lunes, 6 de octubre de 2008

“Vicky, Cristina , Barcelona” de Woody Allen

Había expectación entorno a la nueva película de Woody Allen, “Vicky, Crisitina, Barcelona” para ver si el de Brooklyn daba la de cal o la de arena con su acercamiento a la ciudad de Gaudi y el pan tomaca. Tras el visionado, mi sensación es que mi admirado Woody se ha tomado unas merecidas vacaciones en la Ciudad Condal y Barcelona no le inspira tanto como Nueva York o Londres.

Vicky (Rebeca Hall) y Crisitna (Scarlett Johansson) son dos jóvenes amigas norteamericanas con distintos planteamientos respecto al amor y la vida que llegan a Barcelona a pasar dos meses de vacaciones. Vicky busca la seguridad en una relación y tiene un novio perfecto con el que piensa casarse y asegurar su futuro, mientras Cristina es un espíritu libre que no tiene demasiado claro nada en su vida ni en lo personal ni en lo laboral. En Barcelona, las dos amigas conocerán a Juan Antonio, un seductor pintor divorciado, con el que mantendrán sendas relaciones que trastocarán sus planteamientos vitales, más aún, cuando llegue a la ciudad Maria Elena (Penélope Cruz), la temperamental e impredecible exmujer de Juan Antonio.

Flojita y pretenciosa es esta película con la que no conecté en ningún momento y en la que Allen nos ofrece uno de sus peores trabajos de los últimos años. La película carece de una sola idea original con la que enganchar al espectador y no va más allá del refrito del cine y el estilo que Eric Rohmer pusiera de moda ya hace unas décadas con mejor fortuna. Quizás lo único salvable sea el descubrimiento de Rebeca Hall, una actriz desconocida para mí, quién logra probablemente la mejor interpretación del cuarteto protagonista, limitados por la artificiosa historia pergeñada por Allen y sólo animada, en contadas ocasiones, por las intervenciones de una Penélope Cruz que lograba con su interpretación dar cierta credibilidad y comicidad a su personaje frente a la artificiosa ñoñez de los interpretados por un Bardem dormido y una Scarlett Johansson, que si no fuese por su espectacular fotogenia pasaría completamente desapercibida.

En definitiva, Woody ha realizado su parte y ha construido un costoso y aburrido reclamo turístico de hora y media con el que publicitar la Ciudad Condal mostrando a gente guapa paseando por bellos rincones de la ciudad y sus alrededores. Sin embargo, mi consejo es que no se gasten siete euros en la cinta (¡¡¡ sobre todo, no se les ocurra gastárselos en la versión doblada!!!) y dediquen su tiempo y su dinero en buscar por Internet algún chollo para visitar la ciudad que les saldrá más a cuenta.