jueves, 20 de diciembre de 2007

“Solo 2” de Richard Corben



Si hay algún despistado que a estas alturas no conoce el trabajo de Richard Corben, este número de “Solo” es una buena oportunidad para enmendar ese pecado y empezar a adentrarse el trabajo de uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos y probablemente junto a Robert Crumb el de mayor influencia en el “underground” norteamericano de finales de los sesenta con historias marcadas por el erotismo, el terror y la fantasía en las que el inconfundible estilo de su autor todavía sorprende por su conocimiento de la anatomía humana,el sorprendente uso del color y la habilidad con que dota de grosor a sus figuras que casi escapan de la bidimensionalidad de la página.
En este número de “Solo”, el autor de Misuri nos ofrece una serie de historias en las que nos reencontramos con un Corben en plena forma tras algunos de sus trabajos alimenticios que el amigo está realizando en los últimos tiempos para Marvel y DC. En una serie como ésta en la que se da libertad creativa a los artistas para que en un número monográfico ofrezcan lo mejor de sí, un alma libre como la de Corben encuentra buen acomodo y nos deleita con cinco terroríficas historias que no dejarán a nadie indiferente dando al neófito una idea del enorme talento derrochado por un autor al que sólo en alguna ocasión le ha lastrado no contar con mejores guionistas a su lado. De este modo, a lo largo del número Corben recorre diferentes ámbitos del terror desde el clasicismo decimonónico de “El tesoro de Belzon” en una historia de momias que es mi preferida, hasta la recreación de mundos fantásticos como “El Ciclope” que a los más veteranos les hará soltar una lagrimita recordando a “Den” en “Neverwhere” o el homenaje a “La máscara de la muerte roja” de Poe que supone “La Plaga” a la espeluznante recreación del Espectro de Jerry Siegel y Bernard Baily. También es destacable la pequeña “La vuelta a casa” en la que en el salvaje Oeste Corben nos recuerda que no hay monstruo peor que el propio ser humano. Volver a recrearse en el dibujo de este genio del noveno arte y en su extraordinaria capacidad para la creación de mundos imaginarios con una facilidad sólo al alcance de unos pocos privilegiados debería ser un placer para cualquier aficionado a las viñetas demostrando en las escasas cuarenta y ocho páginas del número de “Solo” que le sobra talento para regalar y dejando a uno con ganas de más. Esperemos que próximamente a alguna editorial le dé por recuperar la obra del amigo Richard y los jóvenes aficionados puedan recrearse con lo mejor de su producción porque el autor y la obra lo merecen.