jueves, 1 de octubre de 2009

“Ken Games 2: Feuille”, de Robledo y Toledano.



Cuando un ilusionista repite el mismo juego de manos por segunda vez ,corre el peligro que algún agudo observador descubra la carta escondida bajo el sombrero y de la satisfacción del que ve la magia reflejada en la expresión de su público pase a la vergüenza del que cae en el ridículo más espantoso. Por ese motivo, los ilusionistas suelen distraer, fintar y regatear con mil trucos la atención del más atento que les permita salir indemnes y reforzados de ese segundo pase para rematar a su público y recibir la ovación en el apoteósico clímax que suele ser el tercer pase. Robledo y Toledano, astutos tahúres que son, debían ser bastante conscientes de esta regla no escrita dentro de la magia cuando preparaban esta segunda entrega de su “Ken Games”, probablemente el álbum más delicado de los tres en los que está prevista la serie y que Diábolo Ediciones acaba de publicar en una más que correcta edición. El álbum más delicado, les decía, porque tras la sorpresa inicial que supuso la anterior entrega que nos dejaba con la miel en los labios, había que mantener el listón durante todo un álbum sin decepcionar a los lectores hasta el desenlace final.

Y lo cierto es que este “Feuille” no decepciona, ya que los autores nos ofrecen una estupenda historia que entremezcla género y acción en la que la red de mentiras en la que se han apresado los tres amigos protagonistas se estrecha para envolverlos todavía más. Sin abandonar la coralidad de la serie, este álbum profundiza en la personalidad y el pasado de T.J., un supuesto ejecutivo de banca de vida perfecta que en realidad es el mejor jugador de póquer de la ciudad. Mientras se supone que T.J. se encuentra fuera en una reunión de negocios cuando en realidad está jugando los campeonatos mundiales de póquer, Pierre y Anne se revelarán sus secretos y compartirán otros para mantener las apariencias respecto a su amigo. No les cuento más.

Ken Games” se sustenta en un sólido guión en el que los autores entremezclan hábilmente géneros y registros en una trama que actualiza las historias de buscavidas de siempre desde un planteamiento renovador y al tiempo respetuoso con su tradición. En este álbum, las vidas secretas de los protagonistas que hasta el momento se habían mantenido separadas se empiezan a entremezclar y los personajes secundarios aparecen y desaparecen en las distintas tramas con coherencia y fluidez para que el lector no se pierda en la red de trampas ideada por los autores.

En el aspecto gráfico, más allá del despliegue de recursos mostrados ya en la primera entrega que se mantienen intactos en esta, me gustaría destacar la inquietud de Toledano por intentar alejarse de las atmósferas sombrías y oscuras con las que tradicionalmente se reflejan los ambientes patibularios donde se desarrolla buena parte de la trama. Toledano huye de esta concepción opresiva para llenar de color y detalle la historia buscando la complicidad del lector en la asumida y compartida referencia cinematográfica –la omnipresente “El buscavidas” y sus derivaciones- o televisiva –esos torneos de póquer televisados a altas horas de la madrugada en distintas cadenas- en una apuesta arriesgada de la que sale reforzado gracias a su cuidado y pulcro trazo y más que correcta narración.

Estoy seguro que Robledo y Toledano se guardan el último as todavía en la manga y nos embaucarán todavía más en sus ken games con más de una sopresa. Estaré atento a ver si les pillo el truco.

Más “Ken Games” en El lector impaciente:

Pierre”.

Peter Milligan y el dinosaurio mutante.

Pregunta: Por qué piensas que hay tanto problema con los guionistas de "La Patrulla-X"? Parece que de un tiempo a esta parte todos y cada uno de los guionistas de la serie se ha visto rodeado por la polémica. Incluso pasó con Claremont que había estado 16 años en el título ¿Sentiste mucha presión, al hacerte cargo de los personajes?

P.M.:Lo que pensé nada más empezar es que había todo este dinosaurio, este behemoth de material, de continuidad, de cosas que estaban ocurriendo al mismo tiempo en otros sitios, de cosas que tenías que saber… de vidas anteriores, de comics anteriores… a mí, personalmente me dio la impresión de que tenía muy poco sitio en el que moverme hasta cierto punto, que creo que desistí de decir nada, si es que en un principio tenía algo que decir. Creo que podría hacer falta alguien que sea, de manera intuitiva, más fan de los superhéroes y de los X-Men, más fanático, eso es lo que pienso. Y yo no lo soy. Yo no era esa persona, claramente. Es difícil, porque no te dejaban mucho espacio. O yo no sentí que lo tuviera.
Pregunta: Esa iba a ser mi próxima pregunta. Presumo que los límites cuando se trabaja en una serie así son muy pequeños…

P.M.:Sí, bueno, para alguna gente supongo que eso será estupendo. Depende del tipo de escritor que seas. Yo creo que soy un escritor que funciona mejor cuando los límites son más amplios. En X-Force, por ejemplo, yo estaba creando los límites. Con la historia de Lady Di en X-Statix, nos dimos cuenta de cuáles eran los límites, los descubrimos. Pero eso también fue bastante blando por parte de Marvel, fue patético, de hecho. Pero descubrimos los límites. En X-Men es mucho más difícil… es una serie difícil, ¿sabes? Ocurre cuando dudas de historias técnicamente aptas, que tienen sentido, con todo , que dices “adelante”, los personajes dicen cosas que tienen sentido y coherencia… pero quizás les falta algo de magia. Y a veces la magia es la visión personal de alguien, o la idea de que alguien está diciendo algo. Y resulta muy duro encontrar difícil decir algo.

(Recupero un extracto de una completa entrevista realizada por Culpable y Perdedor a Peter Milligan (“X-Statix”, “Shade”, “Blanco Humano”) en la que analiza toda su carrera hacia la fecha y que pueden leer completa aquí. Resulta curioso como Milligan y resolvió el problema de enfrentarse a la continuidad mutante cortando por lo sano y creando su propio grupo, rompiendo con los moldes de lo que se suponía que se puede hacer o no hacer con los mutantes. Algo parecido, por otro lado, a lo que hicieron en su momento Chris Claremont, Len Wein, Dave Cockrum y John Byrne).