domingo, 17 de mayo de 2009

¿Intrusos o profesionales?

No sé si han enterado de la penúltima polémica que se ha montado en la Blogosfera comiqueril entre los autores a raíz de esta entrada de Sergio Bleda. Si no están al tanto, pueden ponerse en antecedentes aquí y aquí.

Yo no soy autor de nada (bueno, salvo de perpetrar este blog pero eso no cuenta a los efectos) pero creo que desde el momento en que se escribe en un espacio público –aunque este sea un blog en el que das a conocer tu trabajo y reflexiones, como el de Bleda- cualquiera tiene derecho a opinar y creo que esta historia que podría pensarse sólo afecta a un sector tan minoritario como los dibujantes profesionales o no, de eso también hablaremos, de cómics es mucho más ordinaria y común, y se puede extrapolar a cualquier profesión hoy en día. Eso sí, sin pretender ofender a nadie y con ganas de sumar para poner el problema en perspectiva…

En su entrada, Sergio Bleda se viene a quejar que él y otros que se dedican única y exclusivamente a la historieta se han visto obligados a salir al extranjero debido a la competencia de otros –intrusos- que, teniendo otras profesiones aparte de hacer cómics abaratan los contratos de los autores con las editoriales en España por la mera ilusión personal de ver publicada su obra.

Antes que nada, he de decir que yo entiendo a Sergio Bleda, sin embargo, creo que se equivoca tanto en el fondo como en las formas. La emigración me parece una perspectiva terrible…. Debe ser horrible tener que abandonar a tus familiares y amigos para irte a otro país del que no dominas el idioma a buscarte la vida, sin conocer las leyes, las costumbres ni nada. Perspectiva terrible, ¿verdad? Sí, pero para los españoles de hace cuarenta años que salían con una mano delante y otra detrás, o para los subsaharianos que se vienen a Occidente a vender discos en el “top manta” cuando no se dejan la vida en una patera. El irte hoy en día a Francia como ciudadano español, otro país de la Unión Europea donde las relaciones laborales están reguladas, donde gracias a Internet puedes haber dado a conocer tu trabajo y ver cómo sacar la cabeza, y si tienes morriña puedes coger un avión y plantarte en dos horas en tu país, no me parece tan terrible.

La suerte o la desgracia del mundo laboral moderno es que los mercados están globalizados, hay mucha competencia para todo y nada resulta fácil. Sin embargo, para gente preparada y con talento surgen las oportunidades, aunque no sean las que uno se imaginaba cuando asomaba la cabeza al mundo.
En España, hay exceso de enfermeras mal pagadas con lo que muchas de ellas se ven obligadas a emigrar a países como Portugal o Reino Unido donde las van a pagar el doble. Seguro que preferirían quedarse en España pero si quieren trabajar en lo que les gusta es lo que toca. Con los médicos, pasa lo mismo con el agravante que no hay un exceso de médicos sino que hay déficit y a España vienen médicos de otros países a trabajar en las condiciones que desechan los médicos nacionales. Lo mismo es aplicable a casi cualquier profesión, desde informáticos hasta cocineros (vamos, si hasta el Madrid se ha traído a un jardinero inglés para que cuide el césped del Bernabeu). La de dibujar, en ese sentido, no es una profesión excepcional, es una profesión con las mismas dificultades que las demás, que se enfrenta a un problema similar al de las enfermeras: el mercado español del cómic no da para dar de comer a todos porque, como con más conocimiento de causa que yo señala Pepo Pérez, no da para más y si un dibujante joven y talentoso quiere sobrevivir –entiéndase lo de talentoso, como publicable- tiene dos opciones: o irte a un mercado más rico donde puedan pargarte lo que pides (en el caso de la historieta, se puede probar suerte tanto en el francobelga que está aquí al lado, como hizo el propio Bleda, o en el yanqui que mediante Internet cada vez está más cerca, como por ejemplo, ha hecho Victor Santos), o compaginas el dibujar con otras profesiones que te permitan vivir lo mejor posible.
Otra ventaja/desventaja de los mercados globales es esa, hay que saber muchas cosas y no necesariamente relacionadas entre sí para buscarse la vida y no por ello se es un intruso aunque alguno pueda verse amenazado. Es cierto que antes una persona podía dedicar toda su vida laboral a trabajar haciendo lo mismo, cambiando si acaso una o dos veces de trabajo antes de la jubilación. Ahora, eso es una utopía, salvo que se trabaje en la Administración (y en la Administración también es cada vez más complicado). Gracias a los trabajos precarios, hay estudios que estiman que un trabajador desarrollará –sin contar los cambios de trabajo dentro de la misma profesión- más de cuatro profesiones distintas a lo largo de toda su vida laboral, como mínimo.

Volviendo al tema, la cuestión no es el número de profesiones que ejerzas para ganarte la vida. La cuestión es lo bueno que seas en cada una de ella, que será lo que te permita, mejor o peor, prosperar en ese trabajo. Profesional, según el RALE, es el que ejerce una profesión y el que ejerce una profesión, para mí, es el que al cambio de un salario ofrece una contraprestación. Que no todos los profesionales cobran lo mismo, lógico, no todos ofrecen lo mismo, pero no creo que ello signifique en el mundo de la historieta que unos se quiten el trabajo a otros sino que compiten entre sí, como en cualquier otro mercado, y al final, sólo se publicarán a los mejores, las mejores obras, que es lo que los lectores demandamos. No creo que, hoy en día, haya dibujantes en España publicando que no cobren –poco o mucho, eso ya es otra cosa- por su trabajo y se contenten con ver su obra publicada. No olvidemos que si una editorial, que no es una ONG, decide publicar una obra es porque ve la perspectiva de un negocio y como mínimo asegurará cubrir costes- por lo que no va a publicar nunca la obra de un ilusionado aficionado entusiasta pero sin talento, sino que publicará la obra de un autor, con más o menos experiencia, pero con un nivel de calidad mínimo, un profesional en el ejercicio de su profesión, con sus problemáticas como en cualquier profesión.…

Por tanto, no creo que se pueda hablar de intrusismo en el mercado de la historieta, un mercado poco regulado más allá de los contratos que firme cada uno y lo que pueda hacer vendible su trabajo en función a la calidad del mismo y el talento que demuestre, más allá del resto de profesiones con las que complete sus ingresos. Una falta de regulación que provocará a los más desconocidos o inexpertos tener que aceptar peores condiciones, lo mismo que pasa con los becarios, los pasantes y demás, en otras profesiones. Pero, esos profesionales menos contrastados, no deben ser competencia para gente experta que debería recordar que ellos vivieron experiencias parecidas.

Vamos el pan nuestro de cualquiera cada día, en cualquier profesión…