viernes, 7 de noviembre de 2008

De la crisis, el cómic y las editoriales


Ya sabrán ustedes si viven por estos mundos de dios, que estamos en crisis y, seguramente, quién más, quién menos se estará viendo afectado. Esto de las crisis económicas es como las fichas de dominó y el efecto mariposa de manera que si la Bolsa en Estados Unidos se hunde porque se han empachado de hipotecas basura, aquí los españolitos de a pie apretamos los dientes y nos disponemos a reducir nuestro dinerillo para el ocio para poder pagar las letras al banco. Salimos menos al cine ya que está por las nubes y generalmente hay poquita cosa interesante que ver, compramos menos cómics que dejaron de ser hace tiempo un entretenimiento barato y para todos los públicos para convertirse en un bien de lujo para treinteañeros, y abandonamos las cenas y las copas con los amigos por las noches que no hay economía que las asuma. Si total, nos resignamos, con una conexión a Internet y un cursillo rápido en domesticación de burritos, sapos y dioses de la guerra cualquiera tiene todo el mundo del ocio entre sus manos, aunque los sacrosantos señores de la SGAE no cejen, como es su obligación, de velar por los derechos de sus representados promoviendo cánones a diestro y siniestro e inspirando sentimientos encontrados en los que no queremos piratear porque somos gente de tronio y honrados como pocos pero adictos a unas aficiones que desde pequeñitos nos ha inculcado nuestra cambiante y ahora en crisis sociedad de consumo que de repente cuestan un pastón.


Y a todo esto, ¿le estará afectando esto de la crisis a nuestras editoriales de cómics que deben propocionarnos nuestro soma?¿Habrán sido previsoras hormiguitas o las estarán pasando canutas como las cigarras? Pues, bien, no tengo ni idea que para estas cosas, como buenas empresas que son, las empresas son muy suyas y hasta que no llega el momento de la suspensión de pagos, el ERE y echar a media plantilla ninguna suelta prenda, pero analizando un poquito el mercado parece que hay de todo.Desde las que parecen asumir que los tiempos de bonanza han pasado y hay que atarse los machos ajustando los costes, reduciendo las novedades pero cuidando la calidad, como parece ocurre con las pequeñas e intermedias como Astiberri, Sin Sentido, Dibbuks o Aleta, a las grandes como Planeta y Panini que no cejan en su empeño de seguir saturando las librerías mes tras mes con novedades publicadas de cualquier manera como si el asunto este de la crisis no fuese con ellas. Sin embargo, sí que va y al menos es evidente que en Planeta algo no funciona cuando las novedades anunciadas con meses de adelanto no aparecen (“Popeye“, “Madman”), se retrasan (“Coleccionable Batman”), cuando aparecen deben retirarlas apresuradamente a los dos días (“El almanaque de mi padre”) o se traducen y reproducen de aquella manera (“Durango”, “Legión de superhéroes”). Por la blogosfera, hay teorías para todos los gustos desde que se ha quemado la imprenta con la que Planeta suele trabajar hasta que ahora imprimen en China y por eso tarda más. Yo, personalmente, me apunto que están abaratando costes –que sí que la crisis también les ha llegado- trabajando con packagers más baratos que no son necesariamente los mejores ni los que tradicionalmente han trabajado en temas de cómics y el resultado final es el que es. Todo con tal de mantener sus cifras de venta aunque el producto final no reúna los mínimos de calidad que el lector se supone está pagando. Panini y Planeta tienen el respaldo de importantes grupos editoriales detrás y es difícil que se hundan, así que a pesar de este caos que les comento ellos van a seguir erre que erre con su particular guerra al margen de crisis cuan boxeadores sonados salvo que se reduzcan drásticamente sus ventas.

Pero parece que hay otra editorial dispuesta a conseguir pingües beneficios como sea en estos tiempos convulsos. Me estoy refiriendo a la emprendedora Norma que, ni corta ni perezosa, ha repercutido en los abnegados seguidores de sus colecciones la crisis con curiosas y hábiles medidas, que se reducen a una la uniformización de sus precios. De esta manera, a sus álbumes de cuarenta y ocho páginas, se les sube un eurito y pasan de los doce a los trece euros con la socorrida justificación que los derechos para hacerse con estas obras están más caros; las colecciones del sello ABC (Tom Strong, Promethea) da igual que los tomos de "Tom Strong" tengan 250 páginas o que tengan cien que todos valen quince euritos para redondear y a los últimos de “Promethea” se les sube el precios para celebrar que se acaba la cole. Pero, el mejor ejemplo de que a río revuelto ganancias de pescadores lo tenemos con la serie “Percevan” en la que en lugar de saldar los restos de Grijalbo y reeditarla de nuevo han recuperado de algún oscuro sótano la acartonada y amarillenta edición de 1987 para venderlo como novedad a los trece eurazos de rigor.

En fin, como ven, la crisis ha llegado más o menos a las editoriales y cada una ha reaccionado un poco en la línea que llevaba antes de la crisis. Lo que parece claro es que a pocas, por no decir ninguna, se le ha ocurrido demasiado tener en cuenta que pasará si los pobrecitos –cada vez más pobrecitos- freaks que las dan de comer comprando sus productos no pueden seguir durante mucho más tiempo sosteniendo tanto gasto y la burbuja (sí, sí, en esta industria como en la inmobiliaria también hay burbuja) se deshincha. Claro, que para preocuparse por eso tendrían que ser aficionados y ellos, en realidad, son profesionales.