lunes, 11 de octubre de 2010

Moebius y la mediocridad suntuosa.

Yo soy un incondicional de la mediocridad suntuosa. Mediocridad, en astronomía, no es peyorativo. 'Avatar' es eso: es para la masa, para la mediocridad, a la que Cameron ofrece algo suntuoso".

(Genio y figura la del creador de "Arzach" disparando a todos lados en su decir sin decir sobre la película de James CameronAvatar” en una noticia aparecida en Público.Yo sólo digo eso que no se cansaba de escribir Frank Herbert en la genial "Dune" sobre "fintas dentro de fintas". Ah, y de paso reclamar que alguien realice una reedición en condiciones de "Los Mundos de Arzach", claro).




A vueltas con el final de Batman y La Parada de los Monstruos




Imagino que la semana pasada todos seguiríais atentos en Es muy de cómics el análisis que Pepo Pérez realizó de “A vow from the grave" una magnífica historia de Batman publicada en "Detective Comis # 410", realizada en 1971 por un par de muchachitos que darían mucho que hablar, Neal Adams y Dennis O’ Neil). Si no conocéis la historia podéis leerla aquí.

Muy acertadas me parecen las referencias cinematográficas que hace Pepo respecto a la influencia en la historia del “Freaks” de Browning que seguramente fue el punto de partida que inspiró a los autores, pero mirando detenidamente la magnífica viñeta final no he podido dejar de asociarla a otro referente cinematográfico quizás más sutil (o tan sutil que a lo mejor son imaginaciones mías, claro) que quizás también tuvieron en cuenta Adams y O’Neill para cerrar la historia.

Y es que esa viñeta me recuerda poderosamente a la secuencia final de“El Séptimo sello” de Ingmar Bergman de 1958, en la que el espectador contempla la danza de la muerte en que esta se aleja con sus víctimas en la contraluz del crepúsculo.

No sé si los autores tuvieron en mente esta imagen pero aun así me resulta curioso cómo de una parecida solución visual -el recorte de las siluetas sombreadas frente a la luminosidad de fondo- el significado sugerido al lector sea completamente distinto gracias fundamentalmente a ese juego de luces y colores.

Si Bergman muestra a las almas siguiendo la danza de la muerte (en una clara referencia a la iconografía medieval, por otro lado) para perderse en el crepúsculo y las sombras del fondo que señalan que su destino final es el olvido de la muerte sobrecogiendo al espectador, el final abierto de Adams en que el lector ve alejarse a los freaks en fila con el Hombre Murciélago como uno más, cerrando la comitiva hacia las luces del amanecer tras superar “la noche de los malditos” sugiere un futuro de esperanza para esos personajes y la continuidad de las aventuras de El Hombre Murciélago en la siguiente entrega.

Y es que los superhéroes de antes no eran meramente historietas para entretener a los niños…