miércoles, 31 de octubre de 2007

“Crisis Infinita”, ¿qué hicimos para merecer esto?



Llevaba unos meses haciendo acopio de valor para leer la gran macrosaga que ha redefinido por enésima vez el universo DC y que descansaba sobre la mesa de los pendientes. La miraba con el rabillo del ojo y me decía a mí mismo, “Venga, Pablo, seguro que no es tan mala como has leído por ahí”, “seguro que le encuentras algo bueno”. Al fin, con más miedo que vergüenza, me decidí a abrir el primero de los cuatro números en los que Planeta ha englobado los siete de la serie yanqui más algún “crossovers” y “tie-ins” más para rellenar, aunque se justifique que es para añadirle mayor coherencia. Luego he tardado un par de semanitas más en animarme (recuperarme) de la experiencia y serenarme lo suficiente para hacer las siguientes reflexiones.
¿Era necesario realmente contar esta historia? ¿Y contarla de esta manera? Porque es que la fastuosa “Crisis Infinita” es sin exageración el peor cómic que he leído en muchos, pero muchos, años. Que las macrosagas con cientos de “crossovers” son un negocio para las dos grandes editoriales “mainstream” no se le escapa a nadie pero llegar al punto de dejar prácticamente sin contenido a la serie y convertirla en un mal batiburrillo de situaciones y personajes con nula coherencia, confusa y mal narrada pues también. De este modo, “Crisis Infinita” es una especie de mixtura inconexa de varias miniseries anteriores (“El día de la venganza”,“Villanos unidos”, “Proyecto OMAC” “La guerra Rann-Thannagar”) que supuestamente no hay que conocer para poder disfrutar de “Crisis Infinita” y digo, supuestamente, porque si no se ha leído algo de estas series el lector quedará completamente desamparado ante el desatino que le espera (este cómic ha redefinido el concepto de “prólogo”: han escrito cuatro y cualquiera ofrece más que la historia principal). Me imagino a un chavalito de trece años que quiera iniciarse en el universo DC a través de esta serie y abominar para siempre del Cómic. ¿Exagero? Quizás, pero es que Geoff Jhons no está a la altura de sus capacidades como guionista y esta serie que a los lectores veteranos se nos vendió como un homenaje a la estupenda “Crisis en las Tierras Infinitas” de Marv Wolfman y George Perez en su vigésimo aniversario no deja de ser una ridícula secuela para rehacer el concepto y poner la cuenta de nuevo a cero a ver si así aumentan las ventas. Si Wolfman desarrolló a lo largo de los doce episodios de “Crisis en Tierras Infinitas” una serie de conceptos novedosos en su momento para solucionar la cuadratura del circulo a la que se enfrentaba en esa época DC (el caos que había generado por la cantidad de Tierras paralelas en las que se movían los distintos personajes de la editorial) y se convirtió en la vara de medir a todas las demás macrosagas con la que después nos han “obsequiado” (ninguna superó el modelo), Jhons en su imitación resulta inconexo y disperso. Haciendo buena la regla de que en el mundo de los superhéroes nadie muere (o se va al Limbo) para siempre. Jhons “resucitó” a Alexander Luthor, a Superboy y al Superman y la Lois Lane de Tierra-2 quienes asqueados por el comportamiento de los héroes tras las “Crisis en Tierras Infinitas” pretenden volver a la situación original. Tras unos cuantos enfrentamientos de lo más ñoño –confunde la épica con el mamporro- Jhons soluciona el embolado en que solito se ha metido de la manera más burda posible: a tortazo limpio, dejando el terreno –o Tierra Nueva- abonado para el macroacontecimiento del siguiente año: “52”, del que ya les comenté algo por aquí.
A nivel gráfico la serie cuenta con los mejores dibujantes de la casa – George Perez, Phil Jiménez, Ivan Reiss y Jerry Ordway- y yo no voy a ser quién discuta su talento pero resulta bastante claro que ninguno está a la altura de otros trabajos, probablemente perdidos en el maelstrom desencadenado por Jhons.
En fin, que si ven este cómic en su librería habitual o en algún kiosko no se acerquen a él. Es terriblemente malo y provoca una terrible sensación de que alguien en algún lugar te ha tomado el pelo. Si quieren leerse una buena macrosaga de DC háganse con “Crisis en Tierras Infinitas”, aunque sea en formato absolute.
Buff…Ya me he quedado a gusto…

martes, 30 de octubre de 2007

“Fábulas: las 1001 noches (y sus días)” de Bill Willingham y Mark Buckingham



Después de la publicación de “Fábulas: Tierras Natales” en la que Willingham y Buckingham desvelaban por fin la identidad del misterioso Adversario que había provocado el exilio de las Fábulas en el mundo mundano, y del que ya escribí algo por aquí, esperaba con expectación la publicación de “Fábulas:1001 noches (y sus días)” para comprobar la capacidad de los autores para mantener el interés de la serie después del clímax alcanzado en el anterior arco.
Willingham se encuentra a sus anchas en la serie en la que dejando de lado a los principales personajes hasta el momento para otorgar el protagonismo a algunos de los secundarios que habían aparecido hasta ahora, al tiempo que con la inclusión de nuevos personajes y tramas mantiene intacto el interés. “Las mil y una noches (y sus días)”es claramente un arco de transición, pero resulta tan entretenido como el resto de la serie. En él, Wilingham sigue mostrándonos nuevos elementos del universo de las Fábulas a través de la llegada a Villa Fábula de una delegación de fábulas orientales para hacer causa común en la lucha contra el Adversario. Aparte del inevitable enfrentamiento provocado por el choque de culturas el Príncipe Azul y el resto de fábulas deberán hacer frente a la traición y la presencia de una misteriosa Arma de Destrucción Mágica.
Bill Willingham parece haber optado por el momento en no explorar las atractivas opciones que le proporciona la presencia de las fábulas en el mundo humano para centrarse en el aspecto mágico y fantástico de la serie. Muy interesante me parece el último número del tomo recopilado por Planeta (episodios 42 a 47 de la serie original) titulado “La balada de Rodney y June” en la que Willingham a través de una curiosa y hermosa historia de amor nos acerca desde un prisma diferente a los temibles soldados de madera del Adversario que ya conocimos en “Fábulas: La marcha de los soldados de madera”. En cuanto al aspecto gráfico Buckingham cumple sobradamente, manteniendo el alto nivel de la serie aunque en este arco no alcance la espectacularidad de los anteriores. Personalmente, me hubiera gustado que Buckingham hubiera optado para la caracterización de algunas de las fábulas orientales más alejada del tratamiento disney de los mismos, aunque se trate, obviamente, de un homenaje (ojo al parecido del djinn y de Yussuf con los personajes de “Aladdin”). Una lástima que la lentitud de Buckingham provoque la necesidad de contar con otros artistas en los episodios de relleno, aunque en esta ocasión Jim Ferm no lo haga del todo mal.

lunes, 29 de octubre de 2007

“El lama blanco” en la Casa del Tibet.

Me llega a través de la editorial noticias sobre la presentación del integral “El lama blanco” de Jodorowski y Bess que Rossel Ediciones ya puso a la venta hace unos meses y que luce en mi estantería esperando su momento (ya les contaré).
La presentación tendrá lugar el próxima día 30 de Octubre en la Casa del Tíbet de Barcelona (C/ Roselló, 131) a eso de las siete y media de la tarde y a la misma acudirá el eurodiputado de Europa Verde Raúl Romeva.

Así que, si les interesa, ya lo saben.

“La felicidad de los ogros” de Daniel Pennac



Siempre resulta una aventura leer por primera vez un autor del que se carece casi por completo de referencias, aventura que puede convertir al autor en un compañero al que seguir fielmente en cada una de sus obras o en un enemigo al que criticar inmisericorde por habernos hecho perder el tiempo y el dinero. Frente a este dilema, me encontraba al iniciar la lectura de “La felicidad de los ogros” del francés Daniel Pennac (Casablanca, 1944), un autor que al parecer goza de bastante prestigio en el país vecino pero que yo desconocía completamente y que a partir de ya no voy a dejar de seguir.
“La felicidad de los ogros” es una novela que sorprende en cada página, algo muy difícil de encontrar hoy en día. Partiendo de una narración en primera persona en muchas ocasiones desordenada y caótica como el pensamiento de su protagonista Benjamín Malaussène, Pennac construye una historia que transgrede la barrera de los géneros para ser al tiempo relato hagiográfico, novela de intriga y crítica social surrealista a través de un lenguaje irónico y desenfadado.
Malaussène es el hermano mayor de una familia desestructurada en la que la madre abandona a sus hijos tras la ilusión de un nuevo amante y él debe sacar adelante a toda una recua de hermanastros y hermanastras cada uno de su padre en el suburbial barrio parisino de Belleville donde todos viven acompañados de un perro epiléptico. Para sacarles adelante, Benjamin trabaja como “chivo expiatorio” en un Almacén en el que se dedica a recibir las broncas de clientes airados porque sus compras están defectuosas con tal cara de lástima que suele enternecerles lo suficiente como para que retiren sus reclamaciones. Malaussène asume su triste realidad con optimismo y buen humor hasta el momento en que se ve inmerso en medio de una cadena de atentados que tienen lugar en el Almacén en el que trabaja. Unos atentados con bombas de los que es el principal sospechoso y que pueden poner en peligro tanto su vida como la de sus hermanastros.
Haciendo uso de una innegable capacidad para construir personajes y situaciones surrealistas Pennac se inventa una novela rica en matices, con el justo punto de verosimilitud que necesita la mejor ficción para ser creíble y atraer al lector. Contrasta la ironía y dureza con la que Pennac se refiere al Almacén y los personajes que lo pueblan - una jungla laboral en la que resulta fácil identificar los arquetipos clásicos del “pelota”, el jefe despiadado, los compañeros confidentes, etc. – con el cariño y ternura que muestra en el tratamiento de sus amigos y hermanastros. La trama negra de la novela avanza a trompicones en medio de la vorágine del caótico e irónico pensamiento de Benjamín, santo y diablo al tiempo, hacia su precipitada resolución, eclipsada por el nervioso estilo de Pennac, lleno de disgresiones y referencias. “La felicidad de los ogros” es una novela ambiciosa e irregular, tan dispersa, entrañable y atractiva como la personalidad de su protagonista y que deja la puerta abierta a conocer las nuevas peripecias de Benjamín y su variopinta familia a lo largo del resto de novelas que forman el ciclo de Belleville. Yo que ustedes la daría una oportunidad.

viernes, 26 de octubre de 2007

Rumores, rumores… ¿realmente importan?

Pues, eso que desde hace unos días se ha vuelto a despertar la rumorología tebeística alrededor de dos noticias no confirmadas (rumores) que se comentan por ejemplo aquí y aquí. Mi opinión al respecto, es que estas cosas no le deberían importar demasiado al lector habitual de cómics (del lector ocasional ya ni hablo), aunque parece que últimamente este tipo de amarillismo aplicado al cómic ha encontrado un nicho en Internet sin saber muy bien las razones. Quizás la endémica situación de la industria del cómic ha tenido en nuestro país desde siempre y su seguimiento por los cuatro gatos (aficionados) fieles desde hace años ha provocado esa libertad para cabalizar los movimientos editoriales que se producen desde la traumática, para muchos, pérdida de derechos de Marvel por Planeta. Sin embargo, el interés por el Cómic está creciendo en nuestro país tanto para un público y unos medios de comunicación ajenos al mismo que ya no lo ningunean tanto como hasta ahora como para grandes editoriales (Alfaguara, Panini o Random-House Mondadori) dispuestas a entrar en mercados donde puedan obtener beneficios (capitalismo puro y duro, vamos). Sin embargo, lo lógico es que esos movimientos editoriales no despertasen el interés de nadie salvo quizás de los profesionales del medio (¿a lo mejor es que no hay muchos profesionales y sí demasiados “amateur”? Eso debería solucionarse pero parece la eterna cuenta pendiente del Cómic en España) como ocurre con las editoriales de libros donde nadie se molestó en su momento en elucubrar demasiado sobre qué pasaría, por ejemplo, si Planeta comprase Minotauro hasta que efectivamente la compró, pero, bueno, eso es otra historia. Creo que los lectores de cómics antes de preocuparnos demasiado quién va a publicar los cómics que nos gustan deberíamos hacerlo acerca sobre las obras en sí y que las calidades de las ediciones se ajusten a los precios que nos cobran. En ese sentido, en mi opinión, si estos rumores se confirman, no va a ver muchas diferencias para los lectores en las ediciones de Dargaud que en las de Norma ni oscilaciones espectaculares de precios porque eso ya se da ahora (la diferencia por ejemplo de un álbum como “El Escorpión” publicado en Francia por Dargaud a publicarlo en España por Norma es de un euro aunque luego en otros casos como “El gato del rabino.Jerusalén en África” se dispare a 3,5 euros (¿?) ); quizás haya más movimiento sobre los derechos de determinadas series BD de las publicadas por Dargaud que en España están repartidos por diversas editoriales como Planeta, Diabolo o Dibbuks y que imagino que Dargaud iría recuperando en función de la expiración de los contratos con esas editoriales y la aceptación que hayan tenido esas series entre los aficionados españoles.
Tampoco pasará nada terrible si Planeta pierde los derechos de DC (cosa que dudo). Esos derechos son un dulce para cualquier editorial y en pocos meses alguien se haría con ellos si no los publicase la propia DC directamente de algún modo que ignoro.
No nos engañemos a los lectores no nos va nada en estas historias ni en estos rumores. Así que, todos tranquilos, que el mundo no se va a acabar si los rumores se confirman y se convierten en noticias. Vamos a pagar más o menos lo mismo por los cómics y las ediciones van a ser similares. O, al menos, eso creo…
Si queréis seguir comparando precios aquí y aquí tenéis los enlaces a las páginas de Dargaud y Norma. Ya veréis que cosa más divertida…

jueves, 25 de octubre de 2007

“El niño con el pijama de rayas” de John Boyne.



En la estela de “El curioso incidente de un perro a medianoche” de Mark Haddon del que ya escribí algo por aquí, nos llega la novela de moda en estos tiempos, editada también por Salamandra, que aprovechando los suculentos beneficios que le dejan los Harry Potters publica novelas de lo más interesantes . ¿Por qué lo de “a la estela”? Pues porque tanto Haddon como Boyne usan recursos similares en sus respectivas obras. Tanto uno como otro autor utilizan la voz en primera persona de un personaje protagonista que no entiende, o tiene una percepción distorsionada, de los acontecimientos que ocurren a su alrededor para obligar al lector a reinterpretar las impresiones del protagonista e incitar la simpatía hacia él mismo e inducir a la reflexión sobre los hechos y el contexto histórico en el que se mueven los personajes (que imagino es la verdadera intención de los autores). .Partiendo de estos planteamientos, hay que decir que Boyne en “El niño con el pijama de rayas” logra perfectamente sus objetivos uniendo entretenimiento con reflexión a través de la visión de Bruno, un niño alemán de nueve años durante la Segunda Guerra Mundial cuyo padre está al mando del triste campo de Auschwitz. Boyne logra, a través de esa visión difusa del niño, construir una novela de interés creciente, en el que mezcla sabiamente la ingenuidad de la visión infantil del pequeño Bruno preso en su cerrado mundo familiar limitado por los sentimientos encontrados hacia la figura paterna, el amor hacia los abuelos y la madre y las peleas con la hermana mayor –una realidad cercana a la de cualquier niño en cualquier época- con la atrocidad que percibe el lector a través de las exploraciones y encuentros de Bruno lejos de la protección de su casa en los alrededores del campo de Auschwitz y que desembocan en el impactante final de la novela.
La novela está bien construida y logrará epatar a cualquier lector, pero eso no quita para que me quede la duda razonable acerca de lo realista de la construcción del personaje de Bruno, ya que, en mi opinión, los niños de nueve años no son tan ingenuos como el personaje creado por el autor, pero este último apunte no le quita mérito alguno al ingenioso punto de vista usado por Boyne para acercarse a un tema ya ampliamente tratado -y nunca suficientemente denunciado- en la literatura, el cine ó el cómic, como es el del genocidio nazi del que da una nueva visión del mismo y de sus víctimas.
Léanla en un fin de semana y luego me cuentan que les ha parecido. (Parezco un profesor, poniendo deberes ;-D ).

miércoles, 24 de octubre de 2007

No al pago en bibliótecas.




Como hay que tener un día para todo, pues hoy toca el Día de la Biblioteca, lo cuál es estupendo porque las Bibliotecas Públicas y gratuitas son un lugar excelente para aprender y desarrollarnos como personas plenas e iguales. Sin embargo, como consecuencia de una imposición del Tribunal Supremo Europeo se le ha impuesto al Gobierno un gravamen sobre el préstamo de libros en la bibliotecas que ya ha sido aprobado por las Cortes a través de la Ley de la lectura, del libro y de la biblioteca. Un gravamen que se encargará de gestionar CEDRO para repartirlo entre los autores, aunque al parecer no sepa ni a quién ni como hacerlo, como pueden comprobar aquí.
Como yo a nivel personal estoy en contra de cualquier tipo de canon que busque el lucro injusto como ya saben por aquí y más si restringen algo tan necesario como el derecho a la lectura les dejo un enlace por si alguno se anima a dejar su firma en contra de esta medida.

martes, 23 de octubre de 2007

“American Virgin: Descenso” de Steven T. Seagle y Becky Cloonan


Leído el segundo arco argumental de "American Virgin", que engloba los números cinco al nueve de la edición yanqui, me reitero sobre lo que ya comenté por aquí acerca de “Cabeza”, el primer arco argumental. Una serie que tras nueve números no acaba de despuntar en buena medida por lo equivocado, a mí entender, del planteamiento del guionista Steven Seagle y del dibujo anodino de Becky Cloonan.
En mi opinión, esta serie se queda a medio camino de todo. No es la serie rompedora y adulta que Seagle se planteó. En la entrevista que publica en “American Virgin: cabeza”, Seagle dice “pretendía escribir una historia sobre la moralidad y el deseo, y la mentalidad norteamericana acerca de eso…”, cosa que sólo consigue en parte porque las interesantes ideas que esboza a través de sus personajes no encuentran en el hilo conductor de la narración -la búsqueda del protagonista, el virgen Adam Chamberlain, de los asesinos de su amada Cassie- el vehículo adecuado para profundizar. De este modo, las continúas contradicciones en que Seagle gusta situar a su protagonista en estos números respecto a otros jóvenes más “liberados” pero escasamente desarrollados como personajes (y es una pena porque si los secundarios de esta serie tuvieran más espacio y no se centrase tanto en el protagonista probablemente ganaría mucho) no cuajan en nada porque Seagle gusta de enunciar pero no ahondar. No hay conclusiones, no hay evolución en el personaje principal que de hecho es el único desarrollado -escasamente– hasta ahora, simplemente hay reiteración sobre reiteración. Los dos arcos arguméntales publicados son paralelos en estructura (viaje de Adam y su panda a un lugar exótico tras mostrar a los malvados familiares de Adam+ Adam sufre un trauma + enfrentamiento con uno de los asesinos de la novia) sin que la historia avance nada con el consiguiente mosqueo por mi parte. Si quizás Seagle no hubiera intentado ser tan trascendental y hubiera optado por una solución más irónica y canalla al estilo Garth Ennis probablemente estaríamos ante un cómic mucho más divertido que esta pedantería tan mal desarrollada. ¿No se pueden contar tramas interesantes y con trasfondo de esta manera? Sí, se puede. De hecho, Steve Vaughan lo ha hecho en un cómic con el que “American Virgin” guarda más de una similitud argumental, “Y: el último hombre” .pero una enorme diferencia en el tratamiento de las ideas y el desarrollo de los personajes y tramas.
Al cómic tampoco le ayuda el dibujo de Becky Cloonan, una dibujante que no conocía hasta ahora y cuyo estilo se encuentra a medio camino de la estética manga y el peor Paul Pope. Pero quizás la mayor carencia hasta ahora de Cloonan sea lo mala que es como narradora aunque en buena medida creo que la exime lo confuso del guión de Seagle. ¿Algo positivo de la serie? Las portadas de Joshua Middleton, pero es que en un cómic del sello Vertigo eso se presupone como el valor de los soldados.
En fin, amigos, que “American Virgin” no me ha convencido y que yo me bajo de esta burra. Quizás a partir de ahora la cosa mejora porque algunos buenos mimbres tienen Seagle para ello (¡¡ Qué desperdiciados están los padres de Adam, sobre todo esa madre calcada de la Abuela Bondad de Kirby!!) pero creo que, de momento, le he dado suficientes oportunidades en un mercado saturado de novedades más interesantes. Ustedes por supuesto hagan lo que quieran y puedan.

lunes, 22 de octubre de 2007

“El orfanato” de Juan Antonio Bayona


Como el pasado fin de semana estuve un poco agobiado con la preparación del viaje, las despedidas y demás, no me dio tiempo a dejarles por aquí, como era mi intención, mis impresiones acerca de nuestra gloriosa representante en la carrera a los Oscar, que tantas expectativas ha levantado y que, supongo, a más de uno habrá decepcionado. Mi retraso supone que casi todos los interesados hayan visto ya la película y tenga formada su propia opinión. Yo les voy a dejar aquí la mía.
He leído opiniones para todos los gustos, (casi todas elogiosas) de la última y primera película de Juan Antonio Bayona. Desde las que plantean que es un estudio de los miedos esenciales de una madre ante la desaparición de un hijo en clave de terror a la que establece que es un mal producto a la medida de los mercados internacionales en los que quiere despuntar. Por partes: “El Orfanato” no es una gran película de terror sino que es una correcta película de sustos y, en ese sentido, el director logra dosificar perfectamente la tensión para que el susto se produzca en el momento adecuado y mantener atrapado al espectador dentro de una trama a la que la cuesta arrancar pero cuando lo logra consigue entretener a pesar de la interpretación de una Belén Rueda sobreactuada en lo dramático como ya la pasara en “Mar adentro” y que hace muy poco creíbles sus personajes (aunque quizás sea fobia mía porque debo reconocer que esta actriz es superior a mis fuerzas) y algunos resbalones en el guión (¿Un orfanato de seis niños?, ¿Dónde estaba la directora que sale al principio cuando Benigna se cargaba y enterraba a los críos?) que se obvian nada más salir del cine ante tanto susto y la consistencia de la trama principal pero que desvirtúan un producto bien elaborado y que, imagino, funcionará bien en taquilla.
La historia, que a estas alturas ya conocerán, hunde sus raíces en los cuentos de fantasmas góticos tipo Henry James o Sheridan Le Fanu con todos los elementos propios del género (caserón, niños fantasmas, misterios, etc) a la manera que ya hiciera el oscarizado Alejandro Aménabar en “Los Otros”, pero sin alcanzar las cotas de tensión y misterio que este logró en su película, quizás porque Amenabar planteó una película de terror y no de sustos. Para un aficionado al cómic también es agradable ver algunas referencias del director a cómics de actualidad, cosa por otro lado lógica cuando la manija del proyecto como productor la lleva un Guillermo del Toro que más de un consejo debe haberle dado a Bayona (el Simón enmascarado en medio de la fiesta a mí me recuerda al Amigo de “20th Century Boys”). Al final, en “El orfanato” casi todos los misterios tienen una explicación lógica y el final inevitable y previsible, dejando una sensación de ya visto al aficionado al género que a los quince minutos de iniciada la película ya sabe por donde van los tiros, pero que no quita méritos a la película como producto comercial para todo tipo de públicos ni como primera obra de un director que, no lo olvidemos, se enfrenta a su primer largo y sale bastante bien parado. Que el producto no esté a la altura de las expectativas creadas, es más que probable, pero ojalá se sigan haciendo películas de género en España. Gente con talento y ganas hay.

Juan Antonio Cebrián (1965-2007)


Como tantas otras noches de sueño desvelado, he sintonizado “La Rosa de los Vientos” de Onda Cero para escuchar alucinado como los colaboradores de Juan Antonio Cebrián anunciaban su muerte por un ataco cardiaco en el día de ayer a los 41 años de edad. Cebrián y su programa han sido un referente para mí a lo largo de los años en los que ha llenado los silencios de la madrugada de reflexiones y risas sobre la Historia, el Cine, la Literatura, los Misterios (sin la chabacanería ni el efectismo de otros) y últimamente el Cómic, divulgando y comunicando de una manera amable y alejada de cualquier ampulosidad, accesible a todos los públicos. Supongo que este vacío se llenará con el paso de los días pero esta noche estoy anonadado y desvelado. Lástima que no esté Juan Antonio Cebrián…


D.E.P.

domingo, 21 de octubre de 2007

Totum revolutum

Como ya sabrán los seguidores más fieles de “El lector impaciente” he estado esta semana fuera, lo que ha supuesto que no me haya enterado de algunos sucesos, unos tristes otros alegres, dignos de mención que aquí les comento brevemente:

- 30 Aniversario de la desaparición del que probablemente haya sido el mejor guionista de la fecunda escuela de cómic argentina, Héctor Germán Oesterheld, autor de obras tan impresionantes como “Mort Cinder” junto a Alberto Breccia, “Ernie Pike” con Hugo Pratt o “El Eternauta”, con Solano López. Oesterheld “desapareció” como consecuencia de la represión de la dictadura argentina junto a 30000 personas más, incluidas sus hijas embarazadas.
- Juan José Millás, que como ya saben es un escritor admirado y seguido por el que esto suscribe ha ganado el Premio Planeta 2007 con su novela autobiográfica “El Mundo”. Yo ya voy a ir encargando un ejemplar y les cuento.
- El día 18 murió Deborah Kerr a los 86 años, una de esas grandes estrellas del viejo Hollywood capaz de hacer buena una película simplemente a base de “glamour” y belleza. De sus películas mis preferidas son “La noche de la iguana” y “El prisionero de Zelda”, aunque siempre se la recordará por el beso en la playa de “De aquí a la eternidad”. D.E.P.
- Ha aparecido una nueva revista dedicada al cómic auspiciada por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Su nombre, "Inter Zona" y cuenta con algunos nombres en el plantel de lo más interesantes. A ver si a la revista le va bien y consigue buenas ventas. De todos modos, si el cómic está tan mal, como dicen, ¿cómo es que cada vez hay más revistas especializadas? Seguramente, la respuesta esté en el viento, amigos.

Han pasado más cosas, claro, pero estas son las que más me llaman para comentarles por aquí. Si me entero de algo más ya les comentaré.

viernes, 12 de octubre de 2007

“Dafne Desvanecida” de José Carlos Somoza



La última novela que he leído de José Carlos Somoza confirma buena parte de las conclusiones a las que había llegado tras la lectura de “Zigzag” que ya comentamos por aquí. Somoza es un autor con unos planteamientos interesantes y poco habituales en el panorama literario español, un escritor de “best-sellers” puro y duro más interesado en hacer obras entretenidas que en la depuración de su estilo que, curiosamente, logra tanto el beneplácito de los lectores como de la crítica que le ha otorgado gran cantidad de premios.
“Dafne Desvanecida”, la cuarta novela de la carrera de Somoza y finalista del Premio Nadal 2000, parte de un planteamiento sencillo – Juan Cabo, un escritor amnésico a causa de un accidente de tráfico se dedica a buscar a una mujer con la que coincidió momentos antes de su accidente y de la que cree estar enamorado- que sirve al autor para reflexionar acerca de la Literatura, el límite entre ficción y realidad o las relaciónes que el Autor establece con la Obra y sus personajes, mediante los encuentros que el protagonista va teniendo con variopintos y fantásticos personajes a lo largo de su investigación y que llegan al clímax en un sorprendente y confuso final.
Somoza en su página web comenta que la música le suele servir de inspiración para sus obras y que, en el caso de “Dafne desvanecida” le inspiró la banda sonora que Morricone compuso para “Lolita” de Adrian Lyne. Yo no soy quién para contradecirle pero me da la impresión que Somoza se inspiró también en algunas películas de éxito. Así, es difícil no pensar en películas como “Eyes wide shut” de Stanley Kubrick o “The Game”de David Fincher, dos películas con las que pueden encontrarse más de una semejanza. Partiendo de un desarrollo muy simple tanto en su narración como en su estructura, los objetivos de Somoza en “Dafne Desvanecida” resultan excesivamente ambiciosos lo que provoca que la novela resulte hasta cierto punto fallida y desconcierte al lector que puede sentirse fruto de una enorme broma por parte del autor que de una trama clásica de detectives evoluciona a un confuso "ensayo" sobre la ficción y la realidad. Sin embargo, hasta llegar a ese extraño final la novela avanza entreteniendo con algunos momentos y personajes tan brillantes como inverosímiles que mantendrán al lector absorto en su lectura. Lo mejor que pueden hacer es aceptar la broma de Somoza y guiñarle un ojo ante su compromiso por la ficción y la literatura (bien) entendida como evasión.
Échenle un ojo si la ven por ahí.
Página oficial de Somoza y reflexiones del autor sobre la obra aquí.

jueves, 11 de octubre de 2007

“Gus: Nathalie” de Christophe Blain


Como ya sabéis los habituales de “El lector impaciente”, Christophe Blain es uno de los autores europeos preferidos del que esto suscribe por lo que la publicación de un nuevo álbum suyo es un acontecimiento que espero con ansias irrefrenables y sudores fríos. Eso es lo que me ha ocurrido con su último álbum “Gus: Nathalie” con el que Blain sorprendió el año pasado en Francia al abandonar momentáneamente “Isaac, el pirata” para iniciar esta nueva serie ambientada en el Oeste americano y que este mes ha publicado en España Norma Editorial (excelente edición y sólo un año después de su publicación en Francia). Creo no equivocarme si digo que“Gus: Nathalie” es un álbum que supone un paso adelante tanto en la evolución del Blain dibujante como del Blain guionista.
Empecemos con el guión: si el trasfondo de “Gus” es bastante similar al que ya conocemos por otras obras de Blain, la ambientación en un escenario de género para transgredir las convenciones del mismo con una obra plenamente original, que en el caso de Isaac sería la piratería “sui generis” y la Francia “de capa y espada”, y en “Gus” se trata del Oeste americano de los forajidos y pistoleros (al que ya se acercara en "Hiram Lowatt& Placido")para a través del humor centrarse en los elementos “sentimentales” y sexuales de la historia que en este caso son las correrías golfas del protagonista y sus compinches Clem y Gratt. De hecho, el carácter de Gus y su tratamiento recuerda mucho al de Jacques en "Isaac, el pirata", un tipo de mal vivir sentimental, golfo y enamoradizo. Sin embargo, la gran novedad del guión de “Gus: Nathalie” se encuentra en la estructura del mismo. Abandonando el tratamiento lineal “clásico”, Blain divide el álbum en varios capítulos (5) para establecer una enorme elipsis desde lo acontecido en el primero (rechazo de Nathalie) hasta el último (carta de Gus a Nathalie) y hacer palpable para el lector la sensación de transcurso de tiempo y cómo este marca la evolución y decisiones de los protagonistas. De este modo, todo lo ocurrido entre medias – las correrías fracasadas de Gus en El Dorado junto a sus amigotes – se justifican plenamente con la carta que Gus escribe a Nathalie. Nathalie, quien da título al álbum y sólo aparece durante el primer capítulo, es el gran amor de Gus y el motor referencial de todos los acontecimientos posteriores aunque su participación directa en los acontecimientos posteriores sea nula. La organización episódica permite al mismo tiempo hacer que el peso de la historia no recaiga únicamente en el personaje protagonista, Gus, sino que permite a Blain contar otras historias, las de sus compinches Clem y Gratt, en la que estos se erigen en protagonistas de las tramas dejando a Gus como un elemento secundario de las mismas. El hecho que Blain se centre en el carácter sentimental de la trama no implica que en “Gus:Nathalie” no haya acción ni los clásicos enfrentamientos a tiros, sin embargo, en este álbum, no son más que elementos accesorios para la verdadera historia en la que Blain quiere centrarse, los devaneos sentimentales de sus antihéroes y la complejidad de las relaciones amorosas.
Vamos ahora con el Blain dibujante: Tras leer este álbum no creo que le quede ya ninguna duda a nadie sobre que nos encontramos ante el mejor dibujante de cómics del momento. Blain, sin descubrir nada, usa todos los recursos técnicos y narrativos que el medio permite y los hace suyos de una manera única y personal para convertir a “Gus: Nathalie” en un álbum imposible de extrapolar a otros medios, cómic en estado puro. Si en “Isaac el pirata” su estilo es marcadamente más realista y en “La Mazmorra: amanecer” o “Sócrates: el semiperro” opta por un carácter más fantástico o minimalista, en Gus nos encontramos ante la suma de todos esos estilos al servicio de una historia. De tal modo, Blain busca soluciones eminentemente gráficas para explicar los sentimientos de Gus ante las mujeres y el mundo jugando con los elementos gráficos como la forma de los bocadillos, de las viñetas o las onomatopeyas para interactuar entre el plano interno del pensamiento del personaje y la realidad en una narración fluida y coherente que es una auténtica maravilla. Además, Blain juega con el estilo para dotar de mayor o menor realismo a la narración dependiendo del momento, así como para simplificar el trazo o emborronarlo en función de los distintos ambientes y situaciones (comprobad la diferencia que hay respecto de un interior a un exterior) en una planificación exquisita en la que todo tiene su porqué y no hay nada dejado al azar. Blain se gusta y se nota que disfruta dibujando las aventuras de Gus en un álbum fresco en el que es una gozada perderse y descubrir con cada relectura nuevos detalles. Por otro lado, el color de Walter (colaborador habitual de Blain), se convierte en otro elemento a destacar dotando a la obra de una variedad cromática única e interactuando perfectamente con el dibujo de Blain. Los amarillos, naranjas y azules contrastan perfectamente para recrear el calor y la inmensidad del desierto, la elección de rojos en los bosques y montañas resulta original y acertada así como los fucsias chillones en las escenas en el salón Río Lobo. Todo es original y retro al mismo tiempo. Una gozada. Sin embargo, el color no es un simple elemento de caracterización sino que se erige como un elemento narrativo más (observad el cambio de fondo en el momento en que Gus descubre la edad de la poetisa en la página 37). Una gozada (esto ya lo he escrito alguna vez, ¿no?).
En definitiva, este álbum para mí es el álbum del mes y, probablemente, el álbum del año, que no debe faltar en la estantería de todo aquel que considere el cómic un medio independiente y maduro. Blain lo demuestra. Yo ya tengo sudores fríos esperando la próxima entrega “Gus: Peggy”.
Si tienen más ganas de "Gus" y les apetece leer una entrevista con Blain pinchen aquí.

miércoles, 10 de octubre de 2007

“Mataharis” de Iciar Bollaín

El domingo pasado y dado el sistema de turnos rotatorios ("esta la elijo yo, la próxima la eliges tú") que tengo establecido con mi pareja fuimos a ver la última película de Icíar Bollaín, “Mataharis”. Partiendo de un planteamiento que puede llevar a equívoco a más de uno y pensar que estamos ante un “thriller” al tratar de tres mujeres que trabajan en una agencia de detectives (nada que ver con “Los ángeles de Charlie”), Bollaín (“Te doy mis ojos” “Hola, ¿estás sola?”) centra la temática de su película en las dificultades de compatibilizar su vida de mujeres trabajadoras con las de madres, esposas y demás desde una perspectiva realista. De este modo, las vertientes profesionales y personales de las protagonistas se entremezclan a través de la visión comprometida y social característica del cine de Icíar Bollaín, dando como resultado una película que, sin caer en lo melodramático, da una visión verosímil de los problemas cotidianos a los que se enfrentan las españolas contemporáneas. Bollaín plantea situaciones creíbles y problemas reales, encrucijadas en las que en cualquier momento puede encontrarse cualquier espectador anónimo, ofreciendo sus soluciones a través de sus protagonistas y dejando la puerta abierta para la reflexión del espectador. Así, por un lado, asistimos a las dificultades de Eva (Najwa Nimri) para compaginar su trabajo tras la finalización de su baja por maternidad y el cuidado de sus dos hijos pequeños mientras capea una crisis con su pareja Iñaki (Tristán Ulloa). Inés (Maria Vázquez) debe infiltrarse en una empresa para investigar un caso de robo por parte de unos trabajadores para verse en medio de un conflicto laboral entre patronal y trabajadores al tiempo que se siente atraída por Manuel (Diego Martín). Mientras tanto, Cármen (Nuria González) resuelve un caso de infidelidades mientras su propio matrimonio se va desmoronando silenciosamente. Tres historias teñidas de cotidianidad que sirven a Iciar Bollaín para plasmar su planteamiento “critico” con la sociedad en la que vivimos a la manera que ya hiciera su maestro Ken Loach (“Agenda Oculta” “Tierra y Libertad”) del que aprendió y cuyo cine comparte similar temática y compromiso. Buena parte de la credibilidad de la pelicula, imprescindible en una cinta social como esta, se deba al gran trabajo realizado ya no sólo por el trío protagonista femenino sino por un Tristán Ulloa, que crece como actor en cada nueva película que participa y en un estupendo guión que logra entrecruzar las distintas historias dando a cada una su espacio e importancia. “Mataharis” no es una película tan dura como “Te doy los ojos” pero sin duda confirma a Iciar Bollaín junto a Fernando León como los principales exponentes del cine social español. A mí me ha gustado, véanla y luego me cuentan.

martes, 9 de octubre de 2007

“Fortyniners” de Alan Moore y Gene Ha



La publicación de este cómic por parte de Norma ha levantado una pequeña polémica en la red tebeil siempre ansiosa por encontrar nuevos temas que comentar. No, que en este caso, no nos quejamos de lo caro que publica Norma sino más bien de todo lo contrario, de lo barato que han sacado este cómic de más de cien páginas, encuadernado en tapa dura por – solo - diez euros, cosa que esta compañía no hacía desde hace unos añitos, lo que ha provocado que los más suspicaces y sagaces tengan la mosca detrás de la oreja imaginando que se han estado inflando los precios durante estos años. Yo, personalmente, entiendo que esto es un negocio regido por la oferta y la demanda, por lo que si Norma ponía esos precios y vendía los pobrecitos compradores tendríamos que felicitarla por su gran visión empresarial y abrocharnos el cinturón. Lo que no podemos esperar, tanto entonces como ahora, es que las editoriales sean ONGs que nos regalen los tebeos. Lo mejor es que cada uno haga su composición de labor y compre aquello que le merezca realmente la pena. A mí que ahora publiquen más barato porque se hayan equivocado, porque hayan abaratado los costes o porque quieren promocionar la línea ABC me la trae al pairo. Me preocupa más que se publique bien, pero ese es otro tema. Después del rollo, vamos con el cómic que es lo que merece la pena. (Ups, qué pareado).
Fortyniners” es la precuela de “Top ten”, la estupenda maxiserie que Alan Moore publicó hace ya unos añitos dentro de su sello ABC ambientada en Neópolis, una ciudad de corte futurista habitada por todo tipo de personajes con poderes, científicos locos y róbots inteligentes que imaginarse puedan y las dificultades de los policías de la Comisaría del Distrito 10 en su cotidiana labor de intentar mantener el orden en una ciudad tan compleja como esta al estilo de la excelente "Canción Triste de Hill Street" superheroica. En “Fortyniners”, Moore y Hama nos trasladan a 1949, el año en que empezaba a construirse Neópolis a través de uno de los principales personajes de “Top Ten” el futuro comisario de policía Steve Traynor que recién llegado a la ciudad se convierte en el vehículo usado por Moore para mostrarnos los orígenes de la misma y su cuerpo de policía a través de una trama entretenida pero carente, evidentemente, de la originalidad de la obra principal. En “Fortyniners”, Traynor y los primeros agentes de policía de la ciudad desbaratan el intento de los skysharks para que Neopolis cayera bajo el control militar. Moore utiliza buena parte del ensamblaje narrativo de “Top 10” (viajes en tren, en taxi, etc) para mostrar la particular ciudadanía que pulula en la ciudad y dotar de protagonismo a algunos de los personajes secundarios de “Top Ten” como el villano Gromolko, Sam Slinger el padre de la agente Slinger de “Top Ten” o el novio de Traynor, Wulf. Utilizando tan hábilmente como se le presupone sus conocimientos históricos, Moore caracteriza el contexto histórico de Neópolis transponiendo acontecimientos de los EEUU de la posguerra mundial. Así, la morgia, el clan vampírico húngaro, sería el trasunto de los mafiosos italianos de segunda generación, los metalos (los róbots) serían los negros que despiertan los prejuicios de buena parte de la población y los héroes y científicos locos la energía atómica, el arma secreta que permitió a los aliados ganar la guerra para ser posteriormente apartada por impredecible. La obra dividida en una miniserie de cuatro números reunidos en un único volumen, se deja leer y resulta un buen complemento a la obra original aunque en ningún momento la supera. En cuanto a la labor gráfica, Gene Ha (“The Authority”) está más que correcto transponiendo la versión futurista de Neópolis en“Top Ten” a un escenario cincuenta años anterior marcado por una visión retro e hiperrealista de la ciudad y sus personajes que recuerda a otros autores como Alex Ross o Bryan Hitch y que peca, como estos, de hieratismo y falta de movimiento en ocasiones.
A mí por diez euros, me convence. Ahora ustedes hagan lo que quieran.
Si quieren leer algo más sobre “Top Ten” en "El lector impaciente" pinchen aquí.

lunes, 8 de octubre de 2007

Dolmen, Astiberri y La Cupula: tres maneras de afrontar la pifia.


A pesar del título de este post su razón de ser surge del publicado por Pedro en su estupenda bitácora Un tebeo con otro nombre, acerca de la pifia cometida por Planeta en la nueva edición del Tarzan de Harold Foster. Que Planeta cometa errores en la edición de sus clásicos no es nuevo, de hecho que cometa errores es algo bastante habitual y ha convertido en una triste tradición la de repetir las ediciones de los primeros números de algunas colecciones (Príncipe Valiente, por ejemplo) que el sufrido lector de material clásico debe padecer si quiere acceder a estas obras muchas de las cuáles resultan inencontrables en castellano. Pero a mí lo que me llamó la atención más que su post en sí fueron los comentarios de Trueno acerca de un error de bulto cometido por Dolmen Editorial en la edición del libro “Foster&Val” de Manuel de Caldas y el posterior comportamiento de la editorial.
Al parecer este libro, que salió en Julio por el considerable precio de 32 € tenia un error de paginación por el que a partir de la página 63 se repiten textos ya publicados a partir de la 57, cosa que vuelve a ocurrir a partir de la 65 con lo que para leer la continuación de la 57 tienes que saltar a la 63 y falta parte del artículo. Esta denuncia que ha realizado Trueno tanto en Un tebeo con otro nombre como en el foro de Dolmen de momento ha tenido la callada por respuesta y no ha producido ninguna reacción salvo el embolsamiento de los 32 euritos del ala por parte de la editorial.
Quizás Dolmen está consternada y no sabe como actuar. Vamos a darle alternativas:
La Cúpula publicó en tomo la estupenda obra de Charles Burns Agujero Negro” por 28 € y le falta una página. ¿Qué hizo? Una cutrez y una tomadura de pelo a quienes adquirieron la obra: retiraron la edición y la volvieron a sacar con la hoja que faltaba pegada con lo que sobresalía del resto del paginado. Eso sí, a los pocos meses sacaron una nueva edición corregida.
La respuesta seria ante la pifia: Astiberri. La edición de “Malas Ventas” en un tomo único de 35 € fue la gran apuesta por parte de Astiberri para el pasado Salón del Cómic de Barcelona que potenciaron con la presencia del autor Alex Robinson, que dedicó ejemplares y realizó dibujos. ¿Qué pasó? Que la edición de Astiberri tenía un error de impresión y faltaba una página. ¿Qué hizo la editorial? Retiró toda la tirada y realizó una nueva corrigiendo el error y a aquellos que ya habían adquirido el volumen los compensó con el cambio de edición y regalándoles un ejemplar de “Más malas ventas”.
Astiberri, La Cúpula y Domen son editoriales de parecido volumen y características. Imagino que el quebradero económico que supone la repetición de la tirada es similar tanto para unas como para otras. Sin embargo, tan sólo una optó por una solución satisfactoria para los lectores asumiendo el error cometido mientras que las otras dos no han hecho más que castigar por sus errores al pobrecito que se ha hecho con los ejemplares defectuosos no ofreciéndole mejores alternativas, en un caso, que quedarse con el ejemplar defectuoso o con un ejemplar repegado y cutre, en el otro.
Dolmen está todavía a tiempo de optar por la elección correcta y no hacer la chapuza que hizo La Cúpula. Lo que no es admisible es lo que ha hecho hasta ahora: nada. Esperemos que siga los pasos de Astiberri por el bien de aquellos que confiaron en la editorial y se hicieron con “Foster&Val”, por el bien de la obra y por el cómic en general que si quiere ser considerado un medio y una industria seria debe ser capaz de asumir este tipo de errores.

“Misterioso asesinato en Manhattan” de Allen a San Francisco.



La traslación al teatro de una obra que nació siendo película resulta cuanto menos peliaguda porque a pesar de sus afinidades nos encontramos ante dos medios con lenguajes propios y, en ocasiones, divergentes. Esto se hace patente en el montaje que actualmente se está representando en el Teatro Maravillas (Madrid) de “Misterioso Asesinato en Manhattan”, la adaptación al teatro de la genial película de Woody Allen a través de un montaje de Francisco Vidal, que cuenta con Quique San Francisco y Beatriz Santana como protagonistas en los papeles de Larry y Carol, Maria Jesús Hoyos y Mario Martín, en los papeles de los señores House, y Rául Cimas y Cristina Solá como Mark y Marcia. La obra funciona y resulta entretenida gracias a la fidelidad de Vidal a los textos originales del ingenioso Woody Allen, que en la película de 1993 realizó una de sus más inteligentes obras conjugando ironía y humor en un personalísimo acercamiento al género del suspense y las historias de detectives a lo Agatha Christie. El montaje que nos ocupa, a lo largo de sus noventa minutos de duración, avanza a un ritmo frenético en un escenario dividido en dos mitades que representan básicamente las casas de los House y la de Larry y Carol, desarrollándose la mayor parte de la trama en esta última con lo que durante la mayor parte de la obra más de la mitad del escenario queda desaprovechado. El ritmo, más acelerado que en la película original, no da tregua al espectador que casi sin tiempo para sentarse se ve inmerso en medio del asesinato de la señora House y la caótica y divertida investigación en la que Carol embauca a sus amigos Mark y Marcia y al calzonazos de Larry. Sin duda, el de Larry es el más complicado de todos los personajes a representar puesto que es en el que recae todo el peso de la obra, un personaje diseñado a la medida de Allen, que lo interpretó en la película y que en teatro precisaba de una interpretación lo más alejada posible del genio neoyorkino para evitar la imitación del singular Woody. La elección de Enrique San Francisco, en este sentido, resulta de lo más acertada demostrando su capacidad para arrancar las risas de los espectadores (que en el fondo es de lo que se trata) y hacer suyo al personaje, aunque imagino que a muchos como yo la sombra de Allen les resultará muy alargada. En definitiva, se trata de un montaje divertido que hará reír a todos aunque probablemente sea recomendable no haber visto la película para no caer en la odiosa comparación. Si la vieron, intenten no comparar y déjense llevar por la gracia del texto de Allen y la correcta interpretación de los actores que, recuerden, siempre será más meritoria que la cinematográfica, a pesar de lo incómodo de las butacas del Maravillas (¿Cómo en un teatro tan recientemente remodelado ponen unas butacas así?) que pueden provocar más de una lumbalgia.

sábado, 6 de octubre de 2007

Amor al heavy subvencionado.


En los países escandinavos, tan socialmente avanzados y desarrollados, se dan las más terribles paradojas, un poco como pasa en los EEUU. Por un lado, tienen las tasas de suicidio más altas del planeta y por otro, de vez en cuando, se producen noticias tan curiosas como esta.
En Suecia, un tipo que se declara adicto al “heavy” y a ese grupo machacón “Black Sabbath” ha conseguido que un juez le haya concedido una pensión de invalidez de 400 euros. Al parecer el amigo Roger Tullgren, de 42 años, no puede mantener ningún trabajo y en 2006 acudió a unos trescientos conciertos. A partir de ahora, aparte de los 400 euritos por la buchaca por estar tan malito, el amigo sólo podrá desempeñar trabajos de media jornada.

¿Se imaginan que a cualquiera de nosotros nos pagasen por ser incapaces de dejar de leer libros o cómics? ¿Por no dejar de ver series o ir al teatro o al cine? En fin, vivir para ver.

Si quieren saber más pinchen aquí.

viernes, 5 de octubre de 2007

“Sócrates, el semi-perro 2:Ulises” de Sfar y Blain



Si hay un autor en estos momentos en el panorama europeo capaz de sorprender en cada nuevo álbum que publica con algo fresco y original ese no es otro que Joann Sfar ("Las olivas negras", "Mazmorra")y si, además el álbum lo edita en colaboración con uno de los dibujantes preferidos de servidor, Christophe Blain ("Isaac, el pirata") pues la compra se hace casi obligatoria. Este es el caso de “Ulises”, el segundo álbum de la serie de “Sócrates el semi-perro” editado por Sin Sentido y cuya primera entrega “Heracles” me resultó, como ya les comenté por aquí, pelín decepcionante a pesar de su claro carácter introductorio. Sin embargo, en “Ulises” nos encontramos con un Sfar en plena forma, capaz de filosofar, ironizar y encadenar situaciones y acontecimientos en 48 páginas y con la limitación formal añadida de dividir la página en dos columnas de dos viñetas (6 por página, habitualmente), como muy pocos son capaces actualmente.
Si en la anterior entrega dejamos a Sócrates y su amo, Heracles, camino de Itaca para buscar a Ulises y aprender lo que es el amor verdadero, pronto deben escapar de allí tras un flirteo entre Heracles y Penélope que termina con la muerte de Telémaco, el hijo de Ulises. En el barco en que escapan, se encuentran con Ulises que harto de sus obligaciones y desconocedor de la muerte de su hijo, ha decidido iniciar una nueva odisea aventurera sin compromisos y obligaciones. El viaje da para que los dos héroes se líen (sí, Ulises y Hércules son un poco gays) y Sócrates se ¡¡¡case!!!. De todos modos, la boda dura poco y para evitar que Sócrates haga publica la homosexualidad de los héroes le abandonan en una isla desierta donde se encuentra con Hómero, un cíclope ciego y poeta. Junto a su nuevo amo Homero, Sócrates parte en busca de Heracles y Ulises para vengarse pero estos se han peleado y se encuentran en guerra.
El nuevo álbum de Sfar y Blain está lleno de acontecimientos y aventuras abandonando el tono más reflexivo de "Heracles" sin dejar por ello de aportar su personalísima visión de los mitos griegos, personajes que pasados por la turmix creativa de Sfar pierden su carácter legendario para ganar en humanidad mostrándolos el guionista llenos de limitaciones, defectos y miedos. Así, en este álbum centrado en la figura de Ulises, este deja de ser el sagaz y enamorado rey de Itaca para mostrarlo como un homosexual deseoso de escapar de sus obligaciones conyugales y del armario, enamorado del bruto y arisco Heracles. Sin embargo, el marcado tono humorístico de Sfar, no exento de ironía, no le impide al mismo tiempo reflexionar sobre los sentimientos, la sexualidad y el drama de una manera divertida y exenta de mal gusto a través del personaje protagonista, Sócrates, el perro filósofo. Una de las causas más notables de la mejoría de este álbum es la aportación de Blain que demuestra haberse adaptado a la limitación de las dos viñetas abandonando los fondos neutros predominantes en “Heracles” por situaciones y paisajes más variados. El estilo de dibujo de Blain parece encontrarse en esta serie a medio camino del que muestra en su serie más reconocida “Isaac, el pirata” y las figuras “blandas” del nuevo “Gus” (del que la semanita que viene les cuento, dénme tiempo) logrando unas formas más oníricas en determinados personajes, como Sócrates, de una manera que casa bien en esta historia mitad sueño, mitad leyenda. En definitiva, un álbum divertido y refrescante que se puede leer de manera independiente y que no defraudará a los incondicionales de estos dos autores.

jueves, 4 de octubre de 2007

Manfredo Sommer (1933-2007)


Me entero por La Cárcel de Papel y Entre Cómics de la muerte de Manfredo Sommer en el día de ayer, uno de esos autores españoles semiolvidados y que fue nexo entre diversos momentos y generaciones del cómic en España. Trabajó en Bruguera y Toutain, trabajó en Francia y Bélgica. Fundó “K.O” y “Metropol”. Su obra más reconocida y conocida es “Frank Cappa”.


Para leer el homenaje de Carlos Jiménez a Sommer realizado en 1998 pinchad aquí.

D.E.P.

“Sambre” de Yslaire y a veces Balac



Hoy toca uno de esos clásicos del cómic europeo que todo el mundo elogia a pesar de sus importantes defectos. Me refiero a “Sambre”, la obra de Yslaire aunque para el primer álbum y parte del segundo contase con la colaboración de Balac (Yann).
La obra de la que se llevan publicados cinco álbumes (los cuatro primeros con la historia de la segunda generación (1847-48)y el quinto con el inicio de la tercera) narra la trágica y dramática historia de los Sambre, una familia aristócrata en la turbulenta Francia de la fallida revolución de 1848, en la que sus miembros se ven presos de sus pasiones, odios y deseos. Así, en los álbumes de la segunda generación se nos narra la historia de amor imposible que surge entre el joven Bernard Sambre y la bastarda de ojos rojos Julie, una pasión desaprobada por la madre y la hermana de Bernard, Sara, y que ocasionarán más de una muerte. En el álbum de la tercera generación, nos encontramos con Julie presa y rumbo a la Guayana francesa para evitar que se materialice a través suyo la maldición de los Sambre y a Sara, la hermana de Bernard, a cargo del hijo fruto de la relación entre Bernard y Julie, un niño rebelde y consentido.
“Sambre” es al mismo tiempo una obra genial y decepcionante. Por un lado, en los dos primeros álbums en los que Yslaire contó con la colaboración de un guionista tan notable y sólido como Yann nos encontramos ante unos cómics redondos en los que el excelente dibujo de Yslaire está al servicio de la tórrida historia que se pretende contar, pero conforme Yslaire se hace cargo tanto de la parte escrita como de la dibujada la obra cae en incoherencias y lagunas que hacen que el resultado final no sea todo lo notable que debería. Una lástima porque en el apartado gráfico “Sambre” destaca sobremanera. Yslaire demuestra su enorme talento para el dibujo y el detallismo, caracterizando perfectamente a los personajes y dotándoles de una enorme expresividad al tiempo que saca un enorme partido del colorido para reconcentrar las emociones y dotar de dramatismo a la narración, incorporando dentro una gama cromática apagada elementos de un rojo intenso a la manera que un autor tan diferente, en principio, como Frank Miller en su “Sin City”.
De este modo, “Sambre” es una joya a nivel gráfico que todo buen aficionado al cómic debería disfrutar, sin embargo respecto a la capacidad narrativa de Yslaire se mantienen todos los interrogantes a pesar de las buenas sensaciones dejadas tras el último álbum publicado del que no se sabe muy bien si es una huida hacia delante o entra dentro de un plan preconcebido por el autor. Por otro lado, la lentitud de Yslaire a la hora de dibujar, (el primer álbum se publicó en los ochenta) hace que la publicación de cada nuevo álbum sea un acontecimiento noticioso y las dudas persistan. De momento, cuenta con mi voto de confianza.
Respecto a la edición de Glénat, excelente.

Títulos publicados

- “Ya nada me importa…”
- “Sé que vendrás…”
- “Revolución, revolución…”
- “Tal vez hemos de morir juntos…”
- “Maldito sea el fruto de sus entrañas…”

miércoles, 3 de octubre de 2007

“La mano izquierda de la Oscuridad” de Ursula K. Le Guin.

Probablemente dentro de la ciencia ficción las obras que más me atraigan sean aquellas en las que se explora la condición humana, que diría Sartre, y sean, además este tipo de obras, las que mayor repercusión hayan tenido para aquellos que no estén familiarizados con él mismo.
Un buen ejemplo dentro de esta línea de cifi es “La mano izquierda de la oscuridad”, que se publicó por primera vez en 1969, una novela que a pesar de los años no ha envejecido mal y se puede considerar ya un clásico dentro del género.
Genly Ai, un explorador del Ecumen, una especie de organización interplanetaria de civilizaciones con origen terrestre, llega a un inhóspito planeta en constante glaciación, Gueden, en el que los nativos, también de origen terrestre, se han adaptado eliminando la división en sexos y convirtiéndose en andróginos con la capacidad de tomar un sexo u otro en el momento en que sienten que se sienten excitados y manteniendo mientras tanto un estado neutro. Esta cualidad provoca que Gueden sea un mundo en el que la guerra y el asesinato sean conceptos desconocidos pero en el que la conspiración y el destierro estén al orden del día a la hora de resolver los conflictos políticos. Pronto Genly es víctima de esta red de conspiraciones en su intención de lograr que Gueden se una al Ecumen y se ve obligado a huir consecutivamente de los dos principales países del planeta, Karhide y Orgoreyn, hasta que ayudado por el nativo y también caído en desgracia Estrander logra su objetivo a cambio de pagar un alto precio por ello.
“La mano izquierda de la oscuridad” es una novela hija del momento histórico que se publicó, los EEUU de finales de los sesenta en los que el movimiento hippy vivía su momento de esplendor, lo que se refleja en cierto gusto por la filosofía oriental y zen que demuestra Le Guin a la hora de ambientar y describir la cultura guedeniana pero que en realidad resultaría superfluo respecto a la trama general. Una trama a la que cuesta arrancar y que no logra conectar con el lector hasta aproximadamente la mitad de la obra en la que la autora deja de intercalar capítulos sobre leyendas y mitos locales para caracterizar a los guedenianos y su civilización y se centra en el meollo del asunto, la exploración de la relación que surge entre Estrander y Ai en su huida de las redes de conspiraciones que les rodean. Es precisamente en el momento en que la historia se centra en el viaje por el Hielo de ambos en el que la novela y el estilo de Le Guin alcanzan su punto más alto, equiparable al que la autora desarrolló en su gran obra de fantasía, “Los libros de Terramar” y en el que verdaderamente se plantean las cuestiones pseudofilosóficas (y también muy sesenteras) que quiere abordar la novela, la necesidad del sexo para el amor, la ambigüedad del concepto de traición o los absurdos de los nacionalismos, de una manera a la vez hermosa y absorbente.
Nos encontramos con una estupenda novela que, salvado su aburrido inicio, cautivará al lector interesado en la reflexión y la filosofía. Amantes de la acción desenfrenada, absteneos.

martes, 2 de octubre de 2007

“Y: el último hombre: Muñecas de papel” de Brian K. Vaughan



El último volumen publicado hasta ahora (a lo mejor ya ha salido el siguiente ¿?) de “Y: el último hombre”, que engloba los números 37 al 42 de la colección original, es una buena medida de lo que es esta serie con la que Brian K. Vaughan empezó a hacerse un nombre dentro del “mainstrean”. El planteamiento catastrofista – debido a causas desconocidas, los machos de todas las especies dotados con el cromosoma Y han muerto, salvo Yorick, un joven escapista pelín descentrado, y su mono Ampersand – que en mano de cualquier otro guionistas de los que pululan por esos lares hubiera dado pie a las andanzas de un tipo duro dispuesto a aprovechar la coyuntura para cepillarse a todas las mujeres a su alrededor por el bien de la especie, se convierte en una “road movie” alrededor del mundo en la que Yorick se muestra como un tipo bastante vulnerable siempre bajo la tutela de alguna mujer con mayor personalidad que él. Este planteamiento permite a Vaughan, un enamorado de la política y las relaciones internacionales como puede apreciarse en su serie “Ex Machina”, explorar la adaptación que podría darse en distintos países (Israel, EEUU, Australia, El Vaticano…) e instituciones si tal situación se produjera.
Esto es bastante patente en el arco argumental titulado “Muñecas de papel” en el que Yorick y 355, su guardaespaldas, buscan en Sidney a Beth, la novia perdida de Yorick, búsqueda en la que se cruzan con una reportera dispuesta a descubrir la existencia de Yorick al mundo. En este arco, reaparece también la coronel israelí Alter dispuesta a continuar la persecución de Yorick, y se une al grupo que forman junto a la doctora Mann, Rose, una espía australiana, que puede dar bastante juego en un hipotético trío amoroso con 355. Además Toyota, la ninja japonesa, llega a Japón con Ampersand, el mono de Yorick que puede ser la clave para descubrir las causas de la plaga pero en el puerto de Yokohama se le escapa.
El interés de la serie radica en un tratamiento inteligente de los personajes y los diálogos que la convierten en una lectura tan amena como adulta. La tensión se mantiene en averiguar, aparte de las razones que provocaron la catástrofe, cuáles son los verdaderos motivos que mueven a las acompañantes de Yorick a acompañarle. Unos motivos que permanecen ocultos durante toda la serie y que Vaughan sabe dosificar perfectamente para mantener la atención del lector intacta. Precisamente ese es uno de los puntos fuertes de la serie, las complejas personalidades con las que Vaughan dota a todos los personajes haciendo que sus reacciones y comportamientos resulten coherentes. Otro elemento a tener en cuenta es la capacidad que tiene Vaughan de apostillar a través de los diálogos referencias a libros, citas y personajes reales sin caer en la pedantería. En el aspecto gráfico, como casi en todos los trabajos de este guionista, no podemos tirar cohetes. La dibujante titular, Pía Guerra, cumple con los mínimos exigibles y los dibujantes de relleno, pues son, eso, de relleno. En definitiva, “Y, el último hombre” es una de las series más interesantes que se publican actualmente y el interés crece con cada arco argumental conforme nos acercamos al clímax de la serie. Eso sí, si alguno se quiere subir en marcha a la serie es mejor que se haga con los recopilatorios desde el principio o aprovecho la segunda edición que inició Planeta el año pasado porque de otro modo no se va a enterar de nada.

lunes, 1 de octubre de 2007

“La posibilidad de una isla” de Michel Houellebecq



Michel Houellebecq, del que ya he tratado alguna vez por aquí, es considerado como uno de los autores más provocadores y críticos del panorama europeo. Sus temáticas en los que hace hincapié en los problemas punteros del hombre contemporáneo hacen que sus novelas resulten cuanto menos interesantes. Y ese es el caso también de su última novela publicada en España, “La posibilidad de una isla”, en la que coqueteando con la ciencia ficción Houellebecq filosofa y despotrica sobre la religión, el sectarismo, la clonación, la vejez y la inmortalidad, sin cortarse en dejar de paso alguna astillita a la actualidad política francesa y española.
“La posibilidad de una isla”, en cuanto a concepción, es probablemente la novela más ambiciosa de Houellebecq hasta el momento y, por eso mismo, la más decepcionante. Una narración en paralelo en la que, alternando los capítulos, narra la vida de dos Danieles (o tres), uno situado en nuestro presente, que responde a la habitual caracterización de Houellebecq da sus protagonista trasuntos de sí mismo, es un hombre amargado y cínico de vuelta de todo, que habiendo triunfado como humorista de mal gusto en la televisión francesa se encuentra retirado en Almería, los otros danieles, se sitúan unos cientos de años en el futuro, clones del primer Daniel que intentan encontrar un sentido a su inmortal vida en soledad y que normalmente acaban suicidándose. Sin duda de esta ambiciosa doble trama, la que protagoniza el Daniel del presente es la que resulta más interesante y en la que el escritor se muestra más a gusto dentro de un terreno que ya ha explotado en otras novelas, como “Plataforma”. El apático y desencantado Daniel percibe su vida de europeo acomodado como una lenta y progresiva decadencia hacia la muerte encontrando únicamente un paréntesis en su enamoramiento de Esther, una chica promiscua y divertida que le hace rejuvenecer, y su paulatino acercamiento a la secta elohimita, una secta destructiva con más de una conexión a los raelianos, y que prometen la inmortalidad. Es este Daniel al que dota Houellebecq de su propia voz para arremeter contra toda idea o planteamiento ajeno a su forma de pensar y denunciar de paso algunas de las indecencias y problemas con los que convivimos los europeos contemporáneos en las sociedades neoliberales. Mención especial merece en este punto, la descripción que hace de la secta con su líder mesiánico únicamente interesado en trajinarse a las acólitas y sus lugartenientes materialistas, que encuentran en la muerte del primero una manera de aumentar su influencia aplicando los principios de la libre empresa. Si a lo largo de esta trama, encontramos al Houellebecq más fino y coherente con el resto de su obra, la novela naufraga en su vertiente futurista en la que Houellebecq plantea un futuro de individuos aislados supervivientes clonados de unos pocos visionarios que, como el Daniel original, tuvieron los medios y la previsión para clonarse. En esta sociedad futurista Houellebecq pierde la que es su mejor arma, la mordacidad, desarrollando un relato bastante ñoño con ínfulas de lirismo sobre las consecuencias del individualismo desmesurado, deudor del mejor Asimov ó Lem, que puede sorprender al lector que desprecie la ciencia-ficción pero al lector amante del género le parecerá simplón.
En definitiva, nos encontramos ante una novela irregular y que, probablemente, no acabará de gustar, pese a sus aciertos, ni a los que siguen la obra de Houellebecq desde hace tiempo ni a aquellos que se hayan acercado por primera vez a este autor.