viernes, 1 de febrero de 2008

El advenimiento de Leviatán…


¡¡ Felicidades M&M !!

“El olor de las especias” de Alfonso Mateo-Sagasta


Ya les he hablado en alguna ocasión aquí de Alfonso Mateo-Sagasta un autor que con “Ladrones de Tinta” me dejó con ganas de más. Así, que ni corto ni perezoso, me hice con esta, su primera novela, “El olor de las especias” que he ido devorando durante la última semana en el Metro y lo confirma, junto quizás con Antonio Cabanas ("El Ladrón de Tumbas"), como uno de los mejores autores actuales de novela histórica en España.
En “El olor de las especias”, Mateo-Sagasta nos transporta a la época del califato de Córdoba, cuando esta ciudad era la más moderna, organizada y civilizada de toda Europa frente a los atrasados, divididos y belicosos reinos cristianos de la península. Alvar, un joven villano de Castro que buscaba el amparo de su señor el conde de Castilla, Fernán González, por su participación en una algarada que terminó con la muerte de un conde leonés, se convierte, junto a sus compañeros, en una pieza más de la compleja intriga que los grandes reyes cristianos y sus señores feudales juegan para afianzar su poder, una intriga que le llevará a Córdoba, participar en un magnicidio y conocer el amor.
“El olor de las especias” es una novela que cuenta con todos los elementos que debe reunir una buena novela histórica: personajes creíbles, una trama interesante y un conocimiento de los hechos históricos exhaustivo para no caer en contradicciones que hagan que toda la estructura chirrie. En esta novela, Mateo-Sagasta demuestra que domina las convenciones del género con maestría y partiendo de su amplio conocimiento de la historia (no en vano es historiador especializado en Historia Antigua y Medieval) entrelaza personajes imaginarios con personajes reales de una manera sólida y creíble. La ambientación y caracterización es soberbia, convirtiéndose en los puntos más atractivos de la novela y sumergiéndonos de lleno en una de las épocas más interesantes de nuestra historia. La trama de intrigas en la que se ven inmersos los protagonistas, sin dejar de ser interesante, es una mera excusa para reconstruir con minucioso detalle cómo era la vida cotidiana de los distintos grupos que vivían en la Península y sus relaciones. Quizás el único pero que pueda achacársele a la historia es el final feliz que reserva al inocente protagonista en medio de los juegos de enrevesadas intrigas que, tanto árabes como cristianos, juegan entre sí
En definitiva, una novela entretenida, inteligente y de agradable lectura que si hay algún lector profesor de Historia debería proponérsela a sus alumnos para despertarles el gusanillo por el tema, ya que su lectura seguro les enganchará.