miércoles, 21 de julio de 2010

Trailer de “Verbo”, de Eduardo Chapero-Jackson.

A veces me da la sensación que me pasa como a Alba Garcia, la protagonista de esta película, que estoy tan embebido en mis cosas y mi mundo que no me entero de la misa la media o puede ser también que como prima en los medios de comunicación dedicar todo un día en un canal de televisión a un peli extranjera o un espacio en los Telediarios pues que los aficionados estemos un tanto fuera de juego. Y es que tengo que entrar en una página estadounidense para descubrir que en España, el interesante cortometrajista Eduardo Chapero-Jackson está a punto de estrenar un largo de temática fantástica estas Navidades. Casi se me salta la lagrimita…

Lo que se ve en el trailer no tiene mala pinta aunque tampoco es que sea para tirar cohetes. Habrá que ir a verla a pesar de la presencia de Miguel Ángel Silvestre “El Duque” en el reparto que aunque no es santo de mi devoción asegurará el interés de una buena parte del (usaré este poderoso argumento con mi media naranja a ver si la vamos a ver juntos).

“Capitán América”, de Howard Chaykin.

No voy a hablar de lo poco elegante –aunque supongo que bastante rentable- que me parece la política de publicación de Panini del “Capitán América” en los últimos meses, publicando fuera de la colección regular “Renacimiento” (como hubiera sido lo lógico) para hacerlo en un tomo aparte con el que aprovechar el tirón de la resurrecciónde Steve Rogers dejando la etapa de Brubaker en suspenso durante meses mientras acumulan material para dedicarse a publicar números autoconclusivos de distintos autores; no voy a hablar de lo malo que me pareció el publicado el mes anterior en el número 56 guionizado por los hermanos Knauf (al parecer reconocidos guionistas televisivos) y Mitch Breitweiser. No, hoy voy a comentar el número de este mes que me parece destacable porque supone el regreso por sus fueros de uno de mis autores favoritos, Howard Chaykin y lo excepcional que es hoy en día encontrarse con una historia de superhéroes interesante y original que no necesite de diez crossovers para poder seguirse.

Por si alguien no lo sabe, Howard Chaykin fue uno de los autores más importantes del cómic norteamericano de finales de los setenta y de los ochenta con obras arriesgadas, ácidas y originales en las que añadía a un dibujo con ciertas reminiscencias clásicas una atrevida narración y composición para la época en historias no exentas de crítica. En los últimos años, la estrella de Chaykin se fue apagando poco a poco y sus últimas obras no han sido especialmente destacables pero esta incursión que realiza en el Capitán América es un tebeo interesante por distintos motivos y dejan constancia que el que tuvo retuvo.

El primer detalle a destacar de este tebeo es que un cómic de superhéroes “a la antigua”, una aventuras autoconclusiva con una correcta narrativa y un dibujo ajustado al personal estilo de un autor que nunca ha destacado precisamente por su espectacularidad pero que aun así resulta correcto en una historia de componentes clásicos y retros ambientada en los Estados Unidos de los años cincuenta en la que deja de lado al capi de toda la vida para ofrecernos una original historia sobre el anticapi, el Capitán América de los años cincuenta que mientras SR estuvo en animación sumergida se dedicó a luchar contra los malos comunistas. Chaykin aprovecha las características del personaje para arremeter con toda su acidez e ironía contra uno de los más oscuros períodos de la historia norteamericana enfrentando al Capi con un trasunto del senador McCarthy descubriendo finalmente al senador como un agente comunista y la “Caza de Brujas” una operación para desestabilizar el país desde dentro. El tebeo está lleno de buenos momentos y de la mala baba características del autor como la comparecencia de Furia en la Comisión Anticomunista presidida por el malo o la añoranza de este del “american way of life” cuando regresa a la Unión Soviética pero, si realmente por algo destaca, es por la equilibrada descripción que realiza Chaykin del CA de los años cincuenta alejada de la habitual como un héroe heroico, fanático y comprometido, aun cuando se le noten ya síntomas de inestabilidad menta,l o reencontrarnos con la cuidada, elegante y fácil narrativa de Chaykin que cuando quiere sabe y puede.

En definitiva, este Capitán América de Chaykin es una demostración de que el formato cómic-book clásico no está agotado y todavía es posible contar buenas, entretenidas y originales historias de superhéroes que duren pocas páginas. Sólo hace falta, talento, ganas y que el editor de turno les deje. Lo demás, son modas.