lunes, 31 de mayo de 2010

Dennis Hopper (1936-2010)

Un fin de semana lleno de celebraciones no es motivo suficiente para dejar pasar en este blog la noticia de la muerte de Dennis Hopper, uno de los tipos más brillantes y libres que ha dado el cine norteamericano de las últimas décadas y que como casi todos los tipos brillantes y libres derrochó su talento a manos llenas en aras de una vida personal bastante loca, dejándonos a los demás siempre con la duda de hasta donde hubiera podido llegar si no hubiera elegido siempre el camino más salvaje.

Decir que la carrera de Hopper fue irregular es quedarse corto porque tiene más sube y bajas que una montaña rusa pero lo que es innegable echando un vistazo a su trayectoria que participó en algunas de las películas más emblemáticas de los últimos cincuenta años y él solito -con la colaboración necesaria de Jack Nicholson y Peter Fonda- se cocinó ese hito generacional que es “Easy Rider”.

Hopper brilló como actor de reparto interpretando villanos y fracasados, quizás porque nadie se fiaba de él como protagonista, demasiado impredecible, demasiado libre, pero su mera presencia dotaba de empaque las películas más infumables.

En fin, Dennis, te lo pasaste bien y nos lo hiciste pasar bien a los demás…

D.E.P.

Blue Velvet”, de David Lynch (1986).

Hoosiers”, de David Anspaugh (1986)

Amor a quemarropa”, de Tony Scott (1993)

“Easy Rider”, de Dennis Hopper (1969).

“Sangre Real: Bodas Sacrílegas”, de Alejandro Jodorowsky y Dongzi Liu.

Hace nada comentábamos la finalización de la última serie del chileno, psicomago por vocación y guionista de cómics por profesión (es un decir que sus quehaceres son variados), Alejadro Jodorowsky, y ya tenemos la primera entrega de una nueva serie, “Sangre Real” editada por Glénat en la que, podemos disfrutar de un Jodo en plena forma junto a Dongzi Liu, un dibujante chino que dará mucho que hablar.

Sangre Real” es una serie de ambientación medieval en la que Jodo aborda sus temas recurrentes a través de las peripecias del Rey Alvar, un fiero guerrero que es gravemente herido en combate singular. Para evitar que el desánimo cunda entre sus huestes ante la ausencia del rey de la batalla, Alvar le pide a su primo Alfred que ocupe su puesto aprovechando el parecido entre ambos. Sin embargo, Alfred decide suplantar permanentemente a Alvar y derrocarle, abandonándole moribundo y agonizante. Sin embargo, Alvar es encontrado y curado por una pastora deforme quién aprovechará su amnesia para seducirle. Cuando, tras diez años, Alvar recupera la memoria se lanza a su cruzada personal para recuperar su trono y su reina y acabar con el usurpador.

Incestos, venganzas, intrigas, batallas y sexo, son los elementos que Jodorowsky maneja en esta historia ambientada en una Edad Media sangrienta, salvaje e imaginada en la que retuerce realidad, mitos y leyendas para ofrecer una historia trágica, adictiva y un punto cafre que no decepcionará a sus seguidores –entre los que me incluyo- pero irritará a los que no pueden con el chileno cuando dispara en andanada todas las obsesiones que bullen en su dispersa cabeza.

El álbum es entretenido y estoy seguro que a Shakespeare le hubiera encantado, aun cuando el formato de 56 páginas vuelve a mostrar sus limitaciones a la hora de permitir un mejor desarrollo de situaciones que Jodorowsky resuelve recurriendo inevitables deus ex machina que el lector debe asumir para disfrutar del cómic. Jodo derrocha generosamente en este álbum tantas ideas que dosificadas a otro le permitirían montar toda una serie. Siendo de agradecer este afán por mantener atrapado al lector a través de un ritmo narrativo trepidante, el seguidor habitual de la obra de Jodo notará cierta falta de originalidad en el planteamiento de las mismas ideas recurrentes en un álbum que si le cambiamos el nombre y cuatro cosas podría haberse titulado “Alvar, el metabarón”.

En el apartado gráfico, Jodo vuelve a mostrar su buen ojo y cuenta con el chino Dongzi Liu un dibujante dotado de un estilo pictórico que le entronca directamente con Luis Royo y Vicente Segrelles, aun cuando Dongzi muestre un más que correcto sentido narrativo, un mejor manejo de las perspectivas y cierta influencia del manga en el tratamiento de las expresiones faciales de algunos personajes. Con todo, el dibujante realiza un trabajo espectacular y se convierte en un nombre que hay que seguir muy de cerca.

En definitiva, “Sangre Real” es un álbum muy entretenido que nos reencuentra con un Jodorowsky en plena forma del que no hay que esperar demasiada evolución porque él se encanta así. Yo me lo he pasado bomba leyéndolo, pero que cada uno decida por sí mismo. La edición de Glénat, en coedición con la matriz francesa con la que ha coordinado la publicación, es bastante correcta con el único borrón de una traducción en la que se escapan algunos giros suramericanos que quedan bastante raros en una obra de estética medieval.

Veremos que nuevas desventuras se inventa Jodo para el Rey Alvar en la próxima entrega…