lunes, 3 de septiembre de 2007

“Caótica Ana” de Julio Medem

Dentro del vapuleado y ninguneado cine español hay un nombre que destaca sobre los demás por ser poseedor de uno de los universos más ricos, cautivadores y sugestivos, como no se ha visto en mucho tiempo, quizás desde el mismísimo maestro Buñuel. Un universo que refina y perfecciona en cada nuevo proyecto con algún lamentable borrón (“La pelota vasca”) y que, al mismo tiempo, me da la sensación su cine no recibe el reconocimiento que merece en comparación con otros más artificiosos pero con más capacidad para seducir a los medios. Me refiero, a Julio Medem (“Tierra” “Lucia y el sexo”, “Los amantes del circulo polar”) y su última película, “Caotica Ana”.
En esta pelicula, Médem nos cuenta, como ya es habitual en él, una historia entre la realidad y la fantasía, el consciente y el inconsciente, el realismo y la abstracción. La joven e inocente Ana es una talentosa pintora que conoce a Justine, una rica mecenas que la propone abandonar su Ibiza natal y trasladarse a Madrid dejando a su padre y su isla para incorporarse a una escuela de jóvenes talentos. Allí conocerá a Linda, encarnada por una creíble Bebe, que se convertirá en su mejor amiga y a Sahib, un joven pintor saharaui con el que vivirá una apasionada historia de amor. Sin embargo, Ana sufre un extraño ataque que provocará la repentina huida de Sahib. Con la ayuda de un hipnotizador Ana descubrirá a través de la regresión que es la última de una cadena antiquísima de reencarnaciones de mujeres que murieron jóvenes y asesinadas, mujeres que deben cumplir una misión: recuperar el poder para la mujer frente a nuestra sociedad patriarcal. En Nueva York, Ana se rencontrará con Sahib, descubrirá el motivo de su huida y se enfrentará finalmente a su destino.
Utilizando a la jovencísima Ana, una debutante Manuela Vellés, una joven que mezcla la ingenuidad más pueril con la sensualidad más arrebatadora, Médem realiza una película alegato que es crisol de historias e inquietudes, reflejo de la personalidad del autor. Por un lado, nos encontramos ante un alegato de la sociedad matriarcal frente a la patriarcal, en opinión del director causa de las guerras y desgracias del mundo y un posicionamiento ante la causa saharaui, un pueblo sin país olvidado de todos en el desierto argelino. Por otro, una historia de amor en su doble vertiente, la pasión que siente Ana por Sahib y la hermosísima relación que mantiene con su monstruo, su padre, interpretado por un lacónico Mattias Habich. Y, además, el homenaje que el director rinde hacia su hermana Ana, fallecida en la juventud como consecuencia de un accidente automovilístico, autora de las pinturas de la Ana de ficción en la película. Todas estas tramas se entremezclan en la mente de Medem para hacer una película densa cargada de simbolismos freudianos (una constante en el cine de Medem, cuya primera vocación fue la medicina y la psiquiatría) que se desarrolla y amalgama a través de la doble hipnosis a la que el joven Asier Newman somete a la protagonista y a la que Medem somete a los espectadores, que asisten sojuzgados al viaje iniciatico de Ana hasta su sorprendente final a través de la magnífica actuación de un reparto internacional, formado por actores insultantemente jóvenes y semidesconocidos junto a otros contrastados (Charlotte Rampling no ha perdido nada de su elegancia) que funciona como una maquinaria perfecta para levantar este artificio a la imaginación de Medem y sus exploraciones de la mente humana. Una película inteligente que no dejará a nadie indiferente y que, en mi opinión, es la mejor del autor hasta el momento.
Para saber más sobre “Caotica Ana” pinchad aquí.