martes, 5 de febrero de 2008

“RG 1: Riyad-sur-Seine” de Frederik Peeters y Pierre Dragon.



Tenía mucha curiosidad por leer este nuevo trabajo del suizo Frederik Peeters (“Píldoras Azules”, “Lupus”) por varios motivos: por un lado, ver cómo un autor tan personal como Peeters se adaptaba a realizar un trabajo eminentemente de género – aunque “Lupus”, de la que ya escribí algo por aquí, es una obra de género, enmarcada en la Ciencia Ficción, su temática intimista hace que escape de las convenciones del mismo- y comprobar cómo funcionaba formando equipo, con un colaborador a los guiones (no he leído “Koma”). Leída la obra, debo decir que Peeters pasa la prueba sobradamente construyendo un cómic redondo. Pierre Dragon, seudónimo de un miembro de la policía francesa que prefiere mantenerse en el anonimato (ó lo prefería visto lo visto) asume el papel de argumentista de la historia, aportando sus experiencias dentro de la gendarmería en una brigada especializada en antiterrorismo, los RG, para otorgar el punto de credibilidad a una historia –su propia historia- de la que es también protagonista en el cómic, dejando libertad total a Peeters para el desarrollo, de lo que este se aprovecha para construir una historia respetuosa con la tradición del polar francés y al tiempo renovadora del género y coherente con el resto de su obra.
Peeters da preponderancia al trabajo oscuro de investigación, a las eternas sesiones de vigilancia de la policía a través de la construcción de diálogos y situaciones creíbles, antes que a la acción sin tregua y las persecuciones más propias de las series televisivas, llevando poco a poco la historia al terreno en que se encuentra más a gusto: el estudio psicológico del protagonista, incorporando dentro de una trama realista viñetas que retratan la personalidad y el inconsciente de Dragon, sus traumas y decepciones, logrando de este modo un completo y complejo retrato del personaje a través de su realidad cotidiana y dejando la sensación al lector una vez finalizada la lectura del álbum de conocer a Dragon de toda la vida y que la ambientación policial de la obra no es más que una excusa que Peeters manipula astutamente para centrar la historia en una persona/personaje que le fascina. De este modo, la trama policial centrada en el trabajo diario de los RG, un departamento dentro de la gendarmería francesa centrado en el contraespionaje y el antiterrorismo, queda ineludiblemente unida al deambular de Dragón, girando el resto de los personajes en torno al protagonista. Peeters nos acerca a los métodos de trabajo de un grupo policial auténtico, con sus trapicheos, sus tratos con los confidentes y esa ambigüedad moral en la que presuponemos se mueven todos aquellos que conviven diariamente con el crimen logrando por tanto un álbum que no decepcionará ni a los admiradores de sus anteriores trabajos ni a los aficionados al género que se acerquen a la obra atraídos por su temática policial.
Peeters en esta su segunda obra a color muestra una cierta evolución en su estilo de dibujo para adecuarlo al color. Sus trazos se vuelven más nítidos, menos violentos que en “Píldoras Azules” o “Lupus”, sin embargo, su trazo característico, que lo convierte en uno de los autores más personales del panorama actual, continúa siendo perfectamente reconocible. En esta obra, se aprecia también su esfuerzo en la caracterización del París urbano por el que se mueve Dragon otorgando más detalle e importancia a los fondos que en obras anteriores y, aunque resulta prácticamente imposible no evocar a Tardi en una obra de estas características, Peeters sabe hacerla completamente suya, asimilando de tal modo su hipotética influencia que resulta indetectable.
Espero que Astiberi no tarde mucho en publicar el segundo volumen de la obra (está planificada la realización de tres volúmenes) que ya ha anunciado en sus planes para el presente año y podamos seguir disfrutando de las andanzas de Pierre Dragon y sus RG en su poca reconocida lucha contra el crimen. En cuanto a la edición de Astiberri, como casi siempre, excelente.