martes, 13 de julio de 2010

“Trífero”, de Ray Loriga.

Ray Loriga es uno de esos escritores mediáticos de los que todo el mundo tiene una opinión formada aun cuando luego sean los menos los que se han molestado a leer sus novelas. Una sucia mirada prejuiciosa a la que seguramente se vea sometido por cierta actitud desafiante con la que se dio a conocer y que se ha ido atemperando con los años y por su emparejamiento con Christina Rosenvinge que más de unoenvidió. Demasiado moderno e incómodo para el conservadurismo tertuliano, demasiado mediático y comercial para el postmodernismo sectario, Loriga ha desarrollado de una manera discreta una obra sólida e interesante a la que merece la pena dar una oportunidad, siendo buena muestra de ello esta “Trífero” en la que el autor explora temas tan interesantes como la perdida del amor, el subterfugio y la ausencia de identidad.

En “Trífero”, Loriga cuenta la historia de Sául Trífero, un pobre hombre de familia aristocrática venida a menos que se busca la vida en los círculos pudientes y que por azares del destino conoce el amor a través de su relación con una recia patinadora noruega, la robusta Lotte. Cuando, tras casarse y darle un hijo, Lotte muere, Trífero iniciará una huida hacia delante para intentar olvidarla que le llevará por medio mundo, perseguido por el conspicuo Agedor Grenen, un abogado que a instancias de la familia de Lotte investiga los movimientos de Trífero y pretende hacerle renunciar a a la herencia, mientras el pícaro Trífero intenta ir viviendo del cuento embaucando al mediocre Doctor Jerusalem.

Trífero”, publicada hace ya unos años, es una novela destacable en el panorama literario español que quizás ha pasado injustamente desapercibida. Una novela ambiciosa y esquiva que huye de la etiqueta de género sin renunciar necesariamente a a ella en la que el autor desvela influencias que van desde Virginia Woolf a Boris Vian, de Auster a Murakami, pero que resulta interesante e intrigante para el lector gracias a la volatilidad irreal con la que se construyen situaciones y personajes y da un original enfoque a las penalidades del buscavidas Doctor Trífero preso del personaje que el mismo se ha creado y manteniendo latente la duda en el lector sobre sus sentimientos y reacciones. Loriga se mueve bien en ese terreno fantasmal que envuelve la trama atemperando la carga dramática de la misma introduciendo elementos de humor ácido y negro en la línea de Vian para ironizar sobre los círculos intelectuales o parodiar (al tiempo que homenajea) a la novela de detectives más clásica a través de Agedor Grenen, un curioso personaje que reúne características propias de Sherlock Holmes, Hercules Poirot o el Padre Brown.

Trífero”, más allá de su amargura y su comicidad, es una novela que mantiene una estructura abierta no lineal que permite enriquecer la lectura constantemente con la pregunta continua sobre lo que se está leyendo, sobre las motivaciones de los personajes y su (in)moralidad ambigua, de su hondura psicológica y su solapado materialismo, en un ejercicio en el que la trama acaba resintiéndose necesariamente en un punto, para ser retomada y explicada con posterioridad simplemente porque la trama es quizás lo que menos le importa al autor de una obra que orbita básicamente en el cuestionamiento del concepto de identidad, sin llegar a más conclusión que la que el lector quiera llegar.

En definitiva, “Trífero” es una estupenda novela de un escritor con originales e interesantes puntos de vista al que merece la pena descubrir en el esclerótico panorama literario español que contentará por igual a quien busque una lectura evasiva como a aquellos que se plantean algo más.

Harvey Pekar (1939-2010)


Me desayuno con la triste noticia de la muerte (¡Vaya meses que llevamos…Prácticamente en los últimos meses no pasa una semana sin que se muera una figura del Cómic!) en el día de ayer de Harvey Pekar, uno de los nombres más importantes del cómic underground norteamericano y colaborador puntual de ese genio del cómic que es Robert Crumb.

La obra de Pekar es narcisista y ombliguista como sólo puede serlo la de aquél que se dedicó en todos sus cómics a intentar conocerse mejor aun cuando su vida no pasaba de ser tan rutinaria, anónima y preciosa como la puede ser de cualquiera de nosotros. Pero, además, es una obra honda, emotiva, valiente y sincera que llegaba al lector por el modo en que era capaz de descubrirse ante sus lectores como un tipo que, a pesar de todo y a la contra de casi todos, no escondía sus defectos.

Popularizó el cómic autobiográfico cuando prácticamente nadie más lo hacia y entre sus principales obras se encuentran, por supuesto, famosa por sus colaboraciones con Crumb en “American Splendor” (que dio lugar a una película protagonizada por Paul Giamatti), “El Derrotista”, "Macedonia" y “Our Cancer Year” (lamentablemente inédito en España este último), en el que narraba su lucha contra el cáncer. Aparte de Crumb entre los autores con los que trabajó se encuentran gente como Richard Corben, Eddie Campbell, Joe Sacco, Gilbert Hernandez, Dean Haspiel, Frank Stack, Alison Bechdel o Jim Woodring.

Harvey Pekar perteneció a esa generación de airados norteamericanos medios, contestatarios y conscientes de sus derechos que no tenían pelos en la lengua para criticar lo que no le gustaba de sus gobiernos y su sociedad y que, lamentablemente, están desapareciendo. Una lástima

El gris Cleveland ya no volverá a ser lo mismo.

DEP