jueves, 14 de octubre de 2010

“El Ángel de la Retirada”, de Paco Roca y Serguei Dounovetz.


Paco Roca es un autor valenciano que se ha caracterizado a lo largo de su obra por resaltar la aventura de lo cotidiano y las pequeña hazañas que por formar parte de nuestro día a día no le damos importancia y a las que sólo un punto de irrealidad y fantasía que el atento ojo observador del autor proporciona salvan de la mediocridad. Un planteamiento exitoso y evocativo que logra conectar con un gran número de lectores gracias al dibujo amable y las cercanías de los temas tratados que en “El ángel de la retirada” (última obra publicada por Bang Ediciones en la que colabora con el guionista francés Serguei Dounovetz) se pone al servicio de la historia de Beziers, una localidad francesa en la que se asienta una colonia de 120 años de antigüedad conformada por españoles emigrados en sucesivas oleadas.

A través del personaje de Victoria una joven francesa hija de emigrantes españoles conocemos el día a día actual de la colonia, sus celebraciones y problemáticas en los tiempos actuales a la hora de intentar mantener viva la identidad propia de emigrados que no pertenecen exactamente ni al país que dejaron ni al que los acogió. Victoria vive el día a día con la necesidad de descubrir horizontes nuevos más allá de la colonia que considera su hogar y los sueños irreales en los que se la aparece Ángel un misterioso hombre ideal por el que se siente irremediablemente atraída- en los que se traslada a distintos momentos históricos que conforman la historia de Beziers: las vendimias realizadas por españoles emigrados de principios de siglo o la retirada de los republicanos españoles a Francia en 1939 y las duras experiencias iniciales que allí vivieron. Entre la realidad y la fantasía, Victoria busca su propia identidad.

Sin ser estrictamente una segunda parte, por el tratamiento de la historia y su temática podemos encontrar grandes semejanzas en esta nueva obra con “El Faro”, pero si en aquella publicada hace años estábamos ante una promesa talentosa que apuntaba alto en “El Ángel de la Retirada” nos reencontramos con un autor contrastado que domina perfectamente el medio que ha elegido para expresarse y es capaz de plasmar historias complejas y evocativas con profunda sensibilidad. No tengo claro donde empieza ni donde termina la labor de Sergei Dounovetz pero estamos ante una obra en la que la sabiduría de Roca la impregna y traspasa de principio a fin desde el tratamiento de los sencillos y creíbles personajes hasta las elegantes transiciones a través de las cuáles la historia avanza.

En ese juego entre vigilia y sueño en que se mueve el cómic y que Roca transmite a través de un bitono suave y evocativo y su elegante y preciso trazo de formas casi infantiles hubiera sido fácil que la historia se dispersara en los sutiles elementos fantásticos que impregnan la obra (como hasta cierto punto pasa en la mentada “El Faro” o la más reciente “Las Calles de Arena”) pero en esta ocasión nos encontramos ante una obra más lograda en la que el equilibrio entre irrealidad y fantasía están consigue que la historia de la protagonista y la de Beziers el pueblo del que forma parte confluyan a un mismo ritmo y la obra adquiera todo su sentido y riqueza interpretativa.

El ángel de la retirada” es una obra aparentemente sencilla pero cuya estructura compleja exige de Roca lo mejor de sí mismo para lograr a través que elegantes elipsis y flashbacks que los distintos planos de vigilia y sueño, pasado y presente, encajen a la perfección y la historia de resistencia, de amor y búsqueda de la identidad cale en el lector.

En definitiva, estamos ante otro pequeño gran tebeo de Paco Roca en el que se reivindica de manera precisa y carente de maniqueísmos la realidad cotidiana de unos personajes que antes que españoles o franceses, exiliados o acogidos, son presentados como personas que sienten y padecen como cualquiera de los potenciales lectores y con los que es fácil sentirse identificado. Y ese, creo, es el mayor mérito sin duda de este cómic que no puedo dejar de recomendaros. No os lo perdáis.

Los que tienen que servir en el Cómic.



Los mayordomos, criados, escuderos y demás personal de servicio han tenido una larga tradición en el mundo del cómic. Personajes generalmente con unas características propias comunes que tienen en Sancho Panza su principal referente contraponiendo su lógica llana y práctica como un medio para solucionar conflictos y problemas que sus idealistas y elevados señores son incapaces de tratar, acabando convirtiéndose generalmente en colegas y amigos más allá de la relación de servicio.

Quizás el sirviente por antonomasia en el que mejor se resumen todas esas características de “hombre para todo” dispuesto a servir fielmente a su patrón sea Desmond, el mayordomo de “Rip Kirby” creado por el gran Alex Raymond.

En “Terry y los piratas”, Caniff incluyó a los sirvientes asiáticos Connie y Big Stoop como un recurso cómico frente al heroísmo de la pareja protagonista formada por Pat Ryan y Terry. Sin embargo, ambos fueron ganando cada vez más protagonismo conforme se desarrolló la serie llegando incluso en ocasiones a asumir todo el protagonismo.




Centrándonos en el género superheroico, hay dos mayordomos que rivalizan en protagonismo al pertenecer cada uno a distintas compañías, Marvel y DC, Alfred y Jarvis. Alfred, el mayordomo de Batman, creado por Bob Kane (¿?) y Jerry Robinson añade un nuevo aspecto a las características comentadas de estos personajes convirtiéndose poco a poco en un sustitutivo de la figura paterna ausente. Jarvis, creado por Stan Lee y Don Heck en sus inicios para ser el Alfred de Iron Man pronto adquiere una personalidad propia en “Los Vengadores” convirtiéndose en casi un miembro más del supergrupo durante una larga etapa.


Aunque Jarvis y Alfred son los grandes sirvientes del género tampoco hemos de olvidar la figura de Wong, ideados por Stan Lee y Steve Ditko, el sirviente oriental de Stephen Strange, El Hechicero Supremo. Aunque Wong es un sirviente notable y un experto luchador en artes marciales, generalmente sus habilidades no son de mucha utilidad frente al tipo de amenazas a las que se enfrenta el Doctor Extraño.

En el cómic francobelga, la figura de los sirvientes asume parecidas características secundarias que en el norteamericano. De este modo, característico es el personaje de Néstor en “Tintin” quizás no el más recordado de los personajes de Hérge al no incorporarse a la serie desde el principio pues su primera aparición es en “El Secreto del Unicornio” como mayordomo de los malvados Pájaro pero remarca la relación laboral de estos personajes convirtiéndose en el sirviente fiel a partir de esa aventura de Haddock .

Quizás en el cómic belga el personaje más cercano en muchos aspectos a la figura de Sancho Panza sea el escudero de Aymar de Bois-Maury, Olivier. En esta magnífica serie de Hermann, Olivier sigue con fatalista resignación los pasos de su señor, caballero andante en búsqueda de la esquiva fortuna que le permita recuperar sus tierras.

En España, durante los años cincuenta abundaron los personajes de los mayordomos y sirvientas dentro de la fructífera escuela Bruguera que como secundarios de lujo daban el contrapunto lógico a la petulancia crítica de una clase acomodada cuyas excentricidades resultaban cómicas a la mayoría de los lectores que leían sus aventuras. De este modo, destacan las hábiles creaciones del genial Martz Schmidt el Menordomo Braulio y Panchita, contrapuestos personajes (raquítico él, rotunda ella) sirvientes de doña Deliranta Rococó y el Dóctor Cataplasma (aquí el juego visual era al revés, enorme ella, escuchimizado él), respectivamente, cabeceras que daban nombre a las series aun cuando en la mayoría de las ocasiones veían su protagonismo minimizado frente a sus criados (sobre todo en el caso de Panchita, claro).

Sin embargo, el personaje más emblemático entre los dedicados a servir es sin duda “Petra, criada para todo”, el único que ha estado dotado de protagonismo. Petra es una genial creación de Escobar y representa la llegada a la gran ciudad de las chicas de pueblo que se buscaban la vida sirviendo, siendo precisamente el contraste entre las costumbres de la bienintencionada sirvienta y la urbana patrona Patro una de las claves de éxito de la serie.

Finalmente, en la Editorial Bruguera y, ya en una época posterior (los años setenta) aparece Patson, el sagaz mayordomo ideado por Raf que da fiel contrapunto a las parodias policíacas de "Sir Tim O’Theo".

Como se puede observar la famosa frase de Gracita Morales, “uy qué mal está el servicio” no se puede aplicar al mundillo del cómic. Donde está bien, muy bien representado.