído la primera entrega, con esta segunda “Chew” me ha convencido plenamente. Una de las series más interesantes y originales del panorama maisntream

jueves, 24 de noviembre de 2011

“Los Centinelas: Septiembre 1914 La Marne”, de Xavier Dorison y Enrique Breccia.

Ha tardado Norma Editorial en publicar la segunda entrega de “Los Centinelas”, la revisión en clave cyberpunk que Dorison y Enrique Breccia están realizando de los principales episodios de la I Guerra Mundial, un episodio bélico que fascina a los autores del cómic franceses (que se lo digan a Tardi) que vuelven con distintos tratamientos a revisitarlo periódicamente.

En Septiembre de 1914, el ejército francés huye en desbandada ante el avance de los alemanes. La situación es desesperada pero un avión de reconocimiento ha descubierto una brecha por la que el ejército francés puede contraatacar y frenar la ofensiva alemana antes de ser derribado en un pueblo controlado por los prusianos. Para convencer al general Joffre que permita el contraataque francés, el general Gallinery envía a los Centinelas –unos protociborgs- al mando de una sección de extenuados soldados a recuperar las fotos.

Dorison da por sobreentendidos demasiados datos históricos de la I Guerra Mundial que quizás para el lector medio francés sean sobradamente conocidos, aunque lo dudo, pero que a lectores de otros países no especialmente versados en los episodios de la I Guerra Mundial le resultarían útiles conocer para seguir mejor una historia en la que el guionista pretende incorporar a la narración histórica la inetrvención de sus creaciones, Los Centinelas, para explicar el curso de la Guerra. Si se conoce un poco el tema, se comprobará que el principal aliciente de la serie es comprobar como Dorison hilvana perfectamente la realidad con la ficción en una serie que no deja de ser un divertimento curioso para el especialista, pero que puede desorientar al que no esté versado en los entresijos de La Gran Guerra.

Siendo pues la contextualización fiel el principal atractivo del álbum y la serie, el guión de este álbum se acaba vertebrando en una correcta sucesión de tópicos bélicos a lo “La Patrulla Perdida” o “Los desnudos y los muertos” descritos superficialmente por Dorison para acabar mostrando las habilidades sobrenaturales de los centinelas. Además, y de modo quizás excesivamente premioso para mi gusto, el guionista presenta dos subtramas interesantes que pueden dar bastante juego en futuras entregas siempre y cuando corrija el tratamiento de los personajes excesivamente plano mostrado en las dos entregas publicadas hasta ahora en España. Por un lado, el conflicto del protagonista, un antiguo pacifista que mutilado y reconvertido en el ciborg Cortahierro ha renunciado a su familia y se ve convertido en héroe de guerra a su pesar, y, por otro, el desarrollo de los planes de los espías alemanes que intentan hacerse con los secretos de la fabricación de Los Centinelas.

El gran reclamo de la serie para mí es sobre todo la presencia de Enrique Breccia que demuestra su magnífica técnica de dibujo y ofrece versiones verosímiles y detalladas de los cyborgs decimonónicos y los artefactos y uniformes de época junto a un cuidadoso retrato de los personajes históricos reales como el general Gallinery que atestiguan una minuciosa labor de documentación. Breccia hijo utiliza además fotos de época insertadas en el dibujo para realizar transiciones entre secuencias y reforzar el realismo de su descripción.

En definitiva, “Los Centinelas” es una entretenida y correcta serie de género que permite acercarse de una manera diferente los sucesos principales de la I Guerra Mundial que gustará tanto a los versados en el tema como a los que lo desconocen completamente. Esperemos que Norma no se demore demasiado en publicar la tercera entrega.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

“Caín”, de Eduardo Risso y Ricardo Barreiro.

A veces rebuscando entre los saldos de las librerías uno encuentra tebeos olvidados que seguramente habrían merecido mejor destino si las circunstancias les hubieran sonreído en el momento de su publicación. Uno de esos tebeos fue “Caín” publicado hace unos añitos –tampoco tantos- en España por Norma Editorial y que en su momento pasó bastante desapercibido. Una auténtica lástima porque un inspirado Ricardo Barreiro, junto a un Eduardo Risso con el que ya había realizado el brillante “Parque Chas” (¿todavía inédito en nuestro país? Ains...) y que ya mostraba unas excelentes maneras que en breve le abrirían las puertas de Yanquilandia, desarrolla un brillante tebeo de ciencia ficción, uno de esos que ya no se hacen habitualmente en España desde hace décadas ni en Argentina, por lo que sabemos, desde hace años. Os cuento.

En un vertedero de una deprimida Buenos Aires, unos vagabundos encuentran dos gemelos abandonados dentro de una caja de cartón. Uno de los niños está ya muerto pero el otro bebé sobrevive y recibe el nombre de Caín, un nombre que marcará su destino y le deparará toda una vida de violencia, venganza y misterios que solo resolverá cuando logre descubrir su oscuro origen.

A finales de los ochenta, Barreiro ya anunciaba en esta visionaria distopía porteña la violencia de las barras bravas futboleras, el corralito, las maquinaciones de los despiadados lobbys económicos y la telebasura, elementos que usa para ambientar la venganza del protagonista frente a todos los que convirtieron su vida en un infierno narrada con agilidad por todo un maestro del género en apenas sesenta páginas.

En el aspecto gráfico, Eduardo Risso muestra su dominio del blanco y negro dando ya sobradas muestras de unas habilidades narrativas innatas a las que ya le quedaba demasiado pequeña la composición de página clásica en viñetas cerradas.

Buscad por ahí en saldos y quizás todavía encontréis casi regalada esta joyita del auténtico cómic de género en el que Ricardo El Loco Barreiro fue un maestro. No os decepcionará.

martes, 22 de noviembre de 2011

Alvin Schwartz (1916-2011) y la verdadera historia del origen de Bizarro.

Nos hemos enterado estos días de la muerte de Alvin Schwartz guionista que durante los años cuarenta y cincuenta realizó numerosos cómics para DC en sus principales series, destacando sobre todo en Superman y Batman, encargándose incluso de sus respectivas tiras de prensa.

De todos modos, la gran contribución de Schwartz al universo DC fue sin duda la creación de Bizarro, esa extraña criatura a medio camino en sus inicios entre Superboy y Frankenstein, que se presentó en Superboy 68, escrito por Otto Binder y dibujado por George Papp.

La explicación de esa aparente contradicción la explica Mark Evanier. aquí. Traduzco:

“Bizarro apareció por primera vez publicado en Superboy 68, escrito por Otto Binder. La segunda aparición impresa fue en la tira de prensa de Superman, que fue escrita por Alvin. Ambos fueron supervisadas por el editor Mort Weisinger. Alvin siempre dijo que el creó el personaje. No estoy seguro si el escribió el guión para el periódico primero o meramente inventó el concepto y se lo vendió a Weisinger pero él definitivamente afirmaba que todo fue idea idea suya. No hay registros de si Weisinger o Binder coincidían con esta versión y actualmente los tres han fallecido ya, por lo que es probable que esa versión de los hechos seguirá como la cierta. Realmente no habría sido extraño que los guiones hubiesen sido escritos en diferente secuencia respecto a sus fecha de publicación y Weisinger era conocido por tomar una idea de uno de sus escritores y asignársela a otro.

Tras abandonar el mundo del cómic en 1958 por cuestiones personales y laborales se ganó la vida escribiendo documentales para la National Film Board de Canada y varias novelas.

En 2006, recibió el Bill Finger Award por su contribución al mundo del cómic.

D.E.P,

lunes, 21 de noviembre de 2011

“Scalped: Has de pecar para salvarte”, de Jason Aaron, J. M. Guèra y otros.

¡¡ Qué ganas de leer otra entrega de esta serie y volver a sumergirme en el opresivo ambiente de la reserva de Praririe Rose!!...”Scalped” es para los amantes del thriller y el cómic un regalito que nos hace el señor Jason Aaron y esta nueva entrega -última de Planeta- que reúne los números 43 a 49 de la numeración norteamericana no hace nada más que refrendar la calidad de una serie que es de lo mejorcito que viene publicando el sello Vertigo en la actualidad.

Mientras el corrupto jefe Cuervo Rojo ve peligrar su puesto de jefe del consejo que le permite mantener el poder en la reserva al presentar su candidatura a las elecciones su antiguo mentor, Hasell Roca Medicina, un hombre sin tacha respetado por la tribú y por él mismo, Dashiell sin saberlo es sometido a prueba por el perturbado Catcher para comprobar si es realmente el hombre que el Gran Espíritu señaló como su sucesor.

No voy a descubrir a estas alturas, las excelencias de “Scalped”, serie en la que Jason Aaron está dando lo mejor de sí mismo, pero si en anteriores entradas ya he comentado las excelencias de la absorbente trama principal en esta me gustaría destacar la brillantez de los números autoconclusivos en los que Aaron otorga protagonismo a los numerosos secundarios que aparecen en la historia. En esta entrega, de manera especialmente brillante muestra la caracterización del bobalicón sheriff Wooster Karnow y el agente especial Nitz, respectivamente. En el arco principal de cinco episodios, el peso principal de la historia recae en un cada vez más confundido Cuervo Rojo y un cada vez más perturbado –o no – Catcher.

A estas alturas de la serie, Aaron ha logrado diversificar el protagonismo de la serie a través de los numerosos personajes presentados hasta ahora sin que la intensidad ni el interés se vean afectados gracias a su habilidad para la descripción de personalidades complejas y atractivas al mismo tiempo que maneja los resortes propios del género con habilidad para ir varios pasos por delante de los lectores incapaces de predecir sus movimientos.

En el aspecto gráfico, aparte del habitual buen hacer de J.M Guéra y las fantásticas portadas de Jock, en este tomolos episodios autoconclusivos están realizados por Jason Latour y Davide Furno quienes se adaptan brillantemente al estilo sucio, nervioso y opresivo que Guèra ha instaurado en la serie logrando que no se note en exceso la ausencia del dibujante titular.

En fin, visto el cliffhanger final, va a hacerse todavía más duro esperar el nuevo recopilatorio. Ojalá que no se demore mucho y podamos seguir disfrutando pronto de esta maravillosa serie que no pierde pujanza con el tiempo.



sábado, 19 de noviembre de 2011

La quiniela del Expocómic.

Abierto ya el plazo para la votación popular en la próxima edición del Expocómic, yo publico mi votación y pronósticos para ver cuantos acierto.

Mejor Obra Nacional: “El invierno del dibujante”.

Mejor Guionista Nacional: Felipe Hernández Cava (“Hágase el caso 1: Lux”)

Mejor Dibujante Nacional: David Rubín, (“El Héroe”).

Mejor obra internacional: “Parker Vol. 2: La Compañía”.

Mejor autor revelación: Desierto. No he leído ninguno de las obras propuestas.

Mejor Fanzine: No sigo ningún fanzine.

Mejor comic online: “El joven Lovecraft”.

viernes, 18 de noviembre de 2011

“Los Vengadores Secretos”, de Ed Brubaker y Mike Deodato




Desde hace algún tiempo Ed Brubaker es un guionista bajo la sospecha de adaptar cualquier tipo de género y personaje con el que trabaja a las claves de la intriga y el espionaje para que funcionen. Yo soy de los que pensaba así, comprobando los excelentes resultados de su “Sleeper” o “Capitán América” (sobre todo los inicios) y lo decepcionantes que me parecieron su incursiones en historias con un tratamiento supuestamente más “hard” de superhéroes como “Resurrección” y, sobre todo, la miniserie de “Steve Rogers: Supersoldado” que me dececpcionaron. Sin embargo, parece que Bru le ha ido cogiendo el aire al género superheroico y he de reconocer que me lo he pasado pipa con sus “Los Vengadores Secretos” de los que Panini ha publicado actualmente diez números.

Como ahora para vender más tebeos, todas las series de Vengadores tienen que ser algo –poderosos, jóvenes, nuevos, oscuros …- que los diferencie, en Marvel decidieron darle unos cuantos personajes molones a la medida de Bru para que este montase los Vengadores Secretos, un equipo comandado por –como no- por Steve Rogers que se encargaría de desbaratar los planes de los supervillanos antes de que a estos les dé tiempo a atacar. Y así, con esa premisa de dudosa legalidad pero tan suya, Brubaker nos ha ofrecido un par de sagas que quizás sean los mejores tebeos de superhéroes puros y duros que ha hecho hasta la fecha.

En la primera saga, "Misión a Marte" el grupo de Steve Rogers se traslada hasta Marte mientras investiga los tejemanejes de la Roxxon para darse de bruces con El Consejo de Sombras que anda a la busca y captura de la famosa Corona Serpiente mientras, que, en la segunda, titulada "Los ojos del dragón", los Vengadores Secretos aliados con el bueno de Shang-Chi para evitar los planes de Fu Manchu (perdón, Zeng zhu) para resucitar y aliarse con los del Consejo.

Bru monta unas historias trepidantes aprovechando –y esto es un gran mérito de cara al aficionado veterano - elementos de aquí y allá del rico acervo marvelita y creando unos enemigos a la medida de su grupo, El Consejo de las Sombras, que le permite recuperar otros dos personajes del fondo pero muy del fondo del amario, Max Fury y John Steele. Sin embargo, debido a la importancia del desarrollo de la trama, la caracterízación de los personajes y las relaciones entre ellos queda en un segundo plano –y esto es un gran defecto teniendo en cuenta que es un tebeo que lleva en el título lo de “Los Vengadores”-, probablemente esa falta de caracterización e interactividad entre los miembros del grupo se deba que Bru sabía desde el principio que solo iba a hacer los primeros doce episodios de la serie (en el próximo número de Panini acaba su etapa con un número doble en el que nos contará el origen de John Steele) y ha dejado la serie montada a sus sucesores para que sigan y desarrollen sus ideas. A pesar que el protagonismo entre los distintos personajes esté bastante descompensado- ¡ si tienes un vengador del potencial de La Bestia úsalo para algo más que para lucir gafitas!- la cosa ha tenido un tono imaginativo y evasivo muy saludable con viajes por el espacio y Asia bien planteados y resueltos evitando los Vengadores Secretos auténticas amenazas a nivel mundial y quedando las habituales tramas conspiranoicas de las que Bru es tan amigo en un segundo plano.

Tampoco hay que obvia y buena parte del mério de que la serie fuencione se debe a que Brubaker parece haber sintonizado bien con un dibujante como Mike Deodato, un dibujante muy espectacular plenamente adaptado al género superheroico y la franquicia vengadora, bastante diferente de los dibujantes más sobrios con los que suele trabajar. Más allá de su gusto por los escorzos imposibles a los que somete a sus personajes, Deodato ha hecho un gran trabajo en la descripción de las localizaciones y las escenas de lucha, logrando que la narración tenga un ritmo ágil, ideal para una historia de estas características. Lástima que tras el número 10 deje la serie.

Veremos tras la marcha de Brubaker y Deodato que rumbo toman estos Vengadores Secretos. He leído que algo va a hacer Warren Ellis con ellos…Veremos, veremos.