lunes, 28 de junio de 2010

“Thor”, de J. M. Straczinsky, Coipel, Djorjevic y otros.


JMS se ha hecho un nombre (o unas siglas) dentro del cómic – de su carrera como guionista de televisión y novelista, no opino porque seguro que la conocéis mejor que yo- por méritos propios gracias fundamentalmente a su labor en “Spiderman” y en curiosas series independientes como "Rising Star" o "Midnight Nation".
JMS fue la estrella más brillante de una de esas modas que surgieron en uno de los momentos más bajos de Marvel allá por los noventa en la que el editor Joe Quesada buscaba reactivar una industria al borde de la ruina, fichando firmas de prestigio que atrajeran de nuevo a unos lectores que le habían dado la espalda como consecuencia de las barrabasadas de unos y otros. De esa corriente de nuevos nombres el que más ha perdurado y destacado a lo largo de los años fue JMS que siempre se ha mostrado como un autor capaz de ofrecer entretenidas historias superiores a la media del género. Su última aportación con la que ha puesto fin por ahora -¿definitvamente? nunca se sabe aunque parece que la cosa ha acabado bastante mal y con JMS rumbo a la distinguida competencia- a su trabajo en Marvel ha sido el relanzamiento de uno de los personajes más emblemáticos de la Casa de las Ideas, el dios del Trueno, Thor, en una etapa que ha venido publicando Panini en formato grapa a lo largo de los últimos años y que finalizo el mes pasado con la publicación del último número guionizado por JMS.
Ante todo, decir que el “Thor” de Straczinsky no es un cómic de superhéroes típico y esa ha sido la perdición del guionista. A lo largo de los diecisiete números que componen la serie, Thor se ha mantenido aislado del resto del Universo Marvel alejado de cualquier actividad superheroica –más allá de unos cameos para enfrentarle a Iron Man y rendir homenaje al Capi- en un intento por parte del guionista de dar un tono a la serie distinto al de sus predecesores, más volcado en la intriga y la adaptación de los asgardianos a su nueva condición que al enfrentamiento del héroe con supervillanos. Straczinsky ha querido ser un nuevo Walt Simonson manteniendo un fuerte control sobre su obra y dosificando al máximo las apariciones del personaje en otras series lo que es incompatible con la nueva –antigua- política de Marvel que pretende un control ferremo por parte de la editorial de los personajes para no evitar colisiones con los negocios que más cuartos dan y que en el caso de Thor es especialmente sensible en este momento de cara a la campaña de marketing que se prepara para el estreno de la nueva película sobre “Thor”.
Y realmente es una lástima porque JMS apuntaba a realizar a un cómic lleno de posibilidades en las que daba un nuevo enfoque a ideas ya conocidas por los que hayan seguido de antiguo al personaje – cambio de sexo de Loki, una mayor importancia de los asgardianos, recuperación de Donald Blake, vulnerabilidad y destierro de Thor… - junto a otras más originales– el regreso de lady Sif, la situación de Odín, la presentación de Bor o el tratamiento de Asgard y los asgardianos en la Tierra- que seguramente habrían tenido un mayor desarrollo, teniendo en cuenta el ritmo pausado con el que el autor iba construyendo las tramas y la minuciosidad con que ha ido describiendo y reflejando las motivaciones de los distintos personajes si no hubiera concluido tan precipitadamente su labor.
Straczinsky planteaba aparentemente un tratamiento de la serie coral en el que el protagonismo de Thor se encontraba un tanto difuminado siendo el auténtico protagonista a lo largo de los números publicados su némesis, Loki, cuyo aspecto, motivaciones y planes ha sabido retratar, dosificar y mostrar con mucha habilidad ofreciendo un villano muy divertido siendo sus apariciones manipuladoras –algunas muy bien argumentadas, otras más artificiosas- más disfrutables que los contados enfrentamientos a tortas que ha tenido Thor en estos números (básicamente el del nº 600 con Bor, que para suponerse un momento clave de la serie hubiera requerido una mayor profundidad dramática para mi gusto).
El “Thor” de JMS ha sido un tebeo digno y entretenido lleno de condicionales aunque será recordado más por lo que apuntaba que por lo que verdaderamente ha sido al final ya que deja con la sospecha de que lo mejor estaba todavía por llegar pero, ya se sabe, que bussiness is bussiness y al que no le guste que se dedique al tebeo independiente. Eso sí, habrá que seguirle la pista a JMS que es un valor seguro si se quiere pasar un rato entretenido.
En el aspecto gráfico, Straczinsky ha estado acompañado por tres dibujantes de tronío dentro de la compañía. Si Coipel se mostraba como un buen narrador al servicio del guionista capaz de conciliar la nueva imagen del protagonista y las nuevas imágenes de los distintos personajes a pesar de tener cierta propensión a dibujar a Thor estreñido, el brillante portadista Marko Djurdjevic se ha hecho cargo del último tramo de la serie mostrándose como un dibujante con oficio que se ha limitado a cumplir sin demasiada brillantez.
Que el “Thor” de JMS sea o no más recordado dependerá probablemente de lo que su sucesor, Kieron Gillen, sea capaz de proponer en una línea que suponemos será más al gusto de los popes de la compañía pero, ¿y de los lectores? Ya lo veremos .