domingo, 21 de diciembre de 2008

“Cash, I see a darkness” de Reinhard Kleist

Vaya por delante que no soy ningún entusiasta de la música. Mi innata dureza de oído me hace no apreciarla en exceso y mi magra cartera en mi mocedad me llevó a renunciar a una discoteca en condiciones que me permitiera suplir mis carencias en beneficio de una tebeoteca y una biblioteca que me satisfacían más. Por ese motivo, cuando se estrenó “En la cuerda floja”, la película sobre la vida de Johnny Cash fue cuando empecé a interesarme por la existencia de este ídolo de la música country y rockabilli americanas aunque no llamó tanto mi atención como para ir al cine a verla. Ha tenido que caer en mis manos casi por casualidad “Cash, I see a darkness”, el cómic que el alemán Reinhard Kleist dedica a la vida de Cash y que Planeta publicó hace ya unos meses para que se haya despertado mi entusiasmo hacia la apasionante vida y obra de Cash y vaya a incorporar alguno de sus discos en cuanto pueda a mi exigua discoteca. Pero es que “Cash, I see a darkness” es un pedazo de cómic y Reinhard Kleist, autor alemán que desconocía, un autor al que seguir muy de cerca.

Realizar una biografía en cualquier ámbito creativo puede ser una tarea relativamente más cómoda que realizar otro tipo de obra. Si la vida del biografiado/a es suficientemente atractiva para el público con ceñirse con mejor o peor estilo a los hechos basta para cumplir aseadamente. En este sentido, la vida de Cash es material de primera calidad. Desde un origen muy humilde en una familia de agricultores pobres se convirtió en una de las primeras estrellas de la industria musical en los cincuenta, codeándose con Elvis Presley y realizando giras extenuantes por todos los Estados Unidos convirtiéndose en el cantante preferido de la América profunda trabajadora, de los presos y de los indios americanos. Sin embargo, esta idílica manifestación del sueño americano tenía su reverso negativo. Cash durante sus mejores años fue un adicto a las anfetaminas y protagonizó todo tipo de excesos y escándalos, fue detenido varias veces y vivió y mientras estaba casado una intensa y escandalosa relación para la pacata moralidad de la época con una mujer también casada que sería su gran amor, su compañera de espectáculo June Carter. Con los años, la carrera de Cash fue perdiendo pujanza hasta convertirse en una vieja gloria semiolvidada que sólo volvió a retomar relevancia en los años noventa gracias al productor Rick Rubin.

Como ven, una vida apasionante por sí misma, pero es que además Reinhard Kleist, gran admirador de Cash, no opta por el camino fácil y logra hacer de su biografía un cómic intenso, arriesgado e inteligente a la vez que refleja con precisión y alejamiento todas las luces y sombras que rodearon las distintas etapas de su vida. En lugar de optar por una sencilla narración lineal, Kleist convierte a Cash en un personaje más del cómic, situando la acción en los días previos del legendario concierto en directo de Cash en el penal de alta seguridad de Folsom en 1968, y haciendo que uno de los reclusos, Glen Sherley, que espera ansioso el concierto y compone canciones, nos ponga en antecedentes sobre la vida del cantante hasta ese punto mientras espera el momento para poder entregar a Cash una de sus canciones. El concierto sería uno de los momentos cumbre en la carrera de Cash y la canción compuesta por Sherley,”Folsom Prison Blues” uno de los mayores éxitos en la carrera de Cash, a quien más adelante Kleist convierte en narrador de la historia de Sherley.

A partir de esa anécdota, Kleist construye un ingenioso e intenso artificio del que se sirve para construir un cómic intenso del que es imposible despegarse hasta que no se ha terminado, en el que no se limita a narrar los hechos de la vida del protagonista sino que refleja a la perfección la compleja y atormentada personalidad de Cash y la intensidad de su relación con los presos norteamericanos entre los que era un auténtico ídolo. Kleist no sólo incorpora esta historia a la narración sino que introduce en la historia la narración de varias de las canciones de Cash como “A boy called Sue”, “The ballad of Ira Hayes”o la misma “Folsom Prison Blues” para reflejar el compromiso y creatividad de Cash, con lo que “Cash, I see a darkness” se convierte en una especie de muñeca rusa apasionante que se nutre de varias pequeñas historias que acaban dando un fiel retrato de Cash como sólo a través del cómic puede lograrse.

Kleist exprime los recursos del medio para construir un relato elíptico, equilibrado y complejo, que funciona perfectamente en todas sus partes gracias a la excelente planificación del relato del alemán quién, dotado de un trazo nervioso y enérgico utiliza con maestría una amplia gama de recursos gráficos y cambia a lo largo del cómic en varias ocasiones de estilo, pasando con soltura de la caricatura al realismo o al expresionismo, optando en todo momento por el negro y los grises y pasando de composiciones de página y perspectivas clásicas, divididas en viñetas llenas de detalles a composiciones esquemáticas, rotas y escorzos con los que incentiva la carga dramática de la historia, usando con moderación concisos y precisos cuadros de texto e incorporando recursos a la historia similares a los usados por autores de la talla de Blutch, Peeters o Burns, con los que guarda más de una similitud.

En definitiva, para mí uno de los mejores cómics publicados a lo largo del año en una correcta edición por parte de Planeta que además me ha permitido conocer en profundidad a un poliédrico y excelente cantante.

Con ustedes, Johnny Cash.

Folsom Prison Blues



A boy named Sue